Las muertes por atropello alcanzan este año la cifra más alta desde 2007

El dato resulta especialmente sangrante si se compara con el del año pasado, cuando solo un viandante perdió la vida en la red viaria de Euskadi, concretamente en Derio. Y también queda inmensamente lejos de los tres registrados en 2020, de nuevo todos en territorio vizcaíno. Si bien fuentes del Departamento de Tráfico del Gobierno vasco apelan -al margen de las reflexiones que se deben extraer de este espectacular incremento- al «componente de la imprevisibilidad», a siniestros marcados por un especial grado de excepción.

Un planteamiento que apunta a fatalidades como la que acabó con la vida de Joseba, un aficionado del Athletic que el 4 de septiembre volvía de San Mamés por el paseo de la ría en Deusto cuando le atropelló un coche que circulaba a toda velocidad, al parecer, porque el conductor llevaba a Urgencias del IMQ a su hija menor de edad. O la que se llevó la vida de una mujer de 93 años apenas cinco días después al ser arrollada por un vehículo cuando estaba sentada en un banco de Zorroza. Al parecer, al conductor, de 76 años, le habría dado un infarto. Antes, el 24 de agosto, moría otra mujer de 67 años al caerle encima la farola que acababa de derribar el coche que conducía una persona en estado ebrio.

Mario García, portavoz del Real Automóvil Club Vasco Navarro, asume las situaciones excepcionales, aunque pone el acento en la concentración de fallecimientos de viandantes durante el verano, «seis de las 15 muertes registradas entre julio y septiembre». «Coincide con que este año la gente ha vuelto a coger el coche en masa», apunta.

Y también incide en que la mayoría de los casos se produjeron en entornos urbanos, «donde se está generalizando el límite de velocidad a 30 kilómetros por hora». A su juicio, los beneficios de esta medida, «no están tan contrastados o, al menos, no están logrando tantos beneficios como se esperaba». Es más, en su opinión, se podría estar produciendo un efecto rebote «que habría que estudiar: una falsa seguridad entre los conductores, pero sobre todo entre los propios peatones».

Marga Arroyo, delegada de Stop Accidentes en Euskadi, también considera «alarmantes» estos datos. Y extiende su preocupación a los motoristas fallecidos, 14 en lo que va de año. «Hablamos de tres menos que en 2021, pero la cifra sigue siendo altísima y deja entrever, como con los peatones, que está influyendo algo más que las meras fatalidades», subraya.

Por eso insiste en que es urgente adoptar medidas «a todos los niveles, tanto por parte de las administraciones responsables, como por parte de la ciudadanía». Y, en ese sentido, subraya como «un paso muy importante» la reciente firma entre plataformas ciudadanas, asociaciones de víctimas de accidentes e instituciones como el Ejecutivo autonómico y los ayuntamientos de las tres capitales, del Pacto Vasco por la Seguridad Vial. «Es la primera comunidad que firma este acuerdo, que fija un plan de actuación hasta 2025 que busca comprometernos a todos con actuaciones directas, como mejorar las carreteras, y esfuerzos de concienciación que también debemos asumir los ciudadanos», añade.

La propia directora de Tráfico, Sonia Díaz de Corcuera, calificó ayer este acuerdo de «alianza que refleja el compromiso de toda la sociedad vasca con el objetivo de reducir la accidentalidad en las calles y las carreteras de Euskadi». Corcuera lamentó que haya que «seguir recordando que no es aceptable ni una sola muerte o una lesión grave por el tráfico».