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El granadino Ángel Villena usa el patinete para llevar a su hija al cole y recorrer los 8 kilómetros de casa al trabajo. alfredo aguilar
Rodando en el limbo

Rodando en el limbo

Solo Barcelona ha regulado ya el uso del patinete eléctrico. Otras ciudades estudian a quién quitar espacio: peatones, bicis o coches. Los usuarios lo defienden: «Es práctico, barato y ecológico»

inés gallastegui

Sábado, 22 de septiembre 2018, 00:36

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Los patinetes eléctricos son rápidos, ligeros y baratos y no contaminan. Pero también son los últimos en llegar a la ciudad y, mientras sus usuarios los reivindican como una forma alternativa de movilidad urbana -solos o en combinación con el transporte público o privado-, hay quien los ve como un peligro, para sí mismos en la calzada y para los peatones en las aceras. Ruedan en una especie de limbo normativo: la competencia de regular su uso es de los ayuntamientos y estos no se han puesto las pilas a tiempo para responder a lo que ya es un auténtico 'boom', tanto por la irrupción de las empresas de alquiler -a través de 'apps' para el uso compartido o por el sistema tradicional- como por el auge de las ventas a particulares, convertido en furor tras el desembarco en España del gigante tecnológico chino Xiaomi, que comercializa un modelo básico por menos de 400 euros. La Ley de Seguridad Vial y el Reglamento General de Circulación contemplan la presencia en las carreteras de carros tirados por caballos, pero no de patinetes y 'scooters' eléctricos, ni mucho menos de los futuristas 'segways', monociclos y 'hoverboards', porque estos ni siquiera existían cuando entraron en vigor, así que hay muchas dudas por resolver. ¿Deberían circular con los peatones, con los coches o con las bicis? ¿Es obligatorio llevar casco? ¿Qué pasa en caso de accidente? ¿Hay una edad mínima para conducirlos? ¿Necesitan seguro? ¿Pueden llevar a dos personas? ¿Qué velocidad máxima pueden alcanzar? «La tecnología y los servicios van por delante de las leyes», recuerda Pedro Zapata, fundador de Koko, que la semana pasada se convirtió en la primera empresa nacional en distribuir sus patinetes en una ciudad española, Zaragoza, con el acuerdo tácito del Ayuntamiento.

La Dirección General de Tráfico propuso en 2016 a través de una instrucción unos criterios básicos para el uso de los llamados Vehículos de Movilidad Personal (VMP) pero, más allá de reconocer su presencia en las calles y de clasificarlos por peso y velocidad, no aclara gran cosa y delega este espinoso asunto en las autoridades municipales.

La respuesta ha sido diversa y, sobre todo, lenta. Solo Barcelona ha aprobado ya su ordenanza: limita su uso a los carriles-bici, vías de 30 km/h y plataformas de uso compartido para vehículos y peatones. Igual que en Valencia, la Policía local ha requisado decenas de artefactos porque las compañías de alquiler no tenían licencia de explotación.

Las reacciones

  • Juan Jiménez | Presidente de AUVMP «Los usuarios de patinetes queremos equipararnos a los ciclistas»

  • Carlos Orí | Foro Andando «Un vehículo que sustituye al coche hace la ciudad más humana»

  • Mario Arnaldo | Automovilistas Europeos Asociados «El espacio es limitado. Hay que definir a quién se lo quitamos»

La firma norteamericana Lime, líder mundial de patinetes de uso compartido, aprovechó el vacío legal y la calma chicha de agosto para desplegar por sorpresa sus artilugios en Madrid. Ahí siguen, de momento. La normativa, pendiente de su aprobación en pleno, aborta la posibilidad de que estos aparatos se conviertan en un modo alternativo de transporte urbano -como en muchas ciudades de Estados Unidos y Asia- y solo contempla un uso recreativo en parques, ciclocalles y carriles-bici mal conectados entre sí, denuncia Juan Jiménez, presidente de la Asociación de Usuarios de Vehículos de Movilidad Personal (AUVMP), que la semana pasada convocó una protesta en Cibeles.

