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Existen, dice Francesco Tonucci, tres «experiencias obligatorias» en la vida de un niño que se han mantenido invariables durante generaciones: la familia, donde se cubren ... las «necesidades primaras» y se tiene «afecto y consuelo»; la escuela, el lugar «de las obligaciones»; y la calle, el mejor escenario para «el juego». La última, lamenta, «se ha perdido» de forma paulatina en las últimas cuatro décadas. Y es la obligación de las instituciones, las familias y la sociedad en general «recuperarla», no solo como ocio para los menores, sino también como uno de los pilares de su formación.
El psicopedagogo italiano, creador en 1991 del proyecto 'ciudad de los niños', del que participan doscientas ciudades, ha defendido la necesidad de impulsar un «cambio de mentalidad» que permita a los más pequeños ejercer uno de sus derechos, el de «jugar». Lo ha hecho este lunes en un congreso de trabajo de esta red, organizado en Bilbao por el Departamento de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico del Gobierno vasco, en el que toman parte trescientas personas de diferentes países.
Tonucci ha dejado claro que, si hay padres presentes, «no es juego»; tampoco lo es «ir al parque, a los toboganes. El experto ha hecho hincapié en que el juego es un elemento que «permite conocerse a sí mismo», algo difícil de conseguir con adultos vigilantes. Ha lamentado que, «hoy en día, ningún niño sale a la calle sin uno» de sus progenitores, algo que «debe cambiar». «Es muy grave», ha dicho, que hayan «disminuido los homicidios y los accidentes», pero que haya «aumentado el miedo a que los niños jueguen solos en la calle».
Francesco Tonucci
Psicopedagogo
Eso, en su opinión, desemboca, entre otras cosas, en que «crezca la tasa de suicidios entre los adolescentes». ¿Y por qué? «El juego libre, que deberían recetarlo todos los pediatras, te permite saber lo que te sale mejor y conocer tus debilidades. Es importante vivir la satisfacción de ganar y la frustración de perder, y esas experiencias, en vez de con cuatro años, se empiezan a tener con 14, tarde», ha afirmado.
El control actual les impide además algo clave como es enfrentarse «al obstáculo». «Los niños buscan riesgos, pero no son tontos; evalúan los peligros y los evitan si no pueden hacerles frente o elaboran estrategias para superarlos», ha señalado. Esas capacidades se pierden cuando «empiezan a correr riesgos tarde».
También se está dejando atrás, ha indicado, la construcción de «un sentido moral», que antes empezaba a desarrollarse «a los cuatro años, a los seis... y ahora llegan a ser adolescentes sin tenerlo». Se refiere Tonucci en este caso a que, «para salir de casa, había reglas que los padres ponían», unas «normas de tiempo, de espacio, de comportamiento, de conservar la ropa sin ensuciarla del todo...». Ahí los niños tenían la posibilidad de «respetarlas o transgredirlas», y «evaluar» e incluso «decidir» que puede «valer la pena enfrentarse a unas consecuencias conocidas, un hecho fundamental a nivel educativo».
En los «últimos cuarenta años», al «perder la calle», los progenitores «han tenido que buscar maneras de entretenerles en casa», y una de ellas son «las pantallas». «Tenemos la idea de que las calles reales son peligrosas y que las calles virtuales son seguras porque están en casa, pero es ahí donde encuentran violencia y lo peor», ha sostenido.
Zonas peatonales, iniciativas como la implementada en Bilbao con recorridos para que los niños vayan solos al colegio... pueden ayudar a dotarles de autonomía. Para ello, lo que hace falta no es «educar a los niños, sino a las familias», que deben conceder más libertad a los menores, y que en los colegios se pida a los niños que a las tardes y los fines de semana «jueguen», porque lo importante es que «vivan experiencias que merezcan contarse» en clase, «cosas interesantes en vez de ir a idiomas o a un deporte».
Francesco Tonucci firmará pasado mañana un acuerdo de colaboración con el Gobierno vasco por el que prestará apoyo en el desarrollo de los derechos de la infancia recogidos en la ley vasca. Se trata de una norma, de 2024, con la que, en palabras de la consejera de Bienestar, Juventud y Reto Demográfico, Nerea Melgosa, las instituciones están «obligadas» a fomentar «la autonomía y el juego en el espacio público» de los niños. Fruto del convenio con el proyecto del psicopedagogo italiano, se diseñará un máster universitario sobre los derechos de los niños, que impartirá la UPV/EHU, y se implementará además el proyecto 'ciudad de los niños'. «Aunque todavía hay unos pocos que no se han dado cuenta, lo que aporta energía a las ciudades no son los coches, los hoteles o las prisas. Son las niñas, los niños y las familias quienes llenan la comunidad de vida, dinamismo, alma y futuro», ha subrayado Melgosa.
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