Las pantallas muestran a los técnicos la situación de diferentes zonas de gestión en tiempo real. Manu Cecilio

El riego de alcachofa en el Guadalquivir se gestiona desde Leioa

El centro de control de la empresa Arson Data Metering alerta de las incidencias que surgen en plantaciones a cientos de kilómetros

Domingo, 6 de agosto 2023, 00:28

Cerca del 80% del consumo de agua en España se dedica al regadío. La gestión de ese recurso es, en un momento en el que ... la reserva hídrica se encuentra a un 50% de su capacidad, más importante si cabe. Desde un centro de control de Leioa se vela por el buen funcionamiento de las infraestructuras de una docena de comunidades de regantes de Murcia y Andalucía, las principales productoras de hortalizas. Las fugas, el mal uso, e incluso los enganches ilegales a la red generan una alerta en cuestión de segundos que permite a los técnicos, que están a cientos de kilómetros, dar la voz de alarma y buscar una solución rápida que permita ahorrar un bien tan preciado. Entramos en sus instalaciones para acercarnos a ese sistema.

Publicidad

En la pantalla, el valle inferior del Guadalquivir; 75 kilómetros de largo por 6 de ancho. Es la comunidad de regantes «más emblemática» de las que controla Arson Data Metering, la empresa vizcaína. Sus casi 19.000 hectáreas de cítricos, alcachofa, cereal, algodón... están atravesadas por 465.474 metros de tuberías, a las que van adosados 12.000 contadores y válvulas. Llevan 15 años monitorizando el uso del agua de esta comarca andaluza, en la que, asegura Jorge Manrique, director comercial de la firma, «no suelen cometer fraude».

Porque los dispositivos instalados en las parcelas también avisan del uso irregular del agua, y es «mínimo». Los contadores envían información por radio a un dispositivo de telecontrol, que está conectado con el centro de Leioa por tecnología móvil. Si no hay una presión adecuada, por ejemplo, salta una alarma. «Si solo es una, es una anomalía, pero si saltan varias alarmas en una zona concreta a la misma hora, es porque hay un problema», explica. Esa incidencia puede deberse a que haya alguna fuga, a que algunas personas estén regando fuera de su turno... Desde el centro de control avisan al cliente, la comunidad de regantes, del lugar de la incidencia para que la solucione. En ocasiones, si parece grave, alertan también al agricultor. «Puede que tenga una fuga, o algo obstruyendo los tubos, y tiene que actuar rápido», detalla Manrique.

El sistema de alarmas recorta el tiempo de reacción en caso de fugas y permite ahorrar agua

Cruce de datos

El sistema, de forma paralela, va cruzando datos, comparando «el agua que se inyecta con la que se consume», para detectar posibles problemas que se hayan escapado a las alarmas. Si la diferencia entre lo suministrado y lo gastado es grande, hay dos opciones: que el agua se esté perdiendo o que haya contadores que no se estén leyendo. Aunque la labor de los operadores del centro de control no se limita a la vigilancia. «La tecnología no puede sustituir al trato personal, así que reciben llamadas para solucionar dudas», señala.

Publicidad

El «éxito» de estos sistemas es «la implicación local», que los regantes sean conscientes de la «importancia» de gestionar los recursos de manera adecuada. Además, subraya, los dispositivos tienen que ser de «fácil instalación y uso», porque el campo es un sector «poco digitalizado». De esa manera, además de conocer los consumos y detectar anomalías, con los datos sobre la mesa se puede «gestionar las presiones, automatizar el riego...». Llevar, en definitiva, «un control exhaustivo» con el objetivo último de «conseguir importantes ahorros» y una agricultura «más sostenible».

Menos agua para evitar la contaminación

La gestión del agua no solo permite limitar el uso cuando hay excesos o arreglar fugas. La tecnología tiene otras aplicaciones que facilitan, por ejemplo, reducir «la contaminación». Desde Arson Data Metering explican que, además de los dispositivos de telecontrol, instalan sensores con los que se puede conocer la humedad del suelo. Los datos que revelan esas herramientas sirven para determinar cuanto tienen que regar los agricultores. «A veces se riega de más», advierte Jorge Manrique, responsable comercial de la firma afincada en Leioa. Y, cuando eso sucede, se corre el riesgo de que, la humedad, en vez de quedarse en las capas superficiales, «vaya hacia abajo, arrastrando fertilizantes al subsuelo y se contaminen los acuíferos», además de utilizar «más agua de la necesaria».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad