Una vuelta al 'cole' como la del curso anterior en Euskadi

El verano y su quinta ola, la llamada 'ola joven', han alejado esas expectativas. «Tal y como estamos tendremos que empezar como lo dejamos», repiten unos y otros. En la web del departamento de Educación está colgado el protocolo que regirá la vida escolar este 2021-2022, aunque esta semana Gotzone Sagardui anunció que se están valorando los cambios que se deberán introducir según avance la pandemia.

«Nadie pensaba que podríamos llevar a buen puerto el curso pasado, y lo logramos. Los centros escolares fueron un garante de control de la pandemia. Nos fuimos de vacaciones creyendo que iba a estar todo mejor, pero no es así», dice Koldo Tellitu, presidente de Ikastolen Elkartea. La misma impresión tiene Maite Álvarez, directora y profesora de Bachiller en Aldapeta María Ikastetxea. «Tras un curso con todo muy agarrado no hemos sabido como sociedad mantener la prudencia y en cuanto se han relajado las restricciones la situación se ha disparado». Eso supone mascarillas, distancias, grupos burbuja reducidos, toma de temperatura, control exhaustivo de dónde está y con quién cada estudiante...

El balance del curso 2020-2021 fue tachado de éxito, pero todas las partes acabaron agotadas. «Los profesores terminaron exhaustos, y nos tememos que este curso vuelva a ser similar. Si el año pasado fue para nosotros el de la improvisación, este puede ser el de la incertidumbre», asegura Ainhoa Astigarraga, portavoz del sindicato Steilas. «A día de hoy contamos con un protocolo que estamos seguros de que no va a ser el que se va a implantar. No están convocadas las plazas de personal de refuerzo, los ratios seguirán siendo los mismos, elevados. Y no se ha consensuado con nadie cómo llevar a cabo este curso», apunta. «Nos va a tocar volver a pelear, empezar con movilizaciones, para conseguir las cosas como pasó al inicio del curso pasado».

Para la psicóloga y directora de los centros Algora, Anahí Navarro, la atención psicológica de los menores deberá ser prioritaria. «Los más pequeños no lo acusan tanto, pero para los adolescentes un año más con tanta prohibición puede ser complicado. Somos seres sociales y es donde se está recortando», afirma.

«Veo chavales tristones, con poca o ninguna gana de salir de casa y eso, a la larga, no va a ser bueno. Cada vez atiendo más casos de ansiedad, de jóvenes que no pueden más, y con trastornos emocionales y de alimentación».

Para los padres el curso pasado también resultó extenuante, «aunque este septiembre lo afronto con menos temores», afirma Ainhoa Ercibengoa, madre de un alumno del Colegio Jesuitas de San Sebastián que destaca la labor titánica de los centros. Ahora lo que más teme son los confinamientos. «Conciliar es casi imposible, mi hijo tiene 11 años, no le puedo dejar solo en casa, espero que no nos toque».

Ercibengoa también espera que su hijo pueda hacer deporte de manera continuada, «que pueda competir, que tenga partidos, no entiendo por qué en otras comunidades sí se ha podido y aquí no». Fue este, según Koldo Tellitu, «el ámbito por el que más sufrieron los alumnos. El parón de la actividad deportiva y la negativa a realizar competiciones escolares no se debe repetir», afirma.

Agilizar el proceso de vacunación está en la mente de todos como solución para poder hacer frente al curso con mayor tranquilidad. Pero esta vía no está dando los resultados deseados. El 59,7% de los jóvenes de 16 a 19 años tiene solo un pinchazo, una cifra que cae al 38,8% en menores de entre 12 a 15 años. Con las pautas de espera entre dosis de tres semanas para Pfizer y cuatro para Moderna, muy pocos tendrán la pauta completa al inicio del curso escolar.