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Euskadi afronta el desafío de atender a la población más longeva de Europa

Euskadi afronta el desafío de atender a la población más longeva de Europa

Las mujeres vascas alcanzan la mayor esperanza de vida de la UE, con 86,2 años | El último informe de Eustat muestra el choque demográfico de una sociedad cada vez más envejecida y con una de las natalidades más bajas

arantxa aldaz

San Sebastián

Jueves, 9 de agosto 2018

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La sociedad vasca ha ganado 2,5 años de esperanza de vida en la última década, o lo que es lo mismo, cada día la población ha sumado cinco horas más a su calendario vital. En esa carrera por la longevidad, las mujeres siguen sacándole ventaja a los hombres (80,3 años de media) y alcanzan además el récord europeo. Ellas viven un promedio de 86,2 años, un éxito demográfico que vuelve a chocar con una de las natalidades más bajas del continente, como constata el último informe de Eustat.

El estudio compara diferentes realidades sociales, demográficas y económicas de los 28 países miembros de la Unión Europa. Euskadi destaca en dos aspectos que llevan años tocando a la puerta: el envejecimiento de la población y la caída de los nacimientos, dos datos que no pueden desligarse y que dibujan un escenario demográfico a la baja, de no remediarse con el aporte de la inmigración.

La conquista de la longevidad sigue traduciéndose en cifras que hace solo varias décadas parecían inexpugnables. Las mujeres vascas vivían de media 84,3 años en 2005. Cinco años después, ya podían presumir de alcanzar los 85,4 y en 2015 se ha batido el récord al marcar los 86,2, la esperanza de vida más elevada de la UE, si bien el estudio compara los datos con países no con regiones.

Los avances terapéuticos o el control sobre los factores de riesgo (como el tabaquismo y una mejora de la alimentación) también están beneficiando a la población masculina, que andaba a la zaga. Así, en 2005 los vascos vivían 77,2 años de media; cinco años después, alcanzaron los 78,9 y en 2015 superaron la barrera de los 80 (80,3 años). De hecho, el ritmo de mejora es mayor que el de las mujeres, que siguen arañando décimas a la vida, pero de forma más lenta que los hombres.

«La crisis ha generado un déficit de recursos, sobre todo para dependientes»

JUAN JOSÉ CALVO, MÉDICO GERIATRA

Una de las consecuencias es que cada vez hay más hogares en que conviven dos personas mayores y donde cuidar a la pareja es lo habitual. Los investigadores Antonio Abellán, Alba Ayala y Julio Pérez, del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), abordan el perfil de los nuevos cuidadores dentro del informe 'Vejez y cuidados. ¿Cómo viviremos y nos cuidaremos cuando seamos mayores?', publicado por el Observatorio social de La Caixa. Aunque en todos los grupos de edad hay más mujeres que hombres cuidadores, apuntan, a medida que avanza la edad se reducen esas desigualdades de género. En esas casas «hay prácticamente el mismo número de hombres y mujeres como cuidadores». Según los datos publicados, en España a partir de los 80 años hay el doble de hombres que de mujeres cuidadores de algún miembro de la familia.

«Déficit de recursos»

El envejecimiento de la población ha pasado a la primera línea de la agenda política. «Las administraciones están intentando hacer los deberes, pero les ha cogido la crisis económica que ha generado un déficit de recursos para las personas mayores, y sobre todo para las personas dependientes», sostiene Juanjo Calvo Aguirre, médico geriatra. Esas carencias, añade, «se intentan adecuar con un discurso de que hay que potenciar la estancia en el domicilio, cosa en la que estamos todos de acuerdo. Porque los ancianos prefieren quedarse en su casa». El problema, advierte, es el paso, muchas veces repentino, de una buena vejez a un estado de dependencia, cuando se empiezan a requerir cuidados. Y aparece la necesidad de ingresar en una residencia.

Otro de los desafíos es «la continuidad de cuidados», asegurarse que una persona tiene cubiertas sus necesidades sanitarias y sociales, donde interfieren diferentes administraciones. «Hay que dejarse de a quién le compete qué. Es un problema de las personas y en esa coordinación hay terreno por recorrer».

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