Pamplona enfila el final de San Fermín con una ciudad desbordada de visitantes

No es que el final de la pandemia haya actuado como un revulsivo para las fiestas pamplonicas. San Fermín siempre ha sido la gran juerga que se superaba año tras año y la estadística sólo revela que la tradición se cumple. El volumen creciente de basura, vídrio y plástico acumulados en sus calles da buena prueba de lo que se come, se bebe, se mancha y de la cantidad inmensa de gente que puebla estos días la ciudad.

Hablan de ello los residuos recogidos en los contenedores municipales durante los cuatro primeros días de fiesta, entre el jueves y el domingo pasado. En total, 1.857 toneladas de basura, que suman 44,2 más que en 2017. Los residuos sólidos han crecido un 2,5% en solo seis años.

Otro dato que da una idea aproximada de la capacidad de acogida de Pamplona (y de lo bebido estos días) es el referido a las 53,8 toneladas de vidrio recogidas para su reciclaje. Son 6,1 toneladas más que en 2017.

Basta con ver las imágenes del encierro de cada día y escuchar a los corredores habituales, a los de verdad, para darse cuenta de que no cabe un alfiler en la carrera entre Santo Domingo y la plaza de toros. Aunque el fin de semana es infernal, ya no hace falta que sea viernes, sábado o domingo para que el recorrido esté prácticamente anegado de público. Ahora que enfilan el fin de fiesta la historia se repite.

Los toros de la ganadería de Jandilla, considerados de los más peligrosos (en Pamplona se dice emocionantes) cubrieron ayer el trayecto en 2 minutos y 23 segundos. La carrera, trepidante, muy veloz, permitió el lucimiento de los mozos y no estuvo exenta de momentos de angustia. También fue limpia. Sólo hubo tres heridos, entre ellos un chico de 18 años, pero los tres recibieron el alta médica ayer mismo.

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