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Secuencia de cómo fue la estafa. DS
La estafa a un jubilado que acabó en suicidio: un carro de cortesía del súper destapó la trama

La estafa a un jubilado que acabó en suicidio: un carro de cortesía del súper destapó la trama

La víctima declaró que no le habían dejado dinero «ni para comer» porque gastaron los ahorros de toda su vida

Juan Cano

Málaga

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Lunes, 8 de mayo 2023, 09:14

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Se llamaba Juan y estaba jubilado. Vivía en un pequeño apartamento en Benalmádena donde recibía la visita de su hijo, su nuera y, sobre todo, su nieto, que iba a verlo regularmente para llevarle comida, hacerle recados o simplemente compañía. Una vez al mes, a primeros, le pedía que lo acompañara al banco para sacar 1.000 euros porque, por su edad, temía equivocarse.

La rutina de Juan (es nombre ficticio) saltó por los aires el 9 de mayo de 2022. Aquella mañana, fue a buscar su tarjeta de crédito al ropero donde la guardaba siempre junto con la cartilla y un papel con el número PIN. Pero esta vez no estaban allí. Juan llamó a su nieto para que lo ayudara a buscar. No hallaron nada en la casa, así que se fueron al banco.

En la sucursal le entregaron un extracto bancario con los últimos movimientos. Había 73 cargos realizados con la tarjeta de crédito entre el 24 de abril y el 10 de mayo de 2022. Juan no reconocía ninguno de ellos. La última vez que usó la tarjeta fue el 18 de abril, cuando su nieto lo acompañó, como de costumbre, a sacar 1.000 euros al cajero.

Cargos realizados con la tarjeta de la víctima
Cargos realizados con la tarjeta de la víctima DS

Cuando los empleados del banco sumaron las 73 operaciones, a Juan se le vino el mundo encima. En apenas dos semanas, alguien había gastado 58.210,44 euros de su cuenta corriente. En la denuncia, el jubilado declaró a la policía que eran los ahorros de una vida y que esto lo dejaba en una situación «totalmente precaria».

Juan se quedó, literalmente, con menos de 100 euros en la cuenta. No le habían dejado dinero «para comer» ni para los pagos a los que mensualmente debía hacer frente, como manifestó en comisaría la mañana del 12 de mayo. Estaba anímicamente hundido. El 6 de junio, lo encontraron muerto en un descampado de Benalmádena. Se había quitado la vida.

La Policía Nacional inició una investigación para esclarecer lo ocurrido. Juan les había contado a los agentes que nadie, salvo su hijo, su nuera y su nieto, accedían a su apartamento. El joven tenía una llave de la vivienda por si ocurría una emergencia. También les aseguró que no había autorizado a nadie más a que entrara al domicilio y no echó en falta ningún objeto, por lo que desconocía quién pudiera haber cogido la cartilla y la tarjeta.

A día de hoy, ni la investigación policial ni la judicial han logrado dar respuesta a este extremo, ya que tampoco hay signos de que la casa haya sido forzada. Fuentes cercanas al caso plantean dos hipótesis. La primera, que Juan pudiera haberse dejado olvidada la carpetilla donde llevaba la libreta y la tarjeta en una cafetería cercana. La segunda, que algunos de esos días, al tirar la basura, dejara la puerta de su piso mal cerrada.

Donde sí han logrado avanzar ha sido en los presuntos responsables del desfalco. El hilo del que tiraron lo encontraron los investigadores en los folios del extracto bancario. Los agentes hicieron una relación de los nombres de establecimientos y los cajeros automáticos que aparecían en el documento y los visitaron, uno a uno, para comprobar si disponían de cámaras de seguridad.

Entre la lista de establecimientos donde quemaron la tarjeta de Juan hay desde cadenas de alimentación y grandes superficies hasta clubes nocturnos y de alterne de Benalmádena, pasando por joyerías o tiendas de muebles. Sólo en un bar de copas de la plaza Solymar figuran cargos por más de 18.000 euros en poco más de una semana.

El trabajo de campo permitió a los policías intervenir decenas de vídeos y, al revisarlos, detectaron a una serie de sospechosos que accedían a los establecimientos a la hora en que se realizaron esas operaciones. Sin embargo, ninguno de ellos podía ser identificado por esas imágenes, porque en todas las grabaciones aparecían con gorras y mascarillas.

A los investigadores no les quedó más remedio que identificarlos como «autor 1», «autor 2», «autor 3» y «autora 1». Los agentes hicieron un nuevo cuadrante, que incorporaron al atestado del caso, donde sitúan a cada uno de ellos en las operaciones realizadas con la tarjeta de Juan en aquellos locales donde disponían de grabaciones.

Autor 1, 2, 3 y Autora 1
Autor 1, 2, 3 y Autora 1 DS

Después de revisar una y otra vez los vídeos, los policías repararon en un detalle que resultó clave. El 29 de abril, la autora 1 realizó una compra de 168,75 euros en el Mercadona situado en Arroyo de los Ángeles. Tras pagar con tarjeta, y antes de abandonar el establecimiento, la clienta anotó algo en un libro que le facilitó la cajera.

Los investigadores se desplazaron inmediatamente al supermercado y se entrevistaron con los responsables de la tienda. Ellos les aclararon que, cuando un cliente necesita llevar la compra fuera del establecimiento con un carro, se les pide que se inscriban en un libro de registro donde deben anotar su nombre. Acababan de identificar a la autora 1.

Autora 1
Autora 1 DS

En otra de las grabaciones, observaron cómo los autores 1 y 2, tras realizar una operación con la tarjeta, se subían en un todoterreno que estaba aparcado en las inmediaciones del comercio. Los policías investigaron la matrícula y descubrieron que la conductora habitual era, además, la propietaria de una cafetería de la localidad.

Se da la circunstancia de que justo en ese bar se hizo, la madrugada del 25 de abril, el primer cargo a la cuenta de la víctima. Se trata de un pago de tan solo 10 céntimos. Los investigadores están convencidos de que fue una prueba para verificar si la tarjeta permitía realizar compras en comercios.

Al investigar ese círculo de sospechosos, los cabos sueltos quedaron atados. La dueña de la cafetería al parecer era la compañera sentimental de uno de los hombres que supuestamente aparecían en las cámaras, en concreto del autor 1, mientras que la chica del supermercado, la que anotó su nombre para retirar el carro, había sido la pareja del autor 3.

Tres de esos cuatro sospechosos tienen antecedentes policiales, más numerosos en el caso de los hombres, que suman 31 detenciones entre los dos. La joven que fue identificada en el súper es la única sin reseñas previas en su historial. Fue la única que declaró en comisaría. Contó que, un día, su exnovio se presentó en su casa y, al ver que tenía la nevera vacía, la llevó al súper y le dio esa tarjeta con el PIN para que pagara la compra. Ella no se fijó en el nombre del titular porque no sospechó que fuese de otra persona.

La policía coordinó una redada y registró los domicilios de los sospechosos. En la vivienda de la dueña de la cafetería, donde también residían otros dos investigados, los agentes hallaron objetos comprados con la tarjeta sustraída, como un anillo, unas zapatillas de la marca Versace, un cordón de oro, una medalla y varias prendas de ropa.

Posteriormente se detuvo a otras cuatro personas que trabajaban en algunos de los establecimientos en los que se realizaron los cargos bajo la sospecha de que estuvieran compinchados con los ladrones. Según las pesquisas, estas personas habrían actuado en connivencia con los estafadores al permitir el uso de las tarjetas en sus negocios para, posteriormente, repartir las ganancias y lucrarse de la actividad ilícita.

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