Así fue la emboscada al concejal junto a su vivienda

Cualquier pista, cualquier indicio, cualquier detalle fue clave para dar con los asesinos que en la madrugada del pasado 16 de agosto le tendieron una emboscada a Javier Ardines con la intención de acabar con su vida. El cadáver del único concejal de Izquierda Unida en Llanes fue hallado a las ocho de la mañana por un vecino que había salido a caminar en un camino rural de Belmonte de Pría. Desde entonces, los investigadores de la Comandancia de Gijón de la Guardia Civil trabajaron de forma incansable, día y noche, para tratar de esclarecer un asesinato que conmocionó a toda la región. Estas fueron las principales claves del crimen.

El cuerpo sin vida de Javier Ardines fue encontrado por un vecino a primera hora de la mañanas del jueves. Estaba tendido sobre el asfalto, en medio de un «reguero» de sangre, en un camino rural de Belmonte de Pría que conduce a varias casas, una de ellas en la que residía el propio concejal. Su cuerpo se encontraba a unos ciento cincuenta metros de su domicilio, frente a las entradas de dos chalés.

A menos de cien metros del punto en el que apareció el cadáver del concejal y pescador llanisco fue hallada su furgoneta, arrancada y con la puerta del conductor abierta. Ardines había salido en torno a las seis de la mañana de su domicilio para dirigirse, como cada día, al puerto llanisco, donde estaba atracada su embarcación, la 'Bramadoria'.

Unos pocos metros por delante de la furgoneta gris del fallecido, los investigadores se encontraron con tres vallas amarillas de obra. Una de ellas estaba a un lado del camino y las otras dos, tiradas sobre el asfalto. Todo apuntaba a que el agresor o agresores las colocaron en medio de la vía para obligar al edil a detener su marcha y apearse del vehículo y que fue entonces cuando aprovecharon para asaltarle. Según había comentado el propio Ardines en su casa, una semana antes del crimen ya se había encontrado una de estas vallas bloqueando el camino, por lo que se apeó, la apartó y siguió con su trayecto. Desde su entorno más cercano están convencidos de que esa primera valla la pusieron para «tantearle». Consideraron, además, que en el crimen participó más de una persona.

El cadáver de Javier Ardines presentaba varios golpes, tanto en la cabeza como en el rostro, y ninguna otra lesión en el resto del cuerpo, según fuentes próximas a la investigación. La autopsia realizada en el Instituto de Medicina Legal de Oviedo en la mañana siguiente al asesinato confirmó que la muerte había sido fruto de los golpes que recibió el edil con un objeto contundente. Los restos del político eran inhumados en el cementerio de Nueva, pues pese a que la familia deseaba incinerarle, no pudo ser posible, ya que quizás sea necesario realizar nuevas pruebas en los próximos días.

Como ya adelantó El Comercio, unos gritos despertaron a los moradores de una de las viviendas del camino en el que fue atacado Ardines. Los vecinos reconocieron que sintieron tanto miedo ante unas voces que «sonaban como si estuvieran dentro de la casa» que no se atrevieron a salir a mirar qué pasaba.

Los agentes de la Policía Judicial encargados del caso cubrieron las extremidades del concejal con bolsas para evitar que se perdiesen posibles restos biológicos adheridos a las mismas antes de su muerte. También buscaron huellas en las vallas y en la furgoneta de Ardines.

Los investigadores estuvieron en contacto con el círculo más próximo al edil para intentar reconstruir cómo fueron sus últimas semanas de vida, con qué personas conversó y se reunió en busca de nuevos indicios.

Aunque en el entorno del fallecido creían que el asesinato estuvo motivado por su actividad política, finalmente la investigación se centra en el móvil sentimental. A Ardines le habrían asesinado unos sicarios por encargo.