De 32,9 grados en el interior de Bizkaia a 34,8 de Rioja Alavesa: estos son los nuevos umbrales de temperaturas peligrosas
El Ministerio de Sanidad divide España en siete zonas de 'meteosalud' para lanzar alertas más precisas y evitar fallecimientos por altas temperaturas
No es lo mismo estar a 30,2 grados en Bermeo que vivirlos en Bilbao. Mientras en la localidad costera esa temperatura marca el umbral ... a partir del cual se disparan las muertes por calor, la capital vizcaína aún se encuentra a 2,7 grados de alcanzar ese punto.
Lo mismo sucede en Álava: en Vitoria el riesgo de fallecimiento por altas temperaturas se dispara a partir de los 32,2 grados, pero en Legutio no hay peligro hasta que el termómetro sube tres décimas más, y en Laguardia se tiene que disparar hasta los 34,8 grados para que salten las alarmas.
Son diferencias que no atienden a fronteras provinciales y que se repiten en toda España, razón por la que el Ministerio de Sanidad ha decidido modificar el mapa del plan nacional de alertas por calor que activó ayer, y que cumple veinte años.
Así, las advertencias de colores que nos acompañan durante todo el verano vendrán determinadas por los umbrales de 182 zonas de 'meteosalud'. Euskadi alberga siete: Bizkaia y Gipuzkoa quedan divididas en dos –el litoral por un lado y el interior por otro–, y Álava en tres –Cuenca del Nervión, Llanada Alavesa y Rioja Alavesa–.
Si las diferencias dentro de una propia provincia ya pueden ser significativas, a nivel nacional resultan chocantes: el 'umbral de temperatura máxima de impacto en salud' más bajo corresponde al litoral asturiano, donde 23,9 grados ya resultan preocupantes; en el extremo opuesto, el mercurio debe llegar hasta los 40,4 grados en la campiña cordobesa para que exista un riesgo alto. Y dentro de una misma comunidad autónoma sorprende Galicia, donde el umbral va desde los 25,5 grados de A Mariña hasta los 37,5 del Miño de Ourense.
Grave riesgo para los más vulnerables
Con este cambio en el mapa se pretende dar respuesta de forma más precisa al reto que supone el aumento de las temperaturas como consecuencia del cambio climático, y, como explica el Ministerio, «reducir los efectos potenciales asociados a las altas temperaturas durante el periodo estival». Porque, «la exposición humana a temperaturas ambientales elevadas puede provocar una respuesta fisiológica insuficiente del sistema termorregulador. El calor excesivo puede alterar nuestras funciones vitales cuando el organismo es incapaz de compensar las variaciones de temperatura corporal».
Es una situación en la que «se produce pérdida de agua y electrolitos que son necesarios para el normal funcionamiento de los distintos órganos», algo que puede resultar mortal entre las personas más vulnerables, ya sea por su avanzada o corta edad o por padecer diferentes enfermedades. «Normalmente un individuo sano tolera una variación de su temperatura interna de aproximadamente 3°C, sin que sus condiciones físicas y mentales se alteren de forma importante. A partir de 37°C se produce una reacción fisiológica de defensa», explica el Ministerio.
«El riesgo de mortalidad atribuible a las altas temperaturas crece, con una probabilidad del 95%, entre un 9,1% y un 10,7% por cada grado que la temperatura ambiente asciende por encima del umbral de impacto en la salud», añade, señalando que un estudio realizado entre 2000 y 2009 cifró las muertes por calor en 1.300 al año. Una cifra que se disparó en 2022 hasta el actual récord de 4.789.
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