Los drones de la Ertzaintza: de usar cinta adhesiva a las cámaras térmicas
La Policía vasca, que compró su primer aparato en 2014, cuenta con una decena de naves de alta gama y las usa a diario en operativos
La Ertzaintza adquirió su primer dron en 2014. Era un cuadricóptero de bajo coste, un pequeño aparato que apenas tenía autonomía para sostenerse unos minutos ... en el aire. Empezó utilizándose en rescates. Aquel primer artilugio era tan básico que los ertzainas tenían que utilizar cinta adhesiva para poder incorporarle una pequeña cámara de grabación. En esos momentos existían muchas incertidumbres, pero ya entonces se intuía que se trataba de una tecnología que «había llegado para quedarse» en el campo de la seguridad pública y las emergencias.
Han pasado diez años de esos primeros vuelos. Una década no es mucho tiempo en determinados sectores, pero en lo que se refiere a la evolución de las aeronaves no tripuladas es toda una vida. Un dato: aquel primer dron de 2014 se encuentra hoy expuesto en el museo de la academia de policía de Arkaute, junto a otras reliquias de la Ertzaintza.
Los drones son ya una realidad consolidada en la Ertzaintza: en la actualidad con una decena de naves no tripuladas, que son dirigidos por media docena de pilotos. Son una «herramienta» muy útil y se utilizan «casi todos los días» en operativos de todo tipo: rescates, vigilancias de grandes eventos, investigaciones... Muchas veces se movilizan allí donde no pueden acceder los helicópteros.
La labor de la Policía vasca en este ámbito va más allá de los operativos en los que se utilizan los 'pájaros'. Una de sus funciones fundamentales es el control de los vuelos de drones privados que pueden tener «afección pública», según explica Asier Urrutia, director de Operaciones Aeronáuticas de la Ertzaintza. «Mucha gente piensa que son juguetes y no lo son. Pueden ser muy peligrosos», advierte.
Cualquiera que quiera volar un aparato en una zona poblada necesita pedir permiso a la Policía autonómica. Muchas de estas solicitudes son de empresas que quieren tomar unas imágenes aéreas para promocionar su negocio. Los especialistas analizan entonces los riesgos de la actividad y, en algunos casos, proponen «medidas correctoras» para conceder la autorización. Los números indican que se trata de un sector en plena expansión. En 2019, antes de la pandemia, la Ertzaintza recibió unas 200 solicitudes para volar drones. En 2023 se situaron en torno a los 1.000 permisos. Es decir, se han multiplicado por cuatro. Y, además, hay que tener en cuenta que estos son los vuelos legales. Porque también hay mucha gente que realiza vuelos no autorizados y que, en caso de ser descubiertos, se enfrentan a cuantiosas sanciones económicas.
La eclosión de los drones de la Ertzaintza también se percibe en la tecnología que utilizan. De aquella primera cámara GoPro pegada con cinta adhesiva se ha pasado a sofisticados dispositivos que permiten realizar infografías de alta calidad en tres dimensiones, muy útiles a la hora de realizar pruebas periciales. Se han utilizado, por ejemplo, en la investigación de la muerte de una mujer de 75 años que el pasado diciembre recibió el impacto de una bala perdida de un cazador cuando estaba en su casa. Otros aparatos tienen cámaras termográficas, muy valiosas en los rescates porque permiten localizar los focos de calor.
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Vertedero de Zaldibar
También fueron de gran importancia en la gestión del colapso del vertedero de Zaldibar. En los primeros momentos de la crisis, con un nivele de dioxinas en el aire 50 veces superior al habitual, estas pequeñas naves permitían detectar los puntos en los que había incendios en el interior de la escombrera de residuos industriales para que los bomberos pudiesen dirigir mejor las labores de extinción. Y son muy útiles también para el control de la seguridad en grandes eventos en los que participan miles de personas. El último ejemplo ha sido la reciente celebración de la Gabarra, pero también se han desplegado en el BBK Live. Estos aparatos envían imágenes en tiempo real al centro de control y permiten, entre otras muchas posibilidades, buscar las mejores vías de evacuación en caso de emergencia, apuntan en la unidad.
Lo cierto es que las alternativas que ofrecen son «bestiales». En realidad, estos dispositivos son «plataformas que vuelan» y a las que se les puede colocar «prácticamente cualquier cosa», explica el responsable de los 'pájaros' de la Ertzaintza. Se está viendo en la guerra de Ucrania, con enjambres de naves volando a todas horas por el país, localizando objetivos y lanzando explosivos.
Se trata de una tecnología que, además, se encuentra en «constante evolución». Asier Urrutia subraya que los drones han supuesto «una revolución del espacio aéreo de baja cota». Un «cambio de paradigma» que ha obligado a las instituciones a adaptarse a marchas forzadas.
El impacto de los drones en la Ertzaintza ha sido de tal calibre que incluso se ha modificado el nombre de la antigua unidad de Helicópteros. Ahora se llama sección Aeronáutica y forma parte de la Unidad de Vigilancia y Rescate de la Policía vasca. Urrutia explica que, en aquellos primeros momentos, lo complicado no fue comprar y aprender a utilizar los drones. Lo realmente difícil fue elaborar los manuales internos y adaptar toda la estructura interna para usar esta nueva tecnología.
Los datos
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1.000 peticiones para volar drones recibió la Ertzaintza en 2023, cuatro veces más que en 2019.
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