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Nacho Vigalondo junto a Rocío Ibáñez e Ingrid García-Jonsson en el rodaje de 'Superestar'. Carla Oset
El Piscolabis

La Tamara mala y los malos buenos

Sabían que eran juguetes pero nunca imaginaron que acabarían tan rotos

Sábado, 26 de julio 2025, 00:02

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La primera vez que vi a Nacho Vigalondo entró, saludó y se descalzó. -Así pienso mejor- comentó, ante las miradas del resto. Estábamos en la ... productora «Hill Valley» del buen amigo y cómico Flipy, situada en la plaza Santa Ana de Madrid. Conocía a los colegas de Enrique, que es su verdadero nombre, y tenía claro que eran tan singulares como brillantes. Además de los socios de Flipy, estaban Alfredo Díaz, Joaquín Reyes, Agustín Jiménez y Raúl Cimas. La idea era crear un programa de humor que contara la Historia del mundo de una manera divertida. La razón por la que Goya pintó dos Majas, Filípides tardó tanto en llegar a Atenas o qué pasó con Collins para ser el único que no pisó la Luna. También era una apuesta osada. Por ejemplo, contaba las aventuras de un Judas empeñado en ser el representante de Jesucristo. Por algún lugar tengo el programa piloto. Nadie lo quiso comprar. Ya no estábamos en los locos 90 y tocaba «ser políticamente correctos». Fue un mazazo.

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