Arte para hacer frente al párkinson en fases avanzadas
Asparbi. Una asociación vizcaína abre un centro pionero para el tratamiento de estos pacientes
Luis sujeta con firmeza el pincel. Sin prisa, traza una línea azul. Lo deja en un recipiente con agua. Lo limpia. Cambia de color. Ahora el trazo sobre la acuarela es de tonalidad roja. Junto a él, Julio mantiene la concentración mientras acaba de colorear con un rotulador su dibujo. A unos metros Piedad y varias compañeras dan forma a unas piezas de ganchillo. Sobre la repisa de uno de los ventanales, a través del que se ve la ría, están colocadas las figuras de alfarería que han hecho recientemente. Luis, Julio y Piedad forman parte del grupo de 21 personas que acuden al nuevo centro abierto por la asociación Asparbi para el tratamiento de personas con párkinson en un estado avanzado.
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Allí, además de realizar terapias con logopedas o fisioterapeutas, trabajan con profesionales de diferentes campos para estimular su cerebro y ralentizar así el avance de la enfermedad. Además de arteterapia con una especialista canadiense que también trabajó en Londres, llevan a cabo diferentes acciones para la estimulación cognitiva, entre ellas un seguimiento de las noticias más relevantes de la actualidad. Tampoco olvidan el aspecto físico. La ubicación de este centro en Sarriko, junto al paseo de la ría, invita a ello. Salen a caminar o a hacer ejercicio al aire libre cuando el tiempo lo permite.
Otro aspecto que llama la atención de este espacio es que no hay televisores. «No es un centro de día como puede haber otros en los que se 'aparca' a los pacientes durante unas horas, es un espacio para la recuperación personal para pacientes con párkinson», destaca Ander Retolaza, psiquiatra y acompañante de una usuaria de este servicio puesto en marcha por Asparbi.
Al trabajo cognitivo que realizan los usuarios se suma el aspecto social. En lugar de estar en casa comparten espacio durante varias horas al día con compañeros a los que conocen, en algunos casos, desde hace años. El contacto con ellos, las relaciones que mantienen, «les mejora el estado de ánimo», destaca Begoña Díez, presidenta de la asociación que ha puesto en marcha el nuevo centro. Pero no solo eso. El estar con personas con su misma enfermedad con las que han establecido unos lazos facilita que su cerebro «genere dopamina y mejore su estado de ánimo», destaca el neuropsicólogo Jokin Larrauri. La dopamina es un neurotransmisor cuya producción disminuye en los pacientes afectados por este trastorno del sistema nervioso. El párkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa e incurable más frecuente tras el alzhéimer. En Euskadi hay unas 8.000 personas afectadas por esta patología y se diagnostican 400 nuevos casos cada año.
Las familias valoran mucho la labor terapéutica que realizan en el centro. «Aquí trabajan a nivel físico y cognitivo, lo que hace que se ralentice el progreso de la enfermedad. En verano, por ejemplo, que estuvo cerrado un mes, noté un bajón en el estado de mi madre», explican Soraya García y Carmen López, hija y esposa de Piedad y Luis Ángel, dos de los usuarios. Este espacio comenzó a funcionar en mayo y abre sus puertas tres días a la semana gracias a las aportaciones de los socios de Asparbi y de las entidades que colaboran con la asociación.
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Pero es que además, para los allegados el que este espacio esté abierto les permite tener cierto tiempo libre para emplearlo en otras cuestiones que no sean cuidar a sus seres queridos enfermos. «Ojalá puedan abrir más días, porque para los pacientes la terapia que aquí realizan es muy importante y para nosotros supone un respiro», desean los familiares. Algo que sería posible siempre que aumentase la financiación que la asociación recibe por parte de patrocinadores, tanto públicos como privados.
Coro, boxeo o marcha nórdica
Asparbi cuenta con unos 650 socios con párkinson. La asociación cuenta con otro centro en San Ignacio al que acuden a diario entre 120 y 140 afectados. Tiene además en marcha numerosas iniciativas para estimular a estos pacientes, desde un coro, al boxeo, pasando por un grupo de marcha nórdica. Para los casos en los que la patología está ya en una fase avanzada han abierto este nuevo recurso. El psiquiatra Ander Retolaza explica que «además del tratamiento farmacológico las terapias psicosociales tienen un efecto directo sobre estos pacientes, pero para llevarlas a cabo se necesitan profesionales especializados y adaptar los tratamientos al estado de cada persona. Todo eso se hace en este lugar».
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Control de la ansiedad y de los temblores de esta enfermedad
La arteterapia ayuda a los pacientes con párkinson a controlar la ansiedad que les produce su enfermedad. Se distraen pintando, dibujando o dando forma a piezas de alfarería. Esto les relaja, según explica la especialista Evelyn Pelayo, responsable de esta terapia en el centro. Pero es que, de forma paralela, «al probar a hacer cosas nuevas activan distintas partes del cerebro, lo que estimula la generación de dopamina». No solo eso. Durante las sesiones de arteterapia están tan concentrados que, inconscientemente, «se les calman los temblores». A esto se suma que trabajan la motricidad. En el caso concreto de la alfarería necesitan realizar cierta fuerza con las manos para dar forma a las piezas, lo que les sirve para ejercitar las manos, las muñecas y los antebrazos.
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