Euskadi registra 200 envenenamientos por setas al año y uno de cada diez es grave
Si los síntomas aparecen en menos de seis horas, la mayoría de las veces son intoxicaciones de carácter leve
Es época de setas si es que la meteorología lo permite. Y si no se tiene sentido común, también es tiempo de intoxicaciones. ... Euskadi registra alrededor de 200 casos al año, aunque únicamente el 10% de ellos es de gravedad. Jesús Avilés es médico en el servicio de Urgencias del Hospital Donostia, miembro de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y experto en Micología. De hecho, es un referente a la hora de tratar los envenenamientos por hongos (su denominación es micetismo).
La intoxicación por setas afecta de diferentes maneras. En función de la especie ingerida puede provocar desde trastornos digestivos y reacciones alérgicas hasta daños en el sistema nervioso y órganos internos y causar, incluso, la muerte. «Afortunadamente, la inmensa mayoría de las veces son casos leves hasta el punto de que la mitad no llegan al hospital», explica Jesús Avilés. El otro 50% suelen ser problemas grastrointestinales y de estos, únicamente el 20% son graves.
En su contexto
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5.600 especies de setas y hongos se han censado en Euskadi. La gran mayoría de ellas carecen de valor culinario y varios centenares tienen un tamaño microscópico.
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Máxima precaución En la recogida hay que identificar las setas una a una, aunque a primera vista todas las que surjan en un 'corro' o zona nos parezcan iguales. En un importante número de casos de intoxicaciones se cuela un ejemplar tóxico que puede llevarnos al hospital. Ocurre, por ejemplo, con el champiñón de campo y el agaricus xanthoderma (amarillea) o la temida amanita verna, que es mortal en cantidades reducidas.
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Hasta 17 días después El síndrome nefrotóxico (género cortinarius) provoca insuficiencia renal, en algún caso irreversible. Los primeros síntomas pueden tardar hasta 17 días, lo que hace que no se asocie a la ingesta de setas
¿Como se sabe si la intoxicación es importante o no? La clave está en el momento de aparición de los síntomas. «Si aparecen en menos de seis horas tras la ingestión, la mayoría de las veces se trata de trastornos de baja gravedad, como náuseas, vómitos y diarrea». El enrojecimiento facial es otra señal de que el micófago ha comido algo que no debía. Hay veces que provoca disfunciones en el sistema neurológico en forma de mareos, vértigos, inestabilidad o estado de seudo embriaguez, sin olvidar que pueden causar alucinaciones. De hecho, hay quien las toma por este motivo.
Falsas creencias
Si el periodo en el que aparecen los síntomas es superior a seis horas, el envenenamiento adquiere otra dimensión. «Suele ser más grave, ya que las toxinas dañan tejidos y células de órganos tan vitales como los riñones o el hígado», lo que pude producir incluso la muerte. Por suerte, los fallecimientos son muy esporádicos. De hecho, el último que tuvo lugar en el País Vasco ocurrió hace ya una década. La víctima fue una vecina de Galdakao. Probó una de las setas que había cocinado, siendo la única venenosa que existía en el guiso. Sufrió una insuficiencia hepática aguda irreversible. Por la misma época, un joven de Zarautz tuvo que someterse a un trasplante de hígado para salvar la vida.
¿Cómo distinguir las setas comestibles de las venenosas? La única forma de asegurarse de que una seta se puede ingerir es «mediante la correcta identificación». Para ello, hay que conocer lo que se mete en la cesta. Si no se tiene la seguridad de que no es nociva, «que se quede donde está», dice el doctor, quien recuerda la existencia de numerosas guías para distinguir especies y también aconseja acudir a los expertos de las sociedades micológicas que hay repartidas por toda la geografía vasca.
Un consejo útil es desechar creencias totalmente inciertas, como, por ejemplo, que las setas son venenosas cuando ennegrecen una cuchara u otro objeto de plata al ser cocinadas conjuntamente, o si se corta la leche. Tampoco es cierto que pierdan su veneno si se meten en vinagre o en sal. Existe la creencia errónea de que las tóxicas son todas de colores chillones o que cambian de color al cortarlas. Otra idea muy extendida pero incierta es que si son mordidas por animales -caracoles, limacos...- son comestibles.
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