«Empezamos con 40 personas con enfermedad mental y acabamos atendiendo a 84»

A nivel laboral, antes 'colocaban' al que tenía capacidad de trabajar en centros de «empleo protegido, que hacen un trabajo extraordinario, pero así les estigmatizábamos desde el minuto uno». Con Kutsuak, 14 han encontrado un puesto en este tipo de empresas y otros 18 «empleo normalizado». De cara a entrar -o regresar- al mercado laboral, realizan un «estudio de empleabilidad» y, tras conocer su formación y gustos, adecúan los objetivos «a la realidad» y a los «ritmos» de cada persona.

Algunos usuarios «se quedan en actualizar el currículum porque ir más allá les puede generar una descompensación que es perjudicial», pero otros han conseguido la plena inserción. Incide Jordana en ese sentido en que «los pacientes que nos llegan tienen cada vez con más formación» y, roto el tabú inicial de contratar a una persona con una enfermedad mental, «pueden ser más funcionales que alguien sin un diagnóstico».

El programa, que en su opinión debe su éxito «a las trabajadoras de Sartu», la entidad social con la que colabora Kutsuak, también les ha permitido «poner cara a Lanbide», a «técnicos que humanizan el trato». Y, sobre todo, ha dejado claro que estas personas pueden necesitar algo tan básico como empleo, alojamiento y prestaciones económicas, pero lo que más ansían es «sentirse normales dentro de una comunidad».