«Tenemos que hablar del suicidio, no puede ser un tema tabú»
El BEC acoge la primera sesión de formación para docentes en torno a la prevención de la conducta suicida, impartida por el Gobierno vasco
El BEC ha acogido este lunes la primera sesión de formación a docentes en torno a la prevención del suicidio. En total, 1.800 profesionales ... provenientes de algo más de 900 centros de Educación Primaria, ESO, Bachillerato, Formación Profesional y Educación de Personas Adultas recibirán la formación a lo largo de la semana, tal y como adelantó EL CORREO. Se trata de un módulo de entre 8 y 10 horas de duración que se desarrolla en dos días consecutivos. Este lunes y martes es el turno de los colegios guipuzcoanos y alaveses; el miércoles y jueves será el de los vizcaínos.
La formación la reciben fundamentalmente miembros de los equipos BAT (Bullyingaren Aurkako Taldea, puestos en marcha con la iniciativa Bizikasi para la convivencia positiva y contra el acoso escolar). Supone un paso más dentro de la Estrategia de prevención, intervención y posvención de la conducta suicida en el ámbito educativo, elaborado por los departamentos de Educación y Salud, y presentado en octubre del pasado año. El suicidio, en tanto que problema de salud pública, es «una prioridad» en las políticas sanitarias y educativas del Gobierno vasco.
La sesión de este lunes la han impartido Jon García Ormaza, médico psiquiatra en la Red de Salud Mental de Bizkaia, y Alexander Muela Aparicio, doctor en Psicología y profesor en la UPV. Básicamente, ha consistido en establecer el marco general del suicidio en el ámbito educativo. Una de las primeras acciones ha sido concienciar a la comunidad educativa en torno a esta problemática, la segunda causa más común de muerte externa en jóvenes y adolescentes, después del cáncer. En ese marco, detectar las señales de alarma es crucial para abordar el fallecimiento.
Una de ellas es la presencia de autolesiones no suicidas. Una profesional que ejerce la coordinación del departamento de orientación de un centro escolar alavés, y que ha participado en la formación, explica que en la sesión de este lunes se ha hecho hincapié en la importancia de distinguir bien los conceptos. Un adolescente con autolesiones «no trata de llamar la atención». «Es una señal de alarma del sufrimiento que lleva por dentro». Frente a ello, «los centros debemos ser lugares en los que se promueva la esperanza». «Tenemos que hacer ver a esos estudiantes que hay alternativas al suicidio para aliviar su sufrimiento».
En total, la jornada ha consistido en unas cuatro horas y media de charla más media hora de ruegos y preguntas. Entre los aspectos más llamativos, esta profesional explica que los expertos han asegurado que no hay un repunte de suicidios entre los estudiantes; el problema, más bien, es que la edad media de quienes deciden quitarse la vida es cada vez más baja. A ello contribuye la «normalización» del consumo de alcohol y otras sustancias a edades muy tempranas.
La pandemia y la afección que tuvo en las relaciones sociales puede ser otro factor que, a juicio de los expertos, explica el fenómeno. Desde entonces, las relaciones sociales se desarrollan cada vez más en el mundo digital. Esa falta de contacto humano puede afectar negativamente en la conducta suicida, sin ser el motivo principal. Ese es, precisamente, otro de los «mitos» que se ha abordado en la sesión. «El suicidio nunca es un acto impulsivo», asegura esta orientadora. La idea está preconcebida, lleva tiempo larvándose. Por eso, la clave es «detectar las señales de alarma y anticiparse».
En definitiva, de lo que se trata es de hablar de una realidad «que está ahí». «No puede ser un tema tabú. Hay que hablar del suicidio, pero hay que hacerlo bien. Y, sobre todo, en clave de esperanza, transmitiendo la idea de que se puede salir».
Experiencias previas
La formación ha sido inaugurada por la viceconsejera de Educación. Begoña Pedrosa ha señalado que «es necesario educar para la convivencia, trabajando la competencia emocional, impulsando el aprendizaje por medio del diálogo y fomentando la pedagogía del cuidado». También, ha destacado, «se han de desarrollar habilidades como la de ayudar y pedir ayuda, dar y recibir buen trato, y desarrollar la autoestima, la escucha activa, la asertividad, la resiliencia y la empatía. Es decir, construir una escuela que cuide y promueva el bienestar emocional del alumnado desde la solidaridad».
Si bien es cierto que el suicidio es un problema que interpela a toda la sociedad, la identificación precoz de los pensamientos y conductas suicidas es fundamental. Y ahí los centros educativos juegan un papel crucial. Desde esa perspectiva, el objetivo de la actividad formativa que se está desarrollando esta semana es formar al colectivo profesional del ámbito educativo para que adquieran «un conocimiento específico para detectar a jóvenes que se encuentran en situación de riesgo de suicidio, respondan educativamente implementando medidas de protección y sepan derivarlos a los servicios de salud especializados».
No es la primera vez que se da esta formación en la prevención de la conducta suicida. Ya la han recibido tanto a la Inspección Educativa como a las asesorías de convivencia de los Berritzegunes. Toda esta actividad formativa de prevención ante el suicidio, así como la propia Estrategia sobre la que se sustenta, son en realidad la continuación del trabajo que el Departamento de Educación comenzó en el año 2017 con la iniciativa Bizikasi. Es una iniciativa que nació con el objetivo de contribuir a que los centros escolares sean espacios de convivencia segura y de tolerancia cero ante posibles situaciones de acoso. Se trata, en definitiva, de generar entornos seguros, ambientes acogedores y sentimiento de pertenencia, cuestiones estrechamente relacionadas con el bienestar socioemocional del alumnado.
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