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Hay quienes tienen totalmente interiorizado el hábito de hacer la cama todos los días y, de hecho, no pueden salir de casa y dejar pendiente esta tarea. Sin embargo, hay otros que prefieren dejarlo para más tarde o que directamente no hacen la cama nunca. La experta en orden Cristina Muñoz (@orden_y_espacios) explica cuáles son los beneficios de este sencillo gesto.
«Hacer la cama cada mañana nos lleva unos pocos minutos, y se considera como el primer logro, el que marca el tono de tu día», detalla. «Nos hace sentir satisfechas y motivadas para seguir. Muchas personas la consideran la primera de las buenas decisiones del día», añade. Según la experta, el simple movimiento de estirar las sábanas cada mañana «hace que entendamos que la etapa de descanso terminó y toca activarse», puntualiza.
Además, considerando el volumen que ocupa una cama, que es la pieza reina de la estancia, «tenerla hecha es tener más del 50% de nuestra habitación en orden. ¿Lo habías pensado? Esto te anima a querer tener el resto recogido y ordenado. En resumen si la habitación se ve mejor, tú te sientes mejor», señala.
Así, según Cristina Muñoz, otro de los beneficios que tiene es que refuerza la autodisciplina y la productividad. «Por ejemplo, si nuestro nivel de disciplina está en momentos bajos, lo que menos queremos es iniciar el día haciendo la cama. Sin embargo, si te obligas a hacerla, ayudarás a que tu disciplina vuelva a su estado óptimo». La razón es que «mientras cerebro y cuerpo se resisten a realizar ese esfuerzo, somos capaces de controlarlo y enfocarlo en un objetivo: dejar tu cama hecha», señala.
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