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Aitor Ansa
Jueves, 17 de abril 2025, 09:28
La nueva Unidad de Terapias Avanzadas del Hospital Donostia acaba de cumplir un año desde su puesta en funcionamiento. Un área donde, a través de ... tratamiento con células vivas CAR-T, se atiende a personas con tumores hematológicos, en su mayoría linfomas –aunque también leucemias o mielomas–, en las que la quimioterapia no ha tenido los efectos deseados. La revolución médica de las terapias génicas, que surgieron en Estados Unidos hará 15 años, ha llegado también a Euskadi y lo ha hecho para quedarse, después de comprobar que logran que el cáncer remita en enfermos en los que otros tratamientos como la 'quimio' no ha surtido efecto. Los datos hablan por sí solos. El 60% de las personas con cáncer del sistema linfático se curan con la terapia CAR-T, la joya de la corona de los tratamientos que se aplican en esta unidad.
«Estas terapias están suponiendo una revolución, un cambio radical. No solo en el pronóstico de los pacientes, sino en la manera que tenemos de entender el tratamiento de estos pacientes con enfermedades hematológicas», explica Carlos Panizo, jefe de servicio de Hematología y Hemoterapia del Hospital Donostia, que compara estos avances «con cuando llegó la antibioterapia o cuando llegó la quimioterapia.Estamos viviendo una revolución de esa misma magnitud con estas terapias».
En la actualidad, el de la capital guipuzcoana es el único centro sanitario de Osakidetza que utiliza este tratamiento, que combina terapia celular y terapia génica. «El grueso» de personas que se someten a esta técnica sufren «una enfermedad hematológica que llamamos linfoma, un tipo concreto de linfoma muy agresivo» llamado linfoma difuso de células B grandes. «Cuando damos tratamientos estándares de los de toda la vida a estos pacientes, normalmente quimioterapia, estábamos consiguiendo curar en torno al 30-40% de los pacientes», detalla Panizo. El 60% restante «acababa muriendo por su enfermedad».
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Lo que ocurría con esos enfermos es que se les volvía a dar un nuevo tratamiento de 'quimio' que conseguía «que sobrevivan unos 8 meses de tiempo». Lo que han comprobado ahora los profesionales del Hospital Donostia es que «con los CAR-T, cuando se lo damos a esos pacientes que antes nos vivían 8 meses, estamos curándolos en torno al 60%». Es decir, seis de cada diez logran vencer al cáncer hematológico.
A fin de cuentas, el CAR-T lleva al máximo exponente los tratamientos de inmunoterapia. El proceso comienza en la sala de enfermería de la Unidad de Terapias Avanzadas, donde se saca la sangre de los pacientes. Por una vía se extrae la sangre y por la otra se le vuelven a administrar las células que no interesan para crear el CAR-T en un proceso que se puede extender hasta las 4 horas. Después, pasan por la denominada sala blanca y en el caso del Hospital Donostia se envían a Europa, normalmente a Países Bajos o Bélgica, para que en un laboratorio se inserte el gen CAR, receptor de antígeno quimérico, en la célula T.
Pasadas aproximadamente tres semanas, y una vez creado el producto, lo envían de vuelta al centro sanitario de Osakidetza para que se lo infundan al paciente, o lo que es lo mismo, se le administre el tratamiento como si fuera una transfusión de sangre. Este proceso se lleva a cabo en una consulta ordinaria. Hasta administrarla, la sangre se guarda en unos tanques que tienen en la nueva unidad, donde se exponen las células a nitrógeno en fase líquida, que está a -273 grados, para preservar las células.
En resumidas cuentas, «lo que hacemos es sacar linfocitos, o sea, células de la defensa de la sangre que están bien, las modificamos genéticamente para que puedan atacar el tumor y las infundimos al paciente», sintetiza Ander Izeta, jefe de sección de la Unidad de Terapias Avanzadas del centro donostiarra. Un proceso que, a priori, puede parecer muy sencillo, pero que requiere de «una logística muy compleja porque son pacientes que están enfermos, que a veces fallecen en el proceso de fabricación de la célula, y porque también tiene que haber mucha coordinación entre hospital e industria farmacéutica».
Esto ocurre porque el Hospital Donostia utiliza el llamado CAR-T comercial o farmacéutico, que cuesta al sistema de salud público vasco «320.000 euros aproximadamente» por paciente. Este coste tan elevado se explica porque aunque las células se extraigan y administren al enfermo en el propio hospital, no se procesan en el mismo centro sanitario. El objetivo de Osakidetza es, sin embargo, llegar a fabricarlo en el propio centro de la capital guipuzcoana y crear el conocido como CAR-T académico, que ya tiene, por ejemplo, el Clínic de Barcelona, referencia en esta materia. Entre otras cosas, este paso reduciría considerablemente el coste del tratamiento, que rondaría «en torno a los 90.000 euros» por persona. «Tienes un ahorro muy relevante que a largo plazo puede hacer que puedas tratar muchos más pacientes. Es un camino de muchos años y mucho trabajo que estamos iniciando ahora», reconoce Izeta.
Por ahora, Osakidetza utiliza esta terapia en tumores hematológicos muy concretos, principalmente linfomas, leucemias y mielomas, «en pacientes que han pasado ya por las líneas de tratamiento estándar y han sido refractarios a las mismas».Es decir, no han respondido bien. Pero esto está cambiando. «Poco a poco están empezando a entrar cada vez más temprano en los algoritmos de tratamiento. Cada vez más están empezando a sustituir a algunas de las quimios que se les estaban dando a los pacientes porque los resultados de los ensayos clínicos sí que soportan el uso y la puesta en efectividad de estas terapias nuevas», relata el responsable de la unidad. En el caso de los tumores sólidos, por ejemplo, «los resultados no están siendo igual de buenos», agrega Panizo.
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