Científicos españoles descubren una diana para el control de la obesidad
El Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares descubre la forma en que el metabolismo de unas células favorece la acumulación de grasa
Científicos del Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC) han descubierto una diana terapéutica –una molécula sobre la que podría intervenirse con fármacos–, que permitiría el ... control de la obesidad. El hallazgo, llamado a cambiar algunos de los paradigmas que se consideraban inmóviles en la ciencia del metabolismo, abre las puertas al desarrollo de nuevas terapias no sólo para el control del peso, sino también para un mejor manejo de las enfermedades ligadas a ella, como las cardiovasculares, la hipertensión y la diabetes.
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Una advertencia previa. Si alguien sueña con evitarse una dieta sana y la práctica de ejercicio físico para evitar el sobrepeso se equivoca. Se llegue hasta donde se llegue, la receta tradicional de menos plato y más zapatilla continuará siendo la regla de oro para la prevención y la lucha contra la obesidad, según explicó a ELCORREO el investigador principal del estudio, David Sancho. Sin embargo, las personas para las que los kilos de más acaben transformándose en una enfermedad quizás dentro de unos años dispongan de una terapia consistente en el control de sus macrófagos.
Con este nombre se conoce a un tipo de célula del sistema inmunitario que tiene una triple misión. La principal es la de desempeñar un papel fundamental en la respuesta temprana del organismo ante una infección. Además regulan tanto la función tisular (la propia de cada uno de los distintos tejidos del organismo) como la inflamación, que es la respuesta fisiológica que da el cuerpo para reparar un tejido dañado. En el momento en que deja de conseguirlo, la inflamación se convierte en crónica y deriva en un problema grave.
Equipos de limpieza
Los macrófagos, según detalla Sancho, son células inmunitarias que se distribuyen por todo el cuerpo y actúan como si fueran los servicios municipales de limpieza. Eliminan partículas dañinas, restos de virus, de proteínas, células muertas y contribuyen así a la renovación de los tejidos.
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Los macrófagos degradan el acúmulo de grasa; en los obesos un proceso natural los desactivan, y ahora se sabe cómo
El estudio de su grupo ha demostrado que, además, tienen la capacidad de adaptar su metabolismo y funciones al órgano en que residen, lo que les permite ser más eficaces en su trabajo. Lo habitual es que en los tejidos con abundante grasa extracelular y colesterol, como los pulmones y el bazo, lo que hacen para degradar la grasa es adaptar su metabolismo a través de la respiración mitocondrial (las mitocondrias son una especie de órganos que aportan energía a la célula, precisamente a través de la respiración).
Los macrófagos de la grasa no se ven, sin embargo, tan afectados por el sistema de respiración de las mitocondrias. ¿Por qué? Porque las células grasas tienen un 'servicio de limpieza' propio, los adipocitos, completamente funcional y que desactivan la acción del 'equipo oficial' de saneo del cuerpo (los macrófagos).
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Terapias dirigidas
¿Qué pasa en los individuos obesos? Que el exceso de grasa supera incluso la capacidad de trabajo de los adipocitos y los macrófagos residentes se activan no como células de defensa, sino como células inflamatorias que favorecen el desarrollo de la resistencia a la insulina, la diabetes tipo 2 y el hígado graso. Esta es la clave del hallazgo del grupo español. Porque esta actitud, este cambio en el funcionamiento de los macrófagos del tejido adiposo que es el problema de las personas obesas, se convierte en su talón de Aquiles. Los hace más vulnerables.
El estudio que se publica en 'Immunity' revela que la inhibición de la respiración mitocondrial permite eliminar los macrófagos que favorecen la inflamación, lo que sirve al individuo protegerse frente a la obesidad, la diabetes y el hígado graso. «Estamos convencidos de que es viable una terapia dirigida al control de los macrófagos de la grasa. Ahora estamos intentando ver el efecto de este proceso en otros, como el de la aterosclerosis (acumulación de grasa), que favorece las enfermedades cardiovasculares», explicó el investigador David Sancho.
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