

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Han padecido un rosario de desprecios continuos, insultos, ataques, incluso golpes que, en ocasiones, empezaron ya desde el noviazgo. Educadas para desempeñar el papel de esposa abnegada y madre amantísima, han soportado carros y carretas, siempre en silencio, ocultando su sufrimiento. Un estudio de Emakunde ... ha analizado la «invisibilidad de la violencia machista ejercida contra las mujeres mayores» y ha puesto cifra por primera vez a esta lacra: se estima que más de 16.400 vascas mayores de 65 años sufren en la actualidad violencia de género y que una de cada cuatro han sido víctimas a lo largo de su vida.
El informe 'Violencia de género y mujeres mayores en la Comunidad Autónoma de Euskadi: visibilizando una vulnerabilidad opaca', que fue presentado ayer martes en la sede de Emakunde, en Vitoria, llega tras unas jornadas especialmente negras, con cuatro mujeres asesinadas a manos de sus verdugos en cinco días y en un momento en el que la extrema derecha cuestiona abiertamente la violencia de género. El estudio refleja que el 23,4% de mujeres de más de 65 años han sufrido violencia de género a lo largo de toda su vida y que un 5,7% (16.456) la padecen en la actualidad.
Los autores de la investigación, la socióloga, gerontóloga y criminóloga Iratxe Herrero Zarate y el politólogo y agente de igualdad Carlos Díaz de Argandoña, basan los datos que cimientan su estudio en la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer que realizó en 2020 la Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género y los extrapola a la realidad estadística vasca.
Noticia Relacionada
Tras las frías cifras, los testimonios que Herrero Zarate y Díaz de Argandoña obtuvieron en 13 entrevistas personales, entre ellas dos mujeres alavesas. En esos encuentros «muy duros», las mujeres relataron durísimos episodios continuados de violencia. «En mi octavo embarazo, estaba de ocho meses y un día vino a casa borracho y me dio una paliza que casi me mata. En aquella época ibas al hospital, te curaban lo justo y volvías a casa», recogen los investigadores.
Otros relatos hacen referencia directa a la normalización de la cultura del maltrato -«Si tu marido quería ir a la cama, tú ibas y sin más»- y el absoluto desamparo, la profunda incomprensión que se encontraban las víctimas. «Fui a contarle al cura de mi pueblo que mi marido me pegaba y me dijo que, igual que Cristo llevó su cruz con dignidad, que si yo era buena cristiana hiciera lo mismo con mi matrimonio», narra otra de las mayores entrevistadas para el estudio.
«Son víctimas de muy larga duración, asumen y normalizan la violencia, adaptándose a ella», explican los investigadores, para los que la mayoría de las mujeres mayores que han padecido violencia machista «han asumido la obligación de mantener su rol de esposa y madre como elemento que define su identidad», lo que explica su dificultad para poner fin a la relación con su maltratador. «Desarrollan un comportamiento de mayor aceptación de las experiencias vitales, conocido popularmente como 'cultura del aguantar'», destacan. Por ese motivo, «la mayor parte de ellas se mantienen en la relación hasta que esta cesa por fallecimiento del hombre». Solo en ese momento conocen lo que es sentirse libres. Ya demasiado tarde.
2,3% de los casos
registrados en 2020 de violencia de género en Euskadi fueron contra mujeres de 65 años y más,es similar a la media estatal (2%).
El estudio de Emakunde también ha esbozado el perfil de «los hombres mayores maltratadores», que, a juicio de los investigadores, «presentan características singulares, entre las que destacan la socialización patriarcal, en un contexto más permisivo que el actual con este tipo de violencia que ha contribuido a legitimar sus comportamientos violentos». Los autores van más allá y establecen en el momento de la jubilación como el de más riesgo de que se reproduzcan las conductas violentas. «Los hombres dejan de tener una ocupación, se sienten perdidos y lo pagan con su compañera», aseveran.
Con todo, son las víctimas las que centran el extenso informe, que detecta perfiles «especialmente vulnerables» en aquellas mujeres de más de 80 años y en las que viven en el medio rural al tiempo que establece características comunes, «singulares», de las mujeres mayores de 65 años que sufren este calvario. «Tienen un estado de salud físico y psicológico más deteriorado y una autopercepción de su estado de salud y de su imagen más negativa que otras mujeres de su edad y presentan un mayor grado de aislamiento social». Al mismo tiempo, los autores detectan que muchas de ellas «tienen dificultad para identificarse como víctimas». No se ven reflejadas en el estereotipo de mujer maltratada, y, por tanto, no piden ayuda.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.