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Las otras pruebas de 'la manada'

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EL PISCOLABIS ·

La presunta violación grupal de Sanfermines tendrá dos sentencias. La primera ya se ha dictado

jon uriarte

Sábado, 18 de noviembre 2017

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Hay otros casos. Por desgracia. Pero el de la presunta violación grupal que se juzga en la capital navarra acapara todos los titulares y debates. Ven que subrayo la presunción desde el principio. Demasiados juicios previos tenemos. Tanto sobre ellos como sobre ella. Comenzaron en el mismo momento en que conocimos los hechos. Algunos ya dejamos claro que nuestra repulsa y condena era por la forma de entender el sexo y el respeto al otro, a la otra en este caso, y no sobre si era o no delito. Eso lo determinará el juez. Si les apetece leer el artículo se llamaba 'Carta a un medio hombre.

Pero ahora ha llegado el juicio de verdad. El momento en que se dictará sentencia. Lo que no impide que siga celebrándose un juicio paralelo. Hay pruebas que van más allá de las que verá el tribunal y que están siendo utilizadas por los medios en particular y la ciudadanía en general. No servirán para librar o mandar a la cárcel a los acusados. Ni para hacer justicia con la demandante. Pero sí para que nos avergoncemos el resto. Son las pruebas que, sumadas a otras anteriores, demuestran que estamos enfermos.

Primera prueba: la actitud pública de la defensa. No es casual. Sino intencionada. Y merece análisis. Cruz Morcillo y Pablo Muñoz son dos periodistas que no solo informan. Dan lecciones. En sus crónicas de sucesos aportan detalles que otros no percibimos. Por ejemplo, referido a este caso, podríamos interpretar mal algunas cosas. Como los gestos, sonrisas y palabras que muestran un aparente optimismo por parte de uno de los abogados. Podríamos creer que la balanza se inclina a favor de los acusados. Pues bien, Morcillo y Muñoz advierten que puede ser lo contrario. Tantos años entre togas les han enseñado que, con frecuencia, es una estrategia del letrado en esos casos donde el juicio va mal para sus intereses. Dado que, como este juicio, a veces es inevitable que sea mediático, el abogado ofrece entre las cámaras y micrófonos una 'adulterada' percepción de lo que está pasando en la sala para salvaguardar o mejorar la imagen de su defendido. Incluso, no diremos que es en este caso porque se trataría una acusación muy seria y carecemos de pruebas, se suele utilizar para influir en los jueces. Creando una sentencia paralela en la calle. También lo suele usar la acusación en otros casos. Hacer teatro no es exclusivo de nadie. Ni decir que «no hace falta ver ningún vídeo porque está todo claro», cuando es sabido que se verán en los próximos días. Son opiniones, cuando menos, subjetivas. Vamos, que no significa que sea cierto.

Segunda prueba: hay cosas que, por desgracia, permanecen enquistadas. Como el machismo rancio. No solo debería escandalizarnos que la víctima, presunta habrá que decir de momento, haya sido seguida y espiada por un detective tras poner la denuncia. Sino que existan personas que lo entienden y aceptan. No nos referimos a quienes juzgan el caso. Los expertos advierten que, probablemente, se ha aceptado esta prueba para evitar que en un futuro la defensa alegue motivos para la indefensión de su cliente o clientes. Además hay juristas que consideran que es una prueba aceptable. Sobre todo por lo que sumaría o restaría a una hipotética pena. Así que dejaremos el debate a quienes saben de leyes. Aunque, ya puestos, agradeceríamos que alguien explicara por qué los mensajes de los acusados sobre las barbaridades que pretendían hacer en Pamplona, incluidas burundangas, no son aceptados como prueba y sí las de un presunto terrorista sobre las acciones que quiere hacer en un futuro. Aunque ya les digo que hoy estamos para hablar de otras pruebas.

Tercera prueba: hay mucho enfermo mental de entrepierna. En ese lugar deben tener las neuronas quienes creen que tras una violación hay que vagar cual alma en pena. O encerrarse en casa hasta el fin de los tiempos. Quisiera preguntar al abogado que contrató al detective cuánto tiempo considera aceptable para que una mujer violada vuelva a su vida normal. Si es que la normalidad existe. Lo digo porque hasta hace poco una viuda debía mantener luto y llorar ausencia el resto de su vida. Si no lo cumplía y rehacía su vida con otra pareja estaba condenada socialmente. Hasta su familia la repudiaba. Y si algo tan habitual como perder al marido era morirse en vida, imaginen ser violada. Conocí a una mujer que, pasadas las décadas y siendo ya sus hijos mayores, contó a su marido y entorno que de joven había sido violada. Nadie se dio cuenta en su momento. Durante los días, semanas, meses y años posteriores simuló mantener su habitual alegría y desparpajo como si nada hubiera ocurrido. Temía más ser señalada que violada. Las cicatrices del desprecio o, no lo olvidemos, del morbo nunca se borran. Como imaginarán la he recordado estos días. De ahí mi pregunta. Si mañana me atracan, ¿cuánto tiempo debo estar en shock para que el ladrón no se vaya de rositas?, ¿y si me violan? Es por si paso por el mal trago. No sea que por subir una foto con mis amigos a Facebook digan que tengo cara de que me gustó la experiencia y que si denuncié fue por vicio.

Estas pruebas nunca serán aceptadas en un juicio, pero deberíamos analizarlas junto a las sorprendentes opiniones de demasiada gente en medios, redes o la cola de la panadería. Si ese abogado creyó que era buena idea analizar la actitud posterior de la presunta violada, es porque sabe que no está solo. Hay quien seguirá justificando los hechos si ella no lloró lo suficiente. O si no se cerró de patas. Que estuviera en shock dará igual, por mucho que la psiquiatría lo advierta. Las pruebas son lo de menos para algunos. Y, lo que es más sangrante, para algunas. No les importa la sentencia final. Ella no cumplió con lo que se presupone. Y lo proclaman con rotundidad, como si hubiesen vivido algo igual y tuviesen criterio para opinar. Así que es verdad. Hay un juicio paralelo. Al menos un servidor tiene hasta la sentencia. Esta sociedad está podrida si exige a una víctima que lo siga siendo toda su vida. Puestos a hacer seguimiento de actitudes, me gustaría saber cómo puede sonreír un abogado, decir que el juicio abierto gustaría a las marujas y hacer ciertos comentarios frívolos cuando se está juzgando a cinco personas de haber violado a otra. Igual resulta que esa sí es una actitud normal.

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