Josu, la importancia de disfrazarse de pingüino
Hijos de la Tierra ·
Inspirado por aquellos activistas de Greenpeace que lucharon por parar los vertidos nucleares al mar en los 80, trabaja para concienciar a los ciudadanos sobre la crisis climáticaLos que le conocen están acostumbrados a ver a Josu Moreno en situaciones dispares, que a veces podrían parecer disparatadas pero que en ningún caso ... lo son. Siempre con su chaleco verde que lo identifica como voluntario de Greenpeace, ONG de la que es socio desde hace 21 años –tiene 43, así que la mitad de su vida–. De hecho, este informático vitoriano es portavoz del grupo de esta organización ecologista en Álava desde que se creó hace seis años. Por las calles de Vitoria y otras localidades de la provincia se ha paseado disfrazado de pingüino para denunciar el cambio climático que se siente ya en la Antártida, donde este mes han sobrepasado los 20 grados, temperatura nunca alcanzada. También de oso polar, porque la crisis se siente en los dos polos, bueno, en la Tierra entera, y en el del Norte estos animales se están quedando sin el hielo que necesitan para vivir. Una señal más, son muchas, de lo que está ocurriendo y que podría llevarnos a desaparecer cómo especie; de ahí que también gestionara una carrera de 'zombies' en Miranda de Ebro contra la gestionara una carrera de 'zombies' en Miranda de Ebro contra la energía nuclear (sí, caracterizado como muerto viviente) o que se vistiera de abeja, animal en peligro que extinción que, de desaparecer, ya lo dijo Einstein, «sólo nos quedarían cuatro años de vida. Sin abejas, no hay polinización, ni hierba, ni animales... ni hombres».
Como tantos otros, Josu quedó impactado en su día por unas imágenes que emitieron los telediarios en el año 1982, pero que hemos visto muchas veces porque aquella fue la primera gran acción ecologista de la ong cerca de nuestro país y porque en realidad el problema duró varios años: contemplamos desde el sofá a los activistas poniendo en juego su vida para tratar de impedir que bidones con material radiactivo fueran arrojados al mar en la fosa Atlántica a solo 700 kilómetros de la costa gallega, donde, pese a aquella oposición, 140.000 toneladas de carga mortal reposan a 4.000 metros de profundidad, una práctica que era legal.
Aquellos hombres, algunos gallegos, veinteañeros entonces, inspiraron a muchos otros, como Josu, que contemplaba extasiado cómo recibían los bidones literalmente sobre sus cabezas al colocarse con sus zodiacs bajo la grúa cuando los operarios estaban a punto de soltar el bidón. La admiración le llevó años después a querer ser uno de ellos: «Aunque en realidad yo no soy activista, soy solo voluntario, yo no hago acciones tan espectaculares...», dice restándose importancia y hablando siempre en plural, del resto de miembros de su grupo.
Con discapacitados mentales
Además de voluntario de Greenpeace, lo es también de la Asociación a favor de Personas con Discapacidad Intelectual de Álava (Apdema). Ha llegado incluso a mezclar ambos voluntariados: «En una ocasión llevamos a la gente de Apdema un montón de residuos, los esparcimos todos por el suelo y pusimos cubos de colores para que los distribuyeran para el reciclado después de explicarles cómo iba, como si fuera un juego. Y para terminar hicimos un taller de papel reciclado».
Se queja de que los adolescentes parecen poco inclinados a recibir su mensaje. De todos modos, él, con sus acciones, con su disfraz de pingüino, de oso polar, espera que al menos un solo chaval se quede mpactado y reciba de manera lúdica un mensaje que haga de él otro luchador para la causa, de la misma manera que él recibió el impacto con aquellas imágenes que lograron cambiar la percepción o ignorancia que teníamos sobre los residuos nucleares. «Al menos conseguimos que nos miren, que se interesen». Porque hoy él sabe de la importancia de las pequeñas acciones para concienciar a la ciudadanía, como la campaña global de plásticos de la organización que él llevó al terreno particular con una reciente limpieza de plásticos en Salburua: «Recogimos mucha cantidad, aunque nosotros no somos los que deberíamos limpiar, nuestra labor es señalar lo que está mal y realizar una auditoría de los residuos encontrados para nuestra base de datos, para saber qué empresas son las que más contaminan y poder elaborar los informes globales de la organización».
Ya está preparando la próxima acción: «Queremos ir a los supermercados a esperar fuera a los compradores, preguntarles si han comprado algo, fruta, por ejemplo, envuelto en plástico innecesariamente, pedírselo y al final llevar todo ese material de vuelta al supermercado». También hacen talleres, formaciones... Y recogida de firmas: «Estoy muy orgulloso de que lográramos 1.500 firmas en un solo día para apoyar una iniciativa legislativa popular para llevarlas al Parlamento con el objetivo de que las eléctricas se sometieran a una auditoría de costes, y también conseguir la declaración de emergencia climática que se aprobó el año pasado en nuestra ciudad. Lo hicimos en colaboración con la gente de Fridays For Future. Me quedé sin voz, pero mereció la pena».
El ertzaina 'zombie'
También ha tenido anécdotas; «Nos estábamos maquillando para la carrera zombie en Miranda y se me acercó un ertzaina. Yo le dije que, como siempre, habíamos pedido todos los permisos, pero él insistió en que tenía que acompañarle. En realidad el motivo era que me parecía a un sospechoso de un delito y quería que participara en una rueda de reconocimiento. Yo le dije que sí, pero a condición de que luego él se uniera a la carrera zombie. ¡Y cumplió su promesa!»
Con el tiempo, Josu ha conocido los barcos de Greenpeace, los ha visitado cuando han atracado en el País Vasco e incluso ha hecho de guía para otros visitantes. Tres días estuvieron aquellos activistas abordando con sus zodiacs el carguero holandés; desde la megafonía del barco de Greenpeace, el 'Sirius, se pidió a su capitán que parase la contestó que aquella misma tarde pararían los vertidos. Entonces, desde el 'Sirius' alguien lanzó un ramo de flores al mar. En 1995, 13 años después, se prohibieron finalmente este tipo de vertidos al océano. Y un año más tarde, el 'Sirius', bautizado con el nombre de la estrella más brillante de nuestro cielo nocturno, se jubiló con la misión cumplida.
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