Guerra al plástico: las vajillas desechables y las pajitas quedarán prohibidas en 2020
El Congreso da los primeros pasos para vetar el uso de estos artículos desechables por razones medioambientales. Francia ya lo ha hecho, mientras Baleares y Valencia amplían el veto a los bastoncillos, maquinillas de afeitar y cápsulas de café
La pajita del refresco, la socorrida vajilla del cumpleaños de usar y tirar, el vasito del café de la máquina del trabajo... todos serán historia en poco más de año y medio. Siguiendo el ejemplo de países como Francia, el Congreso ha empezado esta semana a dar los pasos necesarios para prohibir los utensilios de plástico de un solo uso a partir del 1 de enero de 2020 por razones medioambientales. La iniciativa, presentada a instancias de Podemos y consensuada con los otros dos grupos mayoritarios de la oposición (PSOE y Ciudadanos), plantea que todos estos artículos que se comercialicen o se distribuyan gratuitamente a partir de esa fecha estén compuestos de al menos un 50% de sustancias biodegradables (almidón o fécula de patata), y de un 60% a partir de 2025. Ha salido adelante con los votos de todos los partidos con representación en la Cámara, salvo el PP.
Tal y como ya ocurre en el país vecino desde hace dos años, los platos, vasos, tazas, cubiertos o pajitas hechos íntegramente con plástico se esfumarán, en teoría, de las estanterías de los comercios y de las máquinas expendedoras. Deberán ser sustituidos por alternativas producidas total o parcialmente con materiales biológicos y utilizables para la fabricación de compost. La norma afecta tanto a los establecimientos de restauración (restaurantes tradicionales, de comida rápida...), como a los de venta de bebidas y otros comestibles (panaderías, pastelerías o tiendas de alimentación, entre otros).
La medida, según justifican sus impulsores, viene motivada por la desaforada demanda de artículos de plástico, la mayoría en el formato de envases, es decir, de un solo uso. Los datos hablan por sí solos. En los últimos 50 años, la producción global de este material se ha disparado, especialmente en las décadas más recientes. Entre 2002 y 2013 aumentó un 50% (de 204 a 299 millones de toneladas) y se estima que en 2020 se superarán los 500 millones, es decir, un 900% más que los niveles de 1980. España es uno de los países europeos en los que se concentra más de dos tercios de la demanda (7,4%), por detrás de Alemana (24,9%), Italia (14,3%), Francia (9,6%) y Reido Unido (7,7%).
400 años de vida
Paralelamente, el aumento de producción ha acarreado un incremento de los residuos que ha alcanzado ya niveles «dramáticos». «La mitad de los envases de plástico que se usan en España acaba en el vertedero sin ser reciclados o en el medio ambiente», denuncia el diputado de Equo-Podemos, Juan López de Uralde, alma máter de la iniciativa.
Y como consecuencia de una mala gestión de los despercidios o de su directo abandono, unos 8 millones de toneladas de plásticos terminan en los mares y océano cada año. Si esa cifra nos deja fríos, para para hacernos una idea real del desastre diremos que equivale al peso de 800 estructuras de la Torre Eiffel, serviría para cubrir 34 veces la isla de Manhattan o supondría el mismo peso que un total de 14.285 aviones Airbus A380. Cerca del 80% de la basura marina es de plástico, formada en su mayor parte por minúsculos fragmentos de tamaño inferior a los 5 milímetros.
Un auténtico desastre medioamental, sobre todo teniendo en cuenta los elevados periodos de degradación de estos materiales. Según el estudio 'Plásticos en los océanos. Datos, comparativas e impactos', publicado por Greenpeace, un cubierto tarda 400 años en desaparecer y un vaso entre 65 y 75.
Bastoncillos y mecheros
Francia ha sido el primer país en legislar al respecto pero no el único que está adoptando medidas para frenar la contaminación por plásticos, Holanda, Alemania, Croacia, Letonia, Canadá, Australia y varios estados de EE UU han puesto en marcha un sistema que recuperación de casi el 100% de los envases. En España, la delantera la lleva Baleares, que ya está tramitando una norma incluso más restrictiva que la que llevará el rango nacional, al extender el veto también a los bastones para los oídos, los mecheros, las maquinillas de afeitar desechables, e incluso las cápsulas de café no reciclables. El nuevo Plan Integral de Residuos (PIR) de la Comunitat Valenciana ya se ha hecho eco de la norma balear e incluye en su borrador estas mismas medidas, tal y como adelantó el propio Ejecutivo este pasado miércoles.