La asociación lamenta que el Ejecutivo de Ahora Madrid no haya sido «valiente» ni haya escuchado los argumentos de quienes conocen a la perfección sus prestaciones técnicas. «No son juguetes: incorporan la última tecnología, cuidan la seguridad y tienen una autonomía media de 30 kilómetros», resalta Jiménez, que además es empresario del sector. «No queremos circular por las aceras. Pedimos la equiparación en derechos y obligaciones a la bicicleta», aclara. Es decir, su consideración de vehículo que puede circular por la calzada en las ciudades y por vías interurbanas fuera de ellas.

Amortizado en cuatro meses

Frente a esa visión recelosa del invento está Zaragoza. La compañía Koko Kicksharing informó al Gobierno local de sus intenciones y este admitió que, en tanto se aprueba la nueva normativa, la actual permite a los patinetes circular por carriles-bici y aceras a una velocidad máxima de 10 km/h y aparcar donde no entorpezcan el tránsito. Es necesario ser mayor de edad, descargarse la aplicación en el móvil y registrarse en el servicio con los datos personales para desbloquear los vehículos y usarlos a un coste de 15 céntimos el minuto. «Elegimos Zaragoza porque, entre las grandes poblaciones, es muy plana, tiene muchos carriles-bici y disfruta de un buen clima», explica Pedro Zapata.

Aparte de cuatro detenidos por hurto -los ladrones no eran muy listos: los patinetes están bloqueados y geolocalizados-, el experimento va sobre ruedas y la empresa ya está en conversaciones con otros municipios que Zapata no revela por razones estratégicas.

Mario Arnaldo, presidente de Automovilistas Europeos Asociados, cree que la disparidad con que cada municipio legisla sobre los patinetes -«Nadie tiene claro quién puede circular por dónde»- demuestra la necesidad de una regulación de ámbito nacional con carácter normativo, no una simple instrucción. «El espacio es limitado y hay que definir si las zonas para que circulen estos vehículos se las vamos a quitar a los peatones o a los vehículos a motor», advierte el experto, quien recuerda que estos mismos conflictos ya surgieron con el 'boom' de las bicicletas hace unos años.

Pero el Gobierno central no contempla, por el momento, unificar criterios. «La competencia de la DGT son las carreteras, y en las carreteras los patinetes no son un problema», razonan fuentes de este organismo. No lo son todavía: la expansión de los VMP podría convertirlos en un actor más en el transporte en áreas metropolitanas, siempre que cumplieran la velocidad mínima exigida, que para las bicis es de 25 km/h.

La DGT prefiere no aventurar si la regulación de los VMP se incluirá en la próxima reforma de la Ley de Seguridad Vial, si será objeto de una nueva instrucción ampliada o si, por el contrario, seguirá recayendo en los ayuntamientos.

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Esta indefinición deja a los usuarios vendidos. El granadino Ángel Villena, empleado en una empresa de telefonía hasta hace unos días, compró en junio dos patinetes -uno para él y otro para su mujer- y aparcó el coche. Desde entonces lo usa para todo: hacer compras en el centro, llevar a su hija de 9 años al colegio y desplazarse al trabajo, a 8 kilómetros de casa, en Pulianas, un municipio pegado a la capital. Costaron 379 euros cada uno, por lo que Ángel espera amortizarlos en cuatro meses con lo que ahorra en combustible. Circula por el carril-bici cuando lo hay, por la zona peatonal si lleva a la niña, buscando las calles menos transitadas y, una vez fuera del núcleo urbano, por la carretera, donde puede coger más velocidad y evitar los incómodos bordillos. Hasta que un día lo paró la Guardia Civil y le advirtió de que debía rodar por la acera. «La mayoría de los peatones te miran con asombro, como pensando 'qué guay', y muy poquitos se quejan y te dicen 'ten cuidado'», asegura. Villena solo ve ventajas a esta solución «práctica, barata y ecológica» al infernal problema del tráfico en la capital andaluza, algo aliviado con la llegada del metro hace un año.

