Los exorcismos en Derio de las monjas de Belorado
Las exclarisas relatan al 'The New York Times' que dejaron el convento vizcaíno porque se sentían perseguidas por el demonio
Podría parecer el guion de una nueva película de Alex de la Iglesia, pero muchas veces la realidad supera a la ficción. El nuevo capítulo ... protagonizado por las ya famosas monjas rebeldes de Belorado salta ahora al género de terror con un relato en el que no faltan las experiencias sobrenaturales e incluso los exorcismos, muy acorde tratándose de una orden religiosa. Según la historia que cuentan las religiosas al periódico estadounidense 'The New York Times', todo arranca en el convento que ocupaban en Derio. Una pesadilla para no dormir, como las que salen en el programa de misterio de Iker Jiménez, que terminó con las ahora exclarisas haciendo las maletas para establecerse en Orduña al no poder aguantar más la situación.
Las monjas pretenden con este rocambolesco relato justificar las continuas mudanzas que terminaron en Belorado, donde se produjo su pulso con las autoridades eclesiásticas a cuenta de una pugna por la propiedad de sus tres conventos. Precisamente, esto es lo que ahora han querido aclarar al diario estadounidense de mano de su último fichaje: Francisco Canals, un periodista especializado en reputación e imagen pública, muy deteriorada tras sus votos de obediencia a dos obispos cismáticos.
Según su versión, las idas y venidas comenzaron por una serie de «hechos preternaturales continuados» en el monasterio de Derio, situado en la zona de Artebakarra, en el barrio de San Isidro, que «requirieron de exorcismos y otras intervenciones que se practicaron desde la Iglesia conciliar entre el 2016 y el 2020». Desde un primer momento, las antiguas clarisas sintieron que en el lugar a donde parte de la congregación de Belorado se había trasladado para anexionarse a sus hermanas vizcaínas, establecidas allí desde 1970, «había algo extraño, algo inquietante».
Una vez allí decidieron mejorar el convento y convertirlo «en un centro espiritual, ofreciendo alojamiento y comida a los turistas religiosos y atrayendo generosas donaciones». Para ello, las religiosas emprendieron unas obras en el caserío Islabe, un edificio de dos plantas independiente que databa del siglo XVII y cercano a sus instalaciones. Pero sus primigenios planes para popularizarlo fracasaron. Al lógico agotamiento físico y mental de la religiosas por la situación, se le sumaron las apariciones de varios fenómenos inexplicables. Sucesos que tantas veces hemos visto en filmes de terror y que sucedían, como no podía ser de otra forma, durante la noche.
Pasos misteriosos, risas tristes, bebés llorando, picaportes que giraban solos, objetivos que se movían por fuerzas invisibles, luces que se encendían y apagaban.... No falta ningún cliché visto en documentales sobre casas encantadas. Ante tales hechos, las monjas llegaron a sentirse perseguidas por el mismísimo «demonio». «Cuando te encuentras cara a cara con el diablo, sabes con quién estás tratando», declara la hermana Paloma, de 47 años, al diario norteamericano. «Tenía mucho miedo», añade al tiempo que desvela que algunas compañeras empezaron a enfermar misteriosamente durante ese periodo.
Tres exorcistas
La situación fue tan insostenible que, ante la imposibilidad de llamar a los 'Cazafantasmas', las religiosas recurrieron a tres exorcistas. Pero nada funcionó. Ante su fracaso, los supuestos especialistas en fenómenos esotéricos les aconsejaron que se fuesen de allí. Fue entonces cuando decidieron trasladarse a Orduña y vender el monasterio de Derio, una operación que encendió las alarmas de sus superiores en la jerarquía eclesiástica. Mientras reunían el dinero suficiente para comprarlo, se refugiarían en otro situado en Belorado, donde finalmente les pilló su pulso con el arzobispo de Burgos, Mario Iceta. En paralelo, seguían alquilando el de Derio, convertido en una hospedería, que fue escenario de una 'rave' ilegal en 2020 en plena pandemia y que más de uno no dudaría también en calificarla de demoniaca.
Al desvelar el miedo que pasaron en Derio, las religiosas, famosas por la producción de sus sabrosas frutas de chocolate, pretenden demostrar que sus mudanzas no fueron fruto de «cualquier trama inmobiliaria o capricho por adquirir más conventos». Al mismo tiempo, quieren expresar su agradecimiento por las muestras de afecto y apoyo recibidas de numerosas personas en todo el país«. Y es que las 13 monjas rebeldes aseguran permanecer unidas en la adversidad: «Nos han quitado nuestras cuentas bancarias y también quieren quedarse con nuestras propiedades, terrenos y donaciones».
«Es muy duro, pero tenemos que luchar», explica al diario estadounidense la hermana Belén, que entró en la orden de las clarisas de Belorado en 1999, a través de una reja. Todas ellas están decididas a «enfrentar con fortaleza» el proceso judicial previsto para el próximo 19 de diciembre ante su negativa de abandonar su actual convento en la localidad burgalesa, después de consumar su ruptura con la Iglesia Católica Romana y el papa Francisco.
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