Los últimos aprobados del EGA

La decisión –tomada por la Organización para la Alfabetización y la Reeuskaldunización de Adultos (HABE)–, ha suscitado alguna que otra crítica. Como en el caso de Gabino Murua, encargado territorial de EGA entre 1997 y 2017, quien no dudó, junto con otros profesores, en redactar una carta para mostrar su inconformidad ante este asunto. Murua ha criticado el hecho de que «la razón principal de que desaparezca el EGA, aunque las excusas al respecto sean abundantes, es que HABE ha querido apropiarse del examen. A esta labor se ha dedicado en los últimos años, tratando de difundir una mala reputación sobre el EGA». Sostiene que la desaparición del certificado supone «una gran pérdida» para el euskera y los vascos.

De todas formas, hay quienes hoy se sentirán ganadores: todos aquellos que hayan logrado aprobar este último examen. Entre ellos Markel Lazaro, quien preparó el EGA en Urretxu-Zumarraga Ikastola. No tenía miedo de suspender, pero «sí que tienes dudas, te pones nervioso. No sabes si lo estás haciendo bien», asegura. Además, las estadísticas pueden asustar un poco, ya que de media aprueban el examen una de cada cuatro personas; el 23% de las que se presentan en concreto.

Sin embargo, esto no ha supuesto que personas como Beatriz Urresti, alumna del euskaltegi AEK, se desanimen y prueben suerte. No le fue nada mal: «La verdad que no estaba segura de que lo fuera a aprobar, tenía mis dudas en realidad. Pero, al final, lo conseguí, y con buenas notas». Aunque sí que asegura, la parte escrita le daba «un poco de miedo» al principio.

La prueba de redacción a la que se refiere es una de las partes de las que consta el examen, que son tres en total. Asimismo, cada una de ellas se completan en días diferentes a medida que el alumno las supera. Si se suspende alguna de ellas se deberá empezar de nuevo.

En primer lugar se debe completar un test de 65 preguntas –se aprueba con 46 correctas–, llamado 'atariko'. Después llega la prueba escrita, que tiene una parte de comprensión y otra de escritura. Y, por último, el examen oral, dividido en una parte de escucha y otra hablada; tanto individual como por parejas.

Para Markel Lazaro esta última fue la más sencilla, ya que, aclara, está acostumbrado a hablar euskera en casa y en el instituto. Además, los temas que le tocaron le resultaron conocidos: «En la parte individual tuve que comentar sobre la cuestión de si las nuevas tecnologías, como el teléfono móvil, el ordenador o la tablet, afectan a la vista. Y, en cambio, en la de parejas, tuve que defender las ventajas de llevar a los niños a la guardería en lugar de dejarlos con los abuelos, que era la parte que tenía que defender mi compañero». A Itziar también se le hizo fácil y, además, «antes de entrar pude 'charlar' un rato con mi compañero y era muy majo, lo que me tranquilizó», añade.

Una de las diferencias que tiene el C1 oficial ante el EGA es que este no cuenta con el test. Además de eso, «el C1 oficial tampoco tiene la parte de reescritura y solo se exige una única prueba, aunque más larga. En cambio, en el caso de la parte oral, es muy similar al EGA», aclara Jokin Azkue Arrastoa, director general de HABE. No hay un gran cambio, por lo tanto, en lo que respecta a la estructura del examen. Tampoco para aquellos que actualmente cuentan con el EGA, ya que, asegura Azkue, «ambos exámenes tienen el mismo nivel», por lo que los aprobados pueden estar tranquilos.

La noticia pilló por sorpresa a Lazaro, pero quiso aprovechar la ocasión, ya que «sería la última oportunidad de tener el EGA». Así lo hizo, y junto a Beatriz, han recibido las calificaciones definitivas. Por suerte, el resultado ha sido positivo para ambos y han logrado el ansiado certificado. Podrán recordar siempre que fueron de los últimos que aprobaron el EGA.