El Ayuntamiento de Granada está, como otros muchos en todo el país, enfrascado en la elaboración de una normativa sobre estos nuevos vehículos no contaminantes. No es fácil, admite la concejal de Movilidad, Raquel Ruz. A la ciudad de la Alhambra no han llegado aún las empresas de alquiler de patinetes -el vandalismo hundió a las de bicis-, pero los 'segways' llevan años rodando por los barrios turísticos. Dos accidentes terminaron con los pilotos en el hospital y un peatón fue atropellado. Sin contar los atascos que los grupos de estos patines gigantes causan en las calles sinuosas, estrechas y empedradas del Albaicín.

Previsión de futuro

Para Ruz, es necesaria una ordenanza que contemple los VMP actuales y «cualquier artefacto» que aparezca en el mercado. Y también que, si transitan por la calzada, deben cumplir las normas de circulación: por ejemplo, los usuarios no podrán conducir borrachos, en dirección prohibida o hablando por el móvil. Las aceras y las calles peatonales estrechas les estarán vetadas. Y está por ver si podrán compartir el carril-bici, ese espacio que tanto costó conquistar a los vehículos de dos ruedas.

Las asociaciones de defensa del peatón lo tienen clarísimo: las aceras son sagradas. «Los patinetes alcanzan una velocidad que es incompatible con la de las personas caminando, unos 4 km/h -advierte Carlos Orí, presidente del Foro Andando, que reúne a diez entidades de todo el país-. Estos vehículos han venido para quedarse y hay que convivir con ellos. Pero a costa de los automóviles, no de los peatones». Es decir, deberían usarse en la calzada o en carriles para ciclistas. «No es posible que el 70% del espacio de las ciudades sea para el motorizado, que representa solo el 30% del volumen de la movilidad».

Orí admite que, en la medida en que los VMP sustituyan a los coches, contribuirán a hacer las ciudades «más humanas y más inteligentes, con menos ruido y menos humo». Eso sí, recuerda, el patinete puede ser 'verde', pero no saludable: en un país con alarmantes índices de sobrepeso, los usuarios no realizan ningún esfuerzo físico para desplazarse.

Vehículos de movilidad personal

  • 350 euros es el precio de un patinete básico. Los más seguros y potentes -aptos para largas distancias y pendientes- pueden alcanzar los 2.000 euros.

  • Clasificación de la DGT La instrucción de la DGT clasifica los Vehículos de Movilidad Personal en los de tipo A (patinetes, monociclos y 'hoverboards' que alcanzan hasta 20 km/h), tipo B ('segways' y patinetes tipo 'scooter', con asiento, hasta 30 km/h) y tipo C (diversas variedades de bicicletas de hasta 45 km/h). No precisan licencia de conducción, seguro ni casco. El objetivo es que los municipios autoricen o limiten el tráfico de cada tipo de VMP en aceras, carriles-bici, calzadas, parques, etcétera.

  • 2 personas han muerto este año en España en accidentes de patinete eléctrico: un niño de 5 años en Badajoz, atropellado por un autobús, y un hombre que cayó en Llanes.

  • Ordenanzas en camino Después de Barcelona, entre las ciudades que preparan nuevas ordenanzas para regular la circulación de los nuevos vehículos eléctricos están Madrid, Bilbao, Gijón, Pamplona, Valencia, Málaga, Granada y Cáceres.

  • 20.000 usuarios de patinetes eléctricos hay en España, según la AUMVP, con datos de fabricantes europeos, sin contar el 'boom' de los aparatos chinos.

  • Vehículos 'último kilómetro' Es plegable y ligero, por lo que es ideal para el transporte urbano, solo o en combinación con bus, metro o automóvil, sobre todo en ciudades con zonas restringidas al tráfico rodado.

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