Agua con gas: mitos y verdades según Boticaria García
La farmacéutica y divulgadora Marián García desmonta explica cuándo su consumo puede ser beneficioso… y cuándo no
Desde hace algún tiempo, el agua con gas se ha convertido en el sustituto preferido de muchas personas frente a los refrescos azucarados tradicionales. Sin embargo, a medida que ha aumentado su consumo, también lo han hecho los mitos sobre sus supuestos beneficios y perjuicios. ¿Sube la tensión? ¿Daña los huesos? ¿Estropea los dientes?
Marián García, farmacéutica y divulgadora científica conocida como Boticaria García, se ha propuesto desmontar algunos de estos bulos con argumentos claros y basados en la evidencia.
El primero de los mitos que desmiente es el que relaciona el consumo de agua con gas con un aumento de la tensión arterial. «El agua con gas contiene sodio, sí, pero generalmente en cantidades muy pequeñas», explica. De hecho, recuerda que, según la normativa, un agua se considera baja en sodio si tiene menos de 20 miligramos por litro, algo fácilmente comprobable leyendo la etiqueta.
Otro de los falsos rumores más extendidos tiene que ver con la salud ósea. «Este mito viene de confundir el agua con gas con algunos refrescos que sí contienen ácido fosfórico», aclara. Ese ácido, cuando se consume en exceso y sin suficiente calcio en la dieta, podría afectar a los huesos, sobre todo en mujeres. Pero el agua con gas, insiste, solo contiene CO₂ y no lleva ácido fosfórico, por lo que no hay motivo para preocuparse.
Tampoco es cierto que dañe los dientes. Aunque el agua con gas tiene un pH ligeramente ácido, García señala que no es lo suficientemente agresiva como para dañar el esmalte dental.
Una vez desmontados estos mitos, la experta destaca algunos posibles beneficios de esta bebida: «El agua con gas puede estimular la secreción gástrica, es decir, más jugo para digerir, acelerar el vaciado del estómago y, en algunas personas, incluso mejorar el tránsito intestinal».
Eso sí, no es apta para todo el mundo. «Si padeces síndrome de intestino irritable, dispepsia funcional, aerofagia, reflujo o hernia de hiato, el gas puede resultarte más molesto que beneficioso. Pero si no es tu caso, brinda por la ciencia», concluye la experta.