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El equipo que ha participado en la excavación y descendientes de Eleizegi, ante sus restos. Iñigo Royo
«Fue un momento muy emocionante»

«Fue un momento muy emocionante»

Los descendientes de Migel Joakin Eleizegi, el Ayuntamiento de Altzo y la Sociedad de Ciencias Aranzadi han explicado los pormenores del hallazgo de los restos óseos del gigante de Altzo

N. AZURMENDI

Lunes, 17 de agosto 2020, 16:17

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La aparición de los restos óseos de Migel Joakin Eleizegi Ateaga (Altzo, 1818-1861) ha traído tranquilidad a sus descendientes, una enorme satisfacción al Ayuntamiento de Altzo y a la Sociedad de Ciencias Aranzadi, que acordaron recientemente emprender una investigación que ha dado fruto con enorme rapidez y, sobre todo, han puesto fin a décadas de bulos y rumores que añadían color y misterio a la leyenda del gigante de Altzo, a Altzoko Handia. Como ha recordado esta mañana antes los restos de Eleizegi el alcalde de Altzo, Txomin Rezola, «no estaban ni en París ni en Londres; nadie los había robado o vendido... Los restos de este euskaldun mítico estaban en el cementerio de su pueblo».

Han bastado dos días para que un equipo de Aranzadi, al que se han unido de forma voluntaria profesionales del más alto nivel, haya encontrado con los restos de Eleizegi donde han estado desde su fallecimiento hace casi 160 años, y donde era lógico que estuvieran: en el osario del pequeño cementerio de Altzo Azpi, diminuto, anexo a la monumental iglesia de San Salvador y en desuso desde hace más de 30 años. La excavación comenzó el pasado día 12, y cuando el viernes, día 14, desenterraron un fémur «extremadamente grande» ya supieron a ciencia cierta que habían dado con los huesos de un gigante cuya altura real -se habla de 2 metros y 40 centímetros- podrá establecerse con exactitud gracias a los huesos largos que se han recuperado (los dos fémures y los dos húmeros), junto con otros fragmentos de esqueleto.

Un fémur de 64 centímetros

En el acto que ha tenido lugar en el pequeño cementerio que estos días ha perdido definitivamente la paz, además de Txomin Rezola han participado Pilar Unsain Eleizegi, descendiente de Migel Joakin Eleizegi; el promotor de un proyecto que surgió de un modo inesperado, el historiador y socio de Aranzadi Carlos Almorza; Lourdes Herrasti, de la sección de Antropología de Aranzadi, que ha dirigido la excavación junto con el forense Paco Etxeberria, y la directora de Cultura de la Diputación Foral, Mari Jose Telleria.

Ante ellos, en una mesa adecuada a las dimensiones del protagonista, la silueta de un esqueleto y, sobre ella, los huesos que se han recuperado tras excavar el osario del cementerio. Con anterioridad se había buscado en la sepultura familiar, donde se hallaron restos de numerosas personas, sin que esa primera excavación aportara resultados positivos en lo que respecta al miembro más famoso de la familia. A sabiendas de que en todos los camposantos cada cierto tiempo se vacían las tumbas para acoger a más difuntos y los restos de los anteriores ocupantes se trasladan al osario, el siguiente paso fue centrarse en ese espacio, donde el viernes pasado a primera hora de la tarde aparecieron los restos que, por sus dimensiones, no dejaron ningún lugar a la duda. La última palabra la tendrá el correspondiente análisis de ADN, pero un fémur de más de 60 centímetros parece una evidencia más que suficiente.

Artrosis y osteoporosis

Todos los que estuvieron presentes en el hallazgo y la posterior inhumación han coincidido al afirmar que fue «un momento muy emocionante» que, además, desactivó una hipótesis -la de la venta o robo de los restos del gigante-, y ha dado paso a otra, ya que la teoría que empieza a tomar forma tras el hallazgo es que fue la propia familia la que, en un intento de proteger los restos de Migel Joakin y de ahuyentar a gente poco deseable, comenzó a difundir el rumor de que el cuerpo del gigante, del que nunca más se supo hasta ahora, había desaparecido.

Lourdes Herrasti ha destacado el buen estado en el que se encuentran los restos encontrados teniendo en cuenta el tiempo que han pasado en contacto directo con la tierra. En vida, sin embargo, fueron una constante fuente de sufrimiento para Altzoko Handia, que se quejaba de fuertes dolores y lo hacía con motivo, ya que a simple vista han advertido en los huesos «una avanzada artrosis y osteoporosis».

El hallazgo ha sido tan repentino que todavía no se ha establecido un calendario de trabajo y tampoco se han tomado decisiones acerca del destino de los restos del gigante de Altzo. El equipo de Aranzadi todavía estará unos días en Altzo, donde confían en encontrar más restos de Eleizegi, y elaborarán un primer informe para el Ayuntamiento.

El alcalde de Altzo, por su parte, ha admitido que lo que comenzó como una conversación en torno a un café con Almorza, que se había dirigido al Ayuntamiento con motivo de un trabajo sobre memoria histórica, ha tenido un desenlace tan rápido que todavía no