Euskadi gana 438 entidades sociales y 33.000 voluntarios en solo cinco años

El primer barómetro, que será bianual, arroja una radiografía muy definida: hay en activo 3.938 entidades en Euskadi con 38.525 trabajadores y 158.599 voluntarios. Según Artolazabal, «estamos ante un sector pujante, vivo, en constante crecimiento y con una contribución social significativa, tanto de forma cuantitativa como cualitativa».

El peso en el Producto Interior Bruto de Euskadi es una buena prueba de ello. El Tercer Sector equivale al 2,3% del PIB, con un movimiento de 1.736 millones, 285 más que hace cinco años. «Hacemos aquí la presentación, muy cerca de la boca de la mina San Luis, que es quizá el origen más claro de la industrialización en el País Vasco. Nos da un valor especial que ahora este colectivo represente una parte tan importante de nuestro PIB. Y lo hacemos en Bilborock, una iglesia desacralizada emplazada en un lugar tan simbólico como este barrio, Bilbao La Vieja», recordó Sergio Murillo, diputado de Acción Social. A su juicio, «las instituciones deben comprometerse con la promoción, el impulso y el apoyo del sector social, pero nunca sustituir a la sociedad civil».

Uno de cada trece vascos es voluntario; una legión de 158.599 personas que dedican parte de su tiempo a los demás sin percibir nada a cambio. De hecho, en la mitad de las asociaciones no hay una sola persona a sueldo. La cifra total de asalariados asciende a 38.525 y la plantilla ha crecido en 2.600 empleados en el último lustro. ¿A qué colectivos ayudan? El primero de la tabla son los niños y adolescentes, seguido de mayores, personas con discapacidad, los que están en riesgo o situación de pobreza y las mujeres.

Según María José Cano, directora de Fedeafes -la federación vasca de asociaciones de familiares y personas con enfermedad mental-, «el crecimiento del número de voluntarios es importante y significa que la salida de la crisis ha supuesto un avance para la solidaridad». La actividad de los voluntarios, en palabras de la consejera, contribuye a «una sociedad más generosa, cohesionada e inclusiva, canalizando la participación de la ciudadanía».

En esta amalgama diversa de fundaciones y entidades confluyen organizaciones de larga trayectoria -una de cada tres lleva más de dos décadas en el tajo- junto a las de reciente creación. El 56% de sus ingresos proceden del sector público -subvenciones, por ejemplo- y el resto de manos privadas, en especial las cuotas de socios. «En Cataluña preguntamos cuáles son las principales preocupaciones de las entidades y salen las subvenciones y el nivel de endeudamiento con la Administración», relató Anna Albareda, gerente de la mesa social catalana. Allí hay 3.000 entidades, con 90.000 trabajadores.