Caballos que curan
Asistimos a una sesión de equinoterapia, una disciplina para niños con alguna discapacidad que combina juegos cognitivos y ejercicios a lomos de un pony
Cuando hace algo más de un año sus padres decidieron apuntar a Mireia a sesiones de equinoterapia a ella no le hizo mucha gracia. Los ... esfuerzos de Bagheera, un pony negro, orondo y juguetón, por acercase a ella no tuvieron mucho éxito entonces. Hasta que un día en el que Mireia volvió enfadada del colegio el insistente Bagheera consiguió a lametones que se encaramase a su grupa. Desde entonces se han hecho inseparables, hasta el punto de que, cuando la oye llegar, el equino azabache ya está haciendo sonar sus pezuñas en la arena para reclamar la ración de zanahorias que la cría y sus padres siempre llevan consigo al picadero. Y no son los únicos, Bobi, Balu y Chula también se acercan corriendo moviendo la cola para recibir su parte, la familia al completo saluda a los simpáticos galgos entre saltos y risas, observados de cerca por Fermín, un gato atigrado que también forma parte de este curioso ecosistema.
Asistimos a una sesión de equinoterapia en el centro ecuestre Solazpi, en Lezama, uno de los pocos en Bizkaia que ofrece este tipo de terapia, que combina juegos y ejercicios a lomos de un caballo. La clase da comienzo en las cuadras, donde los pequeños cepillan al animal y lo ensillan con ayuda de las monitoras. Ellos mismos toman las riendas -siempre bajo supervisión- para llevar a su compañero equino andando hasta la arena. Un equipo formado por una psicóloga y una fisioterapeuta suelen acompañar a los pequeños todo el rato, ayudándoles a mantenerse sobre el caballo y planteando divertidos juegos y ejercicios para que trabajen su movilidad, su autonomía, su capacidad resolutiva, mejoren su lenguaje o estimulen su memoria.
«Ahora tratamos a niños de entre 4 y 12 años y cada uno tiene necesidades diferentes, por lo que preparamos las sesiones y los ejercicios siempre pensando en cada uno de ellos», explica la psicóloga del centro, Anna Campo. Por ahora solo trabajan con niños, pero esperan hacerlo también con adultos a partir de enero. Hoy el primero en saludar a Bagheera es Enaitz, un pequeño jinete de cuatro años con quien Anna y la fisioterapeuta Alicia Varas trabajan memoria, capacidad cognitiva y agilidad mental mediante figuras de colores repartidas en la arena.
-¿Y esto qué es?-
-¡Un cuadrado azul!- grita el entusiasta jinete.
El caso de Mireia es diferente, con ella también llevan a cabo ejercicios más físicos como lanzar un dado de colores o encestar pelotas en un cubo. Mireia sufrió siendo muy pequeña una infección por citomegalovirus que afectó a su cerebro y parte de su sistema nervioso. «Un animal no ve a Mireia diferente, Bagheera le trata como a cualquier persona con capacidades normales, además, obliga a Mireia a estar atenta por si el caballo se cansa o se mueve de repente, lo que ha mejorado su concentración. Por no hablar del vínculo especial que se ha creado entre ellos, a veces dice que no quiere montar y en cuanto ve al pony va corriendo», explican su ama, Verónica Sevilla, y su aita, Mitxel Hernando.
Patrón de locomoción y calor
«Pero, además, hay otros factores que estimulan el desarrollo de estos pequeños, como la cadencia de marcha», ilustra la fisioterapeuta. Los caballos tienen un patrón de marcha tridimensional similar a la de los seres humanos, «intercalando movimientos de cintura pélvica y escapulares», que sirven para corregir la postura en niños con una dispapacidad motora y a que asimilen el patrón de marcha. Asimismo, otro factor fundamental es la «transferencia de calor», ya que la elevada temperatura del caballo se aprovecha para relajar la musculatura y los ligamentos de niños con parálisis cerebral o espasticidad, un trastorno por el que algunos músculos se mantienen permanentemente contraídos.
Existen varios tipos de equinoterapia dependiendo de la autonomía del jinete o de la amazona. Las sesiones a las que asistimos se han enfocado a la hipoterapia, con un monitor que lleva al caballo y un terapeuta a cada lado. A mayor autonomía se produce la equitación terapéutica, cuando el paciente puede dirigir autónomamente al caballo y, por último, se denomina equitación adaptada cuando la monta se enfoca al ámbito deportivo.
La clase se acaba y Mireia espolea al pony al grito de '¡Arre Bagheera!', todo un esfuerzo para ella pronunciar esta orden que dirige al equino fuera de la arena. Ya en las cuadras, la joven, que empezó esta sesión intimidada por la cámara de la fotógrafa, se despide del caballo con un beso y hasta posa junto a su amigo de cuatro patas para una foto.
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