Aniversario del documental 'Super Size me'
20 años de 'Super Size Me': ¿aprendimos algo del documental que puso contra las cuerdas a la comida rápida?Morgan Spurlock denunció el efecto nocivo del 'fast food' para la salud al someterse durante un mes a una alimentación exclusiva en McDonalds. Causó un impacto terrible, pero dos décadas después toca hacer balance
Hace 20 años que se estrenó 'Super Size Me', el impactante documental en el que el humorista y cineasta Morgan Spurlok denunciaba el efecto nocivo ... de la comida rápida y sus raciones enormes en el cuerpo humano. Durante 30 días se alimentó solo de hamburguesas, patatas y refrescos mientras se grababa contando la experiencia, sus sentimientos y los efectos que notaba en su salud. Engordó 11 kilos, pasó de tener un índice de masa corporal normal a uno de alguien con sobrepeso y su colesterol aumentó en 65 puntos. Y solo en un mes.
La producción generó un impacto terrible aquel año. En EE UU, donde el consumo de este tipo de productos era algo habitual, y también en España, donde la realidad no era esa, pero se llegó a recomendar a las televisiones que no reprodujeran el tráiler porque era «desleal hacer uso injustificado de denominación, siglas, marcas o distintivos ajenos». Se referían a que se identificaba perfectamente la cadena de hamburguesas donde había transcurrido la historia, McDonald's.
El peligro real de 'Super Size Me' lo leyeron enseguida desde dentro de la industria alimentaria. Y también por eso se generó un incendio de tamaña magnitud. Cuando Spurlock andaba de promoción, la multinacional de comida rápida que se sentía atacada publicaba un anuncio en la prensa local haciendo ostentación de su parte buena... y luego, de los cambios que estaba introduciendo para mejorar.
Muchos aseguran que este documental-denuncia supuso un antes y un después en el escenario del 'fast food'. Ahora, dos décadas después, toca analizar de nuevo la situación. ¿Aprendimos algo de Spurlock? «Sí se han dado pasos adelante», admite el dietista-nutricionista Aitor Sánchez, uno de los divulgadores en redes más rigurosos del panorama con su perfil Mi dieta cojea. «Se hizo sobre todo en el mundo de las raciones, de esas porciones de comida tan grandes. Se empezaron a reducir e incluso hubo legislación al respecto. La fiebre por el 'super size' sí se transformó en líneas generales», admite.
Más 'delivery'
Sin embargo, queda mucho trabajo porque con los datos en la mano, se ve que aún no hemos asimilado lo que supone un consumo continuo de este tipo de alimentos y, sobre todo, a ciertas edades. «Yo creo que ahí vamos a peor», opina Pablo Zumaquero, también dietista-nutricionista. Y se apoya en datos: «No hay más que ver la tasa de obesidad en España». Ahora mismo la media es del 16%, siendo un punto más alta en hombres que en mujeres (16,5 por 15,5). En el caso de los menores (entre los 2 y los 17 años): uno de cada diez es obeso, según el Ministerio de Sanidad. Y más de la mitad de la población española está por encima de su peso ideal.
«En España en estos 20 años hemos perdido parte de nuestra cultura alimentaria»
Aitor Sánchez
Dietista-nutricionista
El punto de partida de Estados Unidos y el de España cuando se estrenó el documental era muy diferente. Allí el 'fast food' tenía mucha presencia. Sin embargo, durante este tiempo hasta ahora, aquí «hemos perdido parte de la cultura alimentaria» de la que gozábamos, subraya Sánchez. Y se ve en las calles. En los últimos ocho años se ha multiplicado el número de franquicias de este tipo de comida que se han instalado en nuestro país: han pasado de 25 en 2016 a 66 en 2022, según los datos de la web Statista.
A lo que hay que sumar que el año pasado el sector con más crecimiento en la industria del 'foodservice' fue el de la comida rápida, indica el informe 'Claves para el crecimiento de la restauración', elaborado por Kantar Worldpanel: aumentó un 29% respecto a los niveles prepandemia.
Las cifras
16 %
de la población adulta sufre obesidad, según el ministerio de Sanidad. Y cinco de cada diez personas tiene un peso superior al ideal.
66 multinacionales
de comida rápida tienen franquicias en nuetro país. Hace 18años eran solo 25.
6.780 millones
de euros alcanzó el negocio del 'delivery' en nuestro país el año pasado, un 19,7% más que en 2022.
