Euskadi suma 385 aulas cerradas por covid, el máximo de toda la pandemia
El número de clases en las que se ha detectado al menos un caso positivo se multiplica por diez en poco más de un mes
Los centros escolares vascos tienen más aulas cerradas que nunca por coronavirus desde que se reiniciara la actividad lectiva de forma presencial en septiembre del ... año pasado. 385 aulas de 189 colegios e institutos se encuentran clausuradas porque se ha diagnosticado al menos un positivo en ellas, según comunicó el viernes el Departamento de Educación del Gobierno vasco. O lo que es lo mismo: 2,2 de cada cien clases con las que cuenta la red para niños a partir de dos años, incluidas las de las etapas de educación no universitaria, como Bachiller y FP.
El número de aulas sin actividad presencial por haber albergado infecciones creció en 129 respecto al miércoles. Los centros afectados también se incrementaron en 60 respecto a las 48 horas previas. Eso sí, no se ha tenido que suspender la actividad lectiva en ningún centro. Educación comunicó por primera vez en este curso el número de clases cerradas, 37, a mediados de noviembre, cuando la sexta ola empezó a azotar a los más pequeños. Desde entonces, los datos solo han empeorado, hasta multiplicarse por diez en un mes.
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La transmisión del virus es más alta que nunca en la sociedad en general, pero especialmente elevada entre los críos. La incidencia acumulada a catorce días es de 1.745 casos por cada 100.000 habitantes entre los menores de 9 años y de 1.205 entre los de 10 a 19. A principios de mes, 5.000 escolares estaban confinados. Ahora, el número es mucho mayor y el horizonte más sombrío. Solo puede empeorar porque se avecinan las navidades, fechas en las que tendrán vacaciones y disfrutarán, probablemente, de más juegos y encuentros sociales.
La esperanza está puesta en el avance de la vacunación infantil, que arrancó el pasado miércoles entre los menores de 12 años. Primero se inmunizará a cerca de 65.000 que tienen entre 9 y 11. Después, a 145.000 entre 5 y 8 años, empezando por los más mayores. Las autoridades sanitarias creen que la transmisión entre los más pequeños se irá reduciendo en la medida en que un mayor número de ellos esté vacunado. Por eso, precisamente, el plazo de separación entre los dos inyectables de Pfizer es para ellos de dos meses y no los 21 días prescritos para los adultos. Se trata de que el mayor número de de críos alcance cuanto antes cierto grado de inmunidad.
Y es que, aunque en su mayoría padecen la infección de forma muy leve o asintomática, el gran número de contagios entre escolares está mermando su rendimiento lectivo, a pesar de que reciban clases de forma telemática. Y, sobre todo, causando muchos trastornos en la conciliación familiar, ya que muchas empresas han dado portazo al teletrabajo y los padres pasan verdaderos apuros para cuidar a sus hijos cuando les tienen que confinar.
Nuevo protocolo
El Gobierno vasco cambió su protocolo hace algo más de dos semanas para gestionar la nueva embestida del patógeno en los centros educativos y cortar cuanto antes las cadenas de transmisión. Previamente, los contactos estrechos de cada niño eran aislados y sometidos a una prueba PCR o de antígenos tras ser citados por los rastreadores.
Ahora, cuando se detecta un caso en el aula, toda la clase queda aislada. En lugar de esperar la llamada de la red de rastreo, Osakidetza les cita para que los padres hagan al crío un test de saliva y lo lleven al ambulatorio correspondiente. Si dan negativo deben entregar otra prueba del mismo tipo unos días después. Si algún otro compañero más se hubiera contagiado, la clase queda cerrada durante ocho jornadas. Entonces, todos deben seguir en casa y someterse a más test, según una madre afectada.
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