'Gladis Albarracín', la orca sospechosa de los ataques a veleros en aguas vascas

Que las orcas toquen las embarcaciones es una peculiaridad única de las que habitan el litoral peninsular. «En todas partes del mundo se acercan a los barcos o los siguen, pero solo aquí los tocan», explica Alfredo López, portavoz de GT Orca Ibérica, un grupo de biólogos que monitorea desde hace años la comunidad de orcas que vive en la franja costera entre el Estrecho y el Golfo de Bizkaia. Son un grupo de medio centenar de ejemplares, pero no todas atacan. Las que lo hacen se llaman Gladis. «Luego les ponemos un apellido, ya sea un color (Gladis blanca, negra...) o el nombre de una montaña (Albarracín) para diferenciar unas de otras». Las orcas peninsulares, algo más pequeñas que las de otras latitudes, son «residentes» -siempre están en las mismas aguas- y se mueven en 'familias' de 5 o 10 miembros. «Creemos que en el Golfo de Bizkaia hay ahora dos familias, unos quince ejemplares».

Una de las que integra este grupos es 'Gladis Albarracín', un ejemplar joven detectado en 2021 que no saben si es macho o hembra. Lo que sí saben es que ya ha tenido «interacciones» con otros barcos. «Se la conoce por la marca en la aleta. Nos enviaron una foto suya en el litoral vasco hace menos de dos semanas», señala Alfredo López, quien da por seguro que ha estado implicada en los dos ataques, «aunque quizá no sólo ella».

Que haya orcas en esta zona no es excepcional: «Cada año, a finales de primavera, se desplazan desde el Estrecho hacia el oeste y el norte. Al llegar a Galicia, se abren en abanico, algunas regresan y otras siguen hasta el Golfo de Bizkaia». Lo inusual es que hayan atacado, ya que esto sucede, principalmente, en el Estrecho. Allí, las orcas han hundido ocho embarcaciones en los últimos cinco años -no ha habido que lamentar víctimas- y en 2021 el Ministerio restringió la navegación 17 días a causa de los recurrentes ataques.

«En Euskadi es la primera vez», señalan desde la Dirección General de la Marina Mercante. Comprenden «la alarma», pero no van a tomar medidas más allá de pedir precaución a los navegantes: «Se sugiere establecer rutas próximas a la costa». Aparte de eso, normalidad. Prueba de ello es que el 31 de julio partirán desde Getxo rumbo a Gijón una veintena de embarcaciones para disputar una regata, confirman fuentes del Marítimo del Abra.

Que haya orcas aquí o en Galicia solo significa una cosa: que han encontrado comida. «Las orcas del litoral peninsular atlántico se alimentan de atunes, a diferencia de otros lugares donde comen ballenas o focas». Los atunes suelen encontrarse en esa franja de mar en la que la profundidad aumenta de repente, de 200 metros a 1.000 o más, una zona rica biológicamente y donde hay mucho alimento. «Las orcas se acercan y 'empujan' a los atunes hacia la costa, a aguas menos profundas, donde los atraparán con más facilidad, igual que un perro pastorea las ovejas». Y es en esta búsqueda de comida cuando se topan con las embarcaciones y, a veces, las embisten. Los ataques se han reducido un 40% en 2024, lo que hace más extraordinarios los sucesos de esta semana.