«Ahora está muy de moda consumir comida basura a muerte, a reventar», señala Zumaquero. Y se alienta desde las redes sociales: es cool. Pero a pesar de lo que creemos, no es solo cosa de niños y jóvenes, los adultos tienen mucho que ver en su florecimiento. Está quien se pilla el desayuno para llevarlo a la oficina, el que se compra un poke para comerlo a mediodía en la oficina, y el que acaba llamando a la pizzería por la noche porque no tiene nada en la nevera ni ganas de pasar por el súper. «Los mayores de 50 años suponen el 70% de ese aumento de la comida rápida», señalan los autores del informe.
Otro punto que pone en entredicho que hayamos aprendido algo de la experiencia de Spurlock en nuestras fronteras es «el aumento del 'delivery'», apunta Sánchez. Alcanzó los 6.780 millones de euros el año pasado, un 19,7% más que el ejercicio anterior, refleja el Gastrómetro de Just Eat. «No está a esos niveles de Estados Unidos, pero ha crecido y es un modelo alimentario que te aleja de las materias primas y favorece que los productos estén ricos con presencia de sabores dulces, salados, salsas, grasas...», describe.
Desplazar la culpa
Si no hemos bajado en el consumo, la siguiente pregunta es si, al menos, lo que nos ofrecen es más saludable. Al poco de estrenarse 'Super Size Me' las cadenas de comida rápida americana empezaron a hacer pequeños cambios. McDonald's, la principal aludida, aceleró el plan de reforma alimentaria que comenzó poco antes: aseguraba que su pollo no contenía antibióticos, que sus huevos eran de gallinas criadas en libertad, eliminó los jarabes de alta fructosa.
El tsunami también afectó a Burger King, que en 2011 introdujo un programa para eliminar conservantes, colorantes y sabores artificiales. Y a KFC, que eliminó de su oferta los productos de pollos criados con antibióticos y añadió pollo asado a su carta. Ya en los últimos tiempos las cadenas de comida rápida han ido incorporando opciones vegetarianas e, incluso, veganas, y se preocupan por la sostenibilidad. Sin embargo, para los dos nutricionistas consultados esto es un lavado de cara. «Es como si hubiese gasolina ecológica», ironiza Sánchez.
«Lo que se ha hecho para regular el sector son parches, tiritas. Hay que intervenir más a fondo»
Pablo Zumaquero
Dietistas-nutricionista
Lo que sí tenemos hoy en día es más información que hace 20 años. Es una evidencia. La divulgación de conceptos básicos de nutrición, los planes de formación en las escuelas, las etiquetas obligatorias con los valores nutricionales... «Pero no es suficiente. Claro que la gente sabe que una manzana es mejor que un dónuts, pero sigue comiendo esto último», señala Zumaquero. «Además, que pongan a tu disposición opciones saludables de alguna manera también es externalizar la culpa y ponerla en el consumidor: alegan que si pide una hamburguesa es porque quiere, ellos tienen ensalada», apostilla Sánchez.
Pero lo cierto es que es verdad que la elección la hacemos nosotros. ¿Cabezonería, rebeldía, desafío? «No hay que olvidarse que la comida tiene un componente de placer, comemos por placer», replica Zumaquero.
– ¿Entonces cómo solucionamos esto?
– No es fácil, pero quizá es el momento de hacer políticas públicas con la comida rápida como se ha hecho con el tabaco y el alcohol:impuestos, restricciones por edad en la venta, etc.
Gourmet, 'healthy'... «No confundas calidad con densidad calórica»
El mercado de la comida rápida tiene tirón. Tanto, que en los últimos tiempos lo que está de moda es el llamado 'fast food gourmet'. Al calor de esta tendencia se han abierto decenas de establecimientos que aseguran ofrecer carne y otros ingredientes de la más alta calidad.
¿Son mejores opciones? «No hay que confundir calidad con densidad calórica», advierte el nutricionista Pablo Zumaquero. Si los ingredientes son mejores, la comida estará más sabrosas, pero no quiere decir que sea más 'ligeras'. Al final, sin hablamos de una 'burger', tienen salsas, queso, bacon... Si nos alimentamos de ellas continuamente acabaremos sufriendo algún achaque de salud.
«Tampoco hay que dejarse llevar por las opciones con el apellido 'healthy': pizza, bocadillo, postres...», continúa. Más allá de que ese adjetivo sea o no marketing, que lo es muchas veces, «tendemos a pensar que comer unos dónuts de este tipo está bien y en vez de reducirlo a, por ejemplo, a una vez a la semana, lo hacemos dos o tres. Tampoco es recomendable. Son de consumo esporádico», concluye.
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