

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Dos jóvenes holandeses de 25 y 22 años se adentraron el pasado 14 de diciembre en Itxina, en el macizo del Gorbea. Desconocedores del terreno y se supone que también del temporal que se avecinaba, una impresionante tormenta de nieve les sorprendió hasta el punto ... de perderse y verse obligados a llamar al 112. Eran las 17.30 horas, con cada vez menos luz por el sol ocultándose en el horizonte y unas condiciones dantescas. Inmediatamente se movilizaron miembros del grupo de rescate de montaña de la Ertzaintza. Con agua y comida suficientes, ambos jóvenes tuvieron que pasar buena parte de la noche a la intemperie. Los especialistas dieron con ellos de madrugada tras doce horas de intensa búsqueda. Por suerte, su odisea se saldó con un principio de hipotermia y un buen susto.
Este fue uno de los 381 rescates que se llevaron a cabo en Euskadi a lo largo del año pasado. Desde 2012, cuando entró en vigor la ley de tasas que marca la pauta a seguir en este área, la cifra asciende a 4.954 operaciones de salvamento, lo que arroja una media de más de una al día. Por ellas solo se han cobrado 45.383,28 euros –el dato es hasta 2022, ya que no se disponen de los datos de los últimos dos años por problemas informáticos–, el equivalente a algo más de 21 horas de helicóptero, valorada en esa misma normativa en 2.155,79 euros. A ello se le suman los 37,08 euros por agente que participe en el operativo y los 39,14 euros por vehículo. «La mayor parte de esta cuantía ha sido asumida por las compañías de seguros», apuntan desde el Gobierno vasco. Unos seguros que se hacen cargo en el caso de que el rescatado se haya federado o lo haya contratado de forma privada.
Noticia relacionada
Jon Garay | Gonzalo de las Heras
Sin embargo, en todo este tiempo ningún montañero se ha visto obligado a abonar estos costes. La razón de este llamativo dato está en la mencionada ley de tasas. Según esta normativa, que especifica que su «finalidad no es recaudatoria sino preventiva para aquellas personas que practican deportes que entrañan riesgo y son susceptibles de ser rescatadas y disuasoria respecto a actuaciones imprudentes o maliciosas», las salidas a la montaña no están consideradas actividades o deportes de riesgo. Es el mismo caso que el senderismo o la recogida de setas. Sí lo son la escalada, el barranquismo o la espeleología deportiva –la espeleología con fines científicos, la más habitual en Euskadi, queda fuera y no se exige pago alguno en caso de accidente–.
En el caso del monte, solo se podrían aplicar las tasas si se sale en situación de alerta roja o naranja por fenómenos meteorológicos adversos, si la actividad se realiza en zonas peligrosas o de acceso restringido o prohibido, o si se simula una situación de riesgo. En la práctica, no se hace.
El colectivo que más facturas ha tenido que abonar son precisamente los escaladores, hasta en 23 ocasiones. En 2020, por ejemplo, se cobraron en total 4.395 euros por la ayuda que necesitaron escaladores en Elantxobe, el Mugarra y Atxarte. Le siguen los parapentistas, con 7 –uno de estos pagó 168 euros por un rescate en la localidad guipuzcoana de Errezil–, la marcha ecuestre (1), esquí de travesía (1), barranquismo (1), quad (1) y la espeleología deportiva (1). Este último ocurrió en 2022 en la cueva de La Leze, en Asparrena. El ticket ascendió a 5.236,73 euros.
De acuerdo a los datos a los que ha tenido acceso este periódico, los 381 rescates del año pasado no se registraban en Euskadi desde 2019. Son menos que los 491 de 2023 y los 488 de 2022. El récord, 569, se alcanzó en 2021, el año en que se levantaron las restricciones de la pandemia. La cifra más baja son los 242 del año 2017. Por territorios, Bizkaia encabeza el listado en estos últimos trece años con 2.153 (43%), seguida de Gipuzkoa, con 1.768 (35%), y Álava, con 1.033 (22%).
2012 292
2013 278
2014 390
2015 391
2016 384
2017 242
2018 265
2019 331
2020 452
2021 569
2022 488
2023 491
2024 381
Como les ocurriera a los dos montañeros holandeses, la zona donde más salvamentos se han activado es el macizo del Gorbea. «El Gorbea se lleva la palma, por las dos vertientes, la de Bizkaia y la de Álava», asegura Gaizka Etxabe, técnico responsable de Riesgos y Emergencias del Gobierno vasco. Le siguen la sierra de Aizkorri y el cresterío del Anboto, la Sierra de Aralar, el Txindoki y el Pagasarri, donde se produce también un gran número de rescates por la gran afluencia de mendizales.
La mayor parte de los auxiliados son hombres de entre 20 y 60 años que han sufrido una caída haciendo senderismo. En el caso de las búsquedas, suele tratarse de personas de más de 65 años que se han desorientado. «Los picos coinciden con los momentos de ocio, es decir, fines de semana, primavera, verano y fin del otoño», apunta el especialista vasco.
La ley de tasas se implantó porque, según se recoge en la propia normativa aprobada el 22 de diciembre 2011, «el Gobierno vasco considera que la actual cifra de rescates y búsquedas que se gestionan desde el Sistema Vasco de Atención de Emergencias es inasumible y no puede seguir creciendo, nada menos que uno cada dos días y algunos de ellos con incluso la pérdida de la vida de las personas involucradas. Por ello debe reforzarse la mentalización acerca del riesgo que entraña la realización de determinadas actividades deportivas». La situación en Euskadi es similar a lo que ocurre tanto en Aragón en relación a los rescates en los Pirineos como en Asturias y Cantabria con los Picos de Europa. Rara vez los montañeros rescatados tienen que sufragar los gastos de sus rescates.
A pesar de las elevadas cifras de rescates en Euskadi, Gaizka Etxabe, responsable de Riesgos y Emergencias del Gobierno vasco, sostiene que «los vascos no somos imprudentes a la hora de salir al monte. La gente lo tiene como ocio de toda la vida, hay mucha costumbre. Creo que igual somos la comunidad con mayor densidad de especialistas en ochomiles», asegura. Y matiza: «Lo que hay son accidentes». Preguntado sobre si se valora la posibilidad de cambiar la ley de tasas, la respuesta es clara: «Ahora mismo, no».
Especializado en este área desde 1992, la clave para afrontar las operaciones de rescate es el dónde. «Para nosotros la pregunta fundamental a responder para hacer una actuación de esas características es dónde está el problema. Todo es importante, pero el dónde es fundamental», subraya. «Imagínate que alguien ha ido al monte y no sabe nada de él, no tiene teléfono, se ha quedado sin batería o no tiene cobertura. Para montar una operación tenemos que saber dónde ha ido. Si no lo sabemos, tenemos que mover un montón de recursos por zonas de parking de diferentes zonas de montaña para localizar un coche y saber por dónde empezar».
Desde hace unos años, y gracias a una normativa implantada por la Unión Europea, los equipos de rescate cuentan con una gran ayuda por parte de la tecnología, la llamada Advanced Mobile Location (AML). Se trata de un sistema que envía la geolocalización con solo llamar al 112. «Si tienes cobertura de datos, envía una posición con un rango de error muy pequeño. Sin cobertura de datos y en un entorno periurbano, si el teléfono puede captar una red wifi, nos envía la posición con un margen de error también pequeño. Y si en último término no se tienes ni cobertura de datos ni hay wifi en el entorno, envía la posición por triangulación de antenas con un margen de error mayor. Para nosotros es un lujo, nos ha dado muchas ventajas en nuestro trabajo», subraya.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.