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Un ejemplar de macaco de Gibraltar sobre un coche. ANTONIO 'SANE'
Los monos de Cabárceno se van de juerga

Los monos de Cabárceno se van de juerga

Alrededor de 25 ejemplares de macaco de Gibraltar se han habituado en los últimos días a 'escaparse' al barrio Cardil, de Obregón

DANIEL MARTÍNEZ

Domingo, 22 de octubre 2017, 14:15

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En Cabárceno viven como reyes. Les ofrecen un hogar y comida, los visitantes les hacen carantoñas y pueden conocer cada día a personas de toda España y de medio mundo. Pero se ve que los macacos de Gibraltar, una de las 45 especies que habitan en el parque de la naturaleza, necesitan algo más. Desde hace algunos días, los vecinos de Obregón ven como alrededor de 25 ejemplares de este tipo de primates salen del recinto y se acercan al pueblo. Lejos de resultar un incordio, se han convertido en una curiosa atracción.

«Peligro ninguno. Yo estaba tendiendo la ropa en el balcón y me encontré unos cuantos en el lavadero. Se estaban arreglando y peinando como si fueran personas. Si ves que gracia...», señala Gertrudis Barquín, que vive justo al lado de la antigua cantera del pueblo, el lugar de 'esparcimiento' favorito de los monos. «Estos animales están sueltos a su aire en el parque. Son los que se suben a los coches y se acercan a la gente. Nosotros los mantenemos dentro de Cabárceno a base de tenerlos bien cuidados y alimentados para que ellos no sientan la necesidad de marcharse», explica Miguel Otí, responsable de la instalación.

«Han ido porque la gente les da comida. Agresivos no son, pero no podemos dejarles sin control»

MIGUEL OTÍ, DIRECTOR DE CABÁRCENO

Lo que ocurre es que, puntualmente, han encontrado una zona aún más atractiva, muy cerca de la senda verde que discurre por el antiguo ferrocarril de Ontaneda. Una cantera llena de nueces, castañas y manzanas silvestres y unos vecinos que cuando les ven se acercan para darles galletas y chocolate. «Les tratan a cuerpo de rey y ahora será difícil que no vuelvan a salir. Agresivos no son en absoluto, pero tampoco podemos dejarles sin control», señala Otí. La hipótesis es que un ejemplar adulto decidió salir de excursión -esto no es extraño-, otros muchos le siguieron y juntos encontraron la zona.

Para intentar 'convencerles' de que regresen, se han colocado letreros pidiendo a las personas que no les den alimento. Por otro lado, trabajadores del parque se han acercado a la zona con petardos disuasorios para que se asusten y vuelvan a casa. «Ya les conocen. Están aquí tranquilos saltando en los árboles o tomando el sol en el tejado del antiguo edificio donde estaban las tolvas de la cantera y cuando ven a los guardas salen corriendo para arriba», cuenta Luis José Gutiérrez, otro vecino de este barrio de Obregón separado del Parque de la Naturaleza de Cabárceno tan solo por una pequeña colina.

«Peligro ninguno. Vienen unos cuantos al lavadero y se arreglan y se peinan como si fueran personas»

GERTRUDIS BARQUÍN, VECINA DE OBREGÓN

Después de varias jornadas consecutivas viéndoles jugar y alimentarse, ayer fue el primer día que Tamara Gómez no les localizó sobre su balcón. «Suelen estar por ahí saltando. Se han convertido en los amos de la cantera. Se suben a los árboles y les gusta hacer rabiar a unos perros que tienen en una finca. Les tiran comida, ramas de los árboles...», apunta. Porque si la convivencia con las personas es más que cordial, a los canes, y especialmente a un labrador, les tienen hartos.

«Han estado sueltos en Cabárceno durante 20 años y tan contentos. Esperemos que puedan seguir así mucho tiempo», detalla el máximo responsable del parque, quien confía en que las medidas tomadas sean suficientes. Si los monos siguen visitando Obregón, tendrán que buscar otras alternativas.

Furaco ya está de vuelta en el recinto de osos pardos

Tras nueve años en Asturias y unos meses de adaptación, Furaco, el más conocido de los osos de Cabárceno, ya está listo para convivir con el resto de sus compañeros. El animal regresó el pasado mes de junio al Parque de la Naturaleza de Cantabria después de una larga temporada en la comunidad autónoma vecina. El objetivo de esta estancia era lograr inseminar a Paca y Tola, dos osas que viven en semicautividad en la localidad de Proaza. Pero el programa de conservación de la Fundación Oso Asturiano no tuvo éxito y regresó sin descendencia.

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