Hablan las víctimas del cirujano francés que abusó de 300 niños: «Algunas somos amigas y hemos llorado juntas»
El tribunal de Vannes acoge desde el lunes el juicio a Joël Le Scouarnec por sus deleznables crímenes de pederastia
«Tengo miedo». Es lo que sienten muchas de las víctimas de Joël Le Scouarnec, el excirujano francés acusado de violar y agredir sexualmente a ... 299 niños a lo largo de 25 años. Da igual que el médico, que cumple 15 años de prisión por delitos similares contra cuatro menores, no pueda hacerles nada. Muchas de ellas no pueden evitar «llorar» recordando lo que les hizo. Este lunes ha comenzado el juicio en el tribunal de Vannes, en el oeste de Francia, por sus deleznables crímenes de pederastia. Se espera que el veredicto no se conozca hasta al menos el 6 de junio.
Marie Grimaud, abogada de 39 partes civiles, fue la que ayer puso voz a las víctimas de Joël Le Scouarnec, nacido el 3 de diciembre de 1950 en París dentro de una familia modesta de clase media, asegurando que «no esperan nada» de él. En declaraciones a la prensa, la letrada afirmó que sus clientes sólo buscan con la apertura del juicio, que durará cuatro meses, «recuperar un poco de dignidad, humanidad y sobre todo consideración por parte de la justicia».
El excirujano, de 74 años, se enfrenta a 111 acusaciones de violación y 189 de agresión sexual cometidas supuestamente entre 1989 y 2014. Las víctimas eran niños (158) y niñas (141), con una edad media de 11 años. Incluso llegó a violar a un bebé. En todos los casos, abusó de su posición de médico en lo que se supone el mayor caso de pedocriminalidad en Francia cometido por un solo hombre. Y todo ello pese a que algunas de sus imputaciones han quedado fuera de la causa por la prescripción de los delitos.
Falta de espacio para tanta víctima
La magnitud delictiva del médico jubilado es de tal envergadura que sus múltiples víctimas, hoy ya adultas, se verán obligadas a seguir el juicio en una sala anexa ante la imposibilidad de que ocupen sus asientos en la principal por falta de espacio. Tan sólo se verán cara a cara con su agresor cuando les toque el turno de declarar ante el tribunal, sin tener «el apoyo emocional» del resto de damnificados por el depredador sexual galo. 40 de ellos han ejercido su derecho a dar su testimonio a puerta cerrada.
Teniendo en cuenta todo el complejo operativo que será necesario para sus declaraciones, no resulta extraño que víctimas como Amélie Lévêque, de 42 años, confiese tener «miedo» del acusado. «Esta mañana he visto a algunas de las víctimas que son amigas mías y hemos llorado juntas. Ha sido bonito y doloroso a la vez», agregó. Se da la circunstancia de que muchas de ellas tenían traumas que no podían explicar desde su infancia, ya que no recordaban los abusos por culpa de la anestesia. Incluso algunas de ellas, ya adultas, tenían auténtico miedo de que las durmieran en una sala de operaciones sin entender hasta ahora el motivo que provocó esa fobia.
Sólo fueron conscientes de los abusos cuando se los fueron comunicados por la Policía al encontrar sus nombres en el morboso diario del cirujano. «Pedí leerlos yo misma porque no podía creerlo. Pero, al final, no pude hacerlo porque imaginen… era pornografía dura y yo era tan pequeña cuando ocurrió...», lamenta María, casada y con hijos, que reconoció haber tenido en su adolescencia problemas para intimar con hombres debido a los actos cometidos por el doctor. «Fue en ese momento cuando recordé su mirada glacial», declaró a los investigadores de este escalofriante caso de pederastia múltiple. Algunas de estas personas han tenido que ser tratadas con antidepresivos tras conocerse los detalles de las violaciones que sufrieron.
«Cero empatía»
Es difícil entender cómo Le Scouarnec pudo pasar desde 1980 hasta 2017 abusando de sus pacientes con total impunidad con «cero empatía» hacia sus víctimas, según los peritos psicológicos que le trataron. Sobre todo, teniendo en cuenta que el tribunal de Vannes ya le condenó en 2005 a cuatro meses de prisión, con suspensión de pena, por posesión de pornografía infantil. Un castigo que no le impidió seguir trabajando con menores de edad y abusando de ellas durante más de una década.
Incluso dos compañeros dieron la voz de alarma sin ninguna consecuencia tras insinuarse a la hija pequeña de uno de ellos. «Nadie quiso ver al depredador debajo de la bata», destacó el periodista Hugo Lemonier a varios medios de comunicación galos. «Médicos agresores, violadores. Colegio de Médicos cómplice», rezaba una pancarta desplegada ante el tribunal de Vannes, poco antes del inicio del juicio. Unos 30 manifestantes formaron con letras la frase «Stop a la ley del silencio».
«¿Cómo puede ser que en treinta años de carrera fuera capaz de estar tantas veces solo con niños en las salas y que nadie viera nada? Para mí es imposible», se preguntaba una de sus víctimas. Incluso su esposa, Marie France, una auxiliar de enfermería, con quien tuvo a sus tres hijos, decidió callar pese a ser consciente de las inclinaciones sexuales de su marido, según se refleja en el diario del propio Le Scouarnec. Finalmente, lo terminó abandonado tras su primera condena por posesión de pornografía infantil.
Vivía rodeado de muñecas
Fue necesaria la denuncia en 2017 de un vecina suya de 6 años, a la que había agredido y violado estando despierta en Jonzac, en el oeste de Francia, para que salieran a la luz sus crímenes. En su domicilio, este respetado médico, especializado en cirugía digestiva y abdominal, vivía como un ermitaño con sus decenas de muñecas, una de ellas medía más de un metro. Los gendarmes se incautaron de más de 300.000 imágenes pedófilas y 650 archivos de video tomados durante años, así como miles de páginas de listados y diarios en su ordenador.
Solía empezar con una indicación del lugar, por ejemplo, «En la habitación» o «En mi despacho». El cirujano anotaba escrupulosamente los nombres de sus víctimas y a menudo se refería a ellas como «mi pequeña» o «mi querida» en cuadernos. Llegó a hacer dos listados, cuyos títulos eran «coñito» y «pollita» junto con los relatos de los abusos que les infligía bajo los efectos de la anestesia, a veces incluso en la mesa de operaciones del Hospital de Quimperlé.
Según su abogado, Maxime Tessier, «el acusado reconoce su responsabilidad en la inmensa mayoría de los hechos». «En ningún caso, Le Scouarnec pretende eludir sus responsabilidades», añadió. «Cometí actos abominables (...) Hoy soy perfectamente consciente de que estas heridas no se pueden borrar», dijo el cirujano al inicio del juicio en el que se enfrenta a una pena máxima de 20 años de prisión. Un arrepentimiento que, a todas luces, llega demasiado tarde al igual que el de Dominique Pelicot, que organizó las violaciones en serie de su esposa Giséle en el reciente proceso «fuera de lo común» que conmocionó a Francia.
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