«Las rabietas de los niños ni son un trastorno ni algo patológico»
Rafa Guerrero | Psicoterapeuta y doctor en Educación ·
El experto insiste en que la calma del adulto ante uno de estos episodios es fundamental: «De nada sirve decirles que les castigamos sin tele»¿Puedo quedarme más rato en la piscina?, ¿por qué me quitas ya la tablet?, ¡quiero un helado! Pero todos los días no se puede. ... Y eso de que no se puede lo entienden los niños... o no. Y se cogen una rabieta. Sucede entonces que a veces a los padres también les invade la rabia, en una suerte de efecto contagio. Así que la solución empieza por ahí: calma el adulto para que el niño se calme. De rabietas, de la manga ancha (o no) que hay que dejarles en verano y de los límites habla Rafa Guerrero, psicoterapeuta y doctor en Educación, que acaba de publicar 'Menudas rabietas. Cómo gestionar los problemas de conducta de manera respetuosa' (Libros Cúpula).
- ¿Qué le pasa al cerebro del niño en plena rabieta?
- Lo mismo que al del adulto. Cuando sentimos una emoción intensa, como la rabia, se libera cortisol, adrenalina y la parte racional queda inhibida. La diferencia es que en el adulto esa parte ejecutiva está más estructurada. Esto es, si un niño y un adulto sienten una rabia de siete sobre diez, sobre el papel el adulto tiene más capacidad para gestionarla que el chaval. Así que es importante que los mayores ejerzamos de corteza prefrontal del menor para calmarle. Hay que regularles desde fuera.
- ¿Qué errores cometemos los adultos ante una rabieta?
- Hay que calmarles, pero a veces hacemos lo contrario. Les señalamos, les ridiculizamos, les castigamos sin tele... Y con eso solo echamos más leña al fuego.
- ¿Qué frases solemos decirles que solo empeoran las cosas?
- 'Me sacas de quicio', 'eres un caprichoso', 'siempre estás igual', 'contigo no se puede'... Solo sirven para que se sientan peor.
- Y en lugar de eso, ¿qué les podemos decir?
- 'Tranquilo, cariño', 'entiendo que estés enfadado porque no te compre el juguete, pero hoy no puede ser', 'te digo que no porque te quiero'...
- A veces, en plena rabieta, los niños pegan, muerden, insultan... Y eso sobrepasa al adulto.
- Sí, pero tenemos que tener claro que si somos capaces de estar tranquilos, les calmaremos; si no, no. Así que si nos pega o se lesiona él mismo le agarraremos los brazos con suavidad. Tratar de razonar con un niño, decirle '¡no pegues!' sirve de poco porque está desregulado.
- Hay rabietas que asustan.
- Las rabietas pueden ser de mayor o menor intensidad, más cortas o más largas, pero no son preocupantes. Son una etapa más de la vida, como el gateo, la adolescencia o la vejez. Ni es un trastorno ni algo patológico.
- Después de la 'tormenta'...
- Llega el momento de hablar y de contarles lo que ha sucedido: 'Te has enfadado porque querías jugar con tu hermana y ella no quería. Puedes estar enfadado pero no te puedo permitir que le pegues'. Le damos una narrativa de lo que ha sucedido, le explicamos que estar enfadado no es motivo para que abuse o pegue.
- ¿Nos podemos anticipar?
- Sí. La anticipación es un fantástico recurso. Si mi hijo coge siempre una rabieta a la hora de irse del parque, le voy avisando: 'Te quedan diez minutos para jugar', 'te quedan cinco', 'te queda uno'... Si la rabieta es porque al salir de clase quiere comprar chuches en la tienda cambiaremos el itinerario de vuelta para evitar pasar por esa tienda. Esas cosas amortiguan un poco la rabieta.
- Nunca ceder.
- No, porque entonces entenderán que llorando o pegando pueden conseguir las cosas. Tampoco vale decir: 'si dejas de llorar, eliges postre'. Eso es muy peligroso, es una mala gestión.
- A veces cuesta no ceder.
- Sí, pero hay que hacerlo. Hay que aguantar, es cuestión de tiempo que se le pase. En las rabietas hay una parte genética, sí, pero también hay mucha influencia ambiental. Esto es, los niños bailan al son de la música que les ponen los adultos y, si no nos mostramos tranquilos durante esos episodios, no podremos ayudarles a que se calmen.
«El verano no puede ser la ciudad sin ley. Hay límites»
- El verano es momento de manga ancha. ¿Cuánta?
- ¿Manga ancha? No. En verano puede haber flexibilidad de horarios y exigencias, pero los límites deben ser los mismos. Para que el niño esté descansado el adulto no debe asumir las tareas que son cosa del chaval ni les podemos pasar faltas de respeto. ¿Y cómo que un helado todos los días porque es verano? Ni todos los días en verano ni no dejarle tomar nunca helado en invierno.
- Algunos conflictos veraniegos se producen entre padres y abuelos porque actúan de forma diferente con el niño.
- Hay abuelos muy estrictos y otros, sobreprotectores. Lo importante es que vayan en la misma línea que los padres y esa línea es la de poner límites con cariño. Si los abuelos les permiten hacer cosas que los padres no les dejarían hacer, lo que estamos haciendo es mandar al chaval un mensaje contradictorio. Y el verano no puede ser una ciudad sin ley.
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