«Queremos devolverles la dignidad que les quisieron robar»
Las familias de las víctimas de la prisión franquista de Orduña se muestran esperanzadas en poder recuperar los cuerpos de sus seres queridos tras el hallazgo de 53 nuevos restos humanos
Domingo Galindo Gutiérrez vivía en La Morera, un pequeño pueblo de Badajoz, cuando fue detenido por las tropas franquistas en 1939. Domingo era un agricultor ... que tenía 43 años y cuatro hijos. Al contrario que muchos otros represaliados, Domingo «no era un activista político». Simplemente era una persona que «hablaba mucho en el bar» y que no se callaba ante las injusticias. Domingo llegó a la cárcel de Orduña en febrero de 1940. Las condiciones de vida eran tan duras en el campo de concentración que murió apenas un año después. Su cuerpo nunca fue devuelto a su familia. Se estima que entre 1937 y 1941 fallecieron aquí 225 personas.
Tres de los nietos de Domingo han acudido esta mañana al cementerio de Orduña. Uno de ellos ha venido expresamente desde Badajoz porque tiene la esperanza de que por fin puedan recuperar su cadáver y darle un entierro digno. Su esperanza se sustenta en los nuevos descubrimientos realizados esta semana por la Sociedad de Ciencias Aranzadi, en el marco del programa 'Búsqueda de desaparecidos de la Guerra Civil' del Gobierno vasco, con el que también colabora el Ayuntamiento de Orduña. Desde el martes se han localizado 53 restos de víctimas, que fueron enterrados fuera del cementerio. Y la familia de Domingo cruza los dedos para que uno de ellos sea su abuelo. «Quiero decirle a mi madre que por fin le hemos encontrado y llevárnoslo a Asturias», explica emocionada Dolores, una de sus nietas.
Estos trabajos dan continuidad a los que ya se realizaron en 2014, cuando se exhumaron los restos de 14 personas que murieron en la Prisión Central de Orduña. Naiara, vecina de la localidad de Legorreta, es la biznieta de Bernardo Rodríguez Rincón, un jornalero extremeño, afiliado a la UGT, que fue encarcelado por las tropas franquistas acusado de «auxilio» a la rebelión. Se lo llevaron de casa mientras cenaba y, tras pasar por la cárcel de Castuera, acabó en Orduña junto a otros miles de presos llegados de comunidades como Andalucía, Castilla La Mancha y Cataluña. Su cuerpo todavía no ha podido ser recuperado. Su familia ya cedió su ADN cuando aparecieron los primeros restos, pero hasta ahora no han surgido coincidencias. Pero no pierden la «esperanza» de poder encontrarle.
Y, sobre todo, después de tantos años, a esta madre de tres hijos le parece fundamental que se mantenga el recuerdo de lo que pasó. Entre otras cosas, para que no se vuelvan a repetir atrocidades como esta. «Queremos devolverles la dignidad que les quisieron robar. Queremos que se haga un poco de justicia histórica», subraya.
El programa de 'búsqueda de desaparecidos de la Guerra Civil' está coordinado por Gogora, el Instituto de la Memoria, la Connvivencia y los Derechos Humanos. La consejera Beatriz Artolazabal ha destacado la importancia de los nuevos hallazgos. «Esperamos que a partir de las pruebas genéticas que se les realizarán a los nuevos restos exhumados podamos identificarlos y dar respuesta a las familias que siguen buscando a sus seres queridos», ha manifestado.
En este sentido, ha subrayado que Gogora mantiene contacto con 36 familias de las víctimas de la prisión franquista y cuenta con 17 muestras de ADN con el objetivo de identificar a los fallecidos. A este respecto, ha hecho un llamamiento a los allegados de las personas que estuvieron presas en Orduña para que se pongan en contacto con Gogora para tratar de avanzar en este objetivo. De hecho, los primeros 14 restos que se encontraron en 2014 no han podido ser todavía identificados y, de momento, descansan en el Columbario de la Dignidad inaugurado el pasado julio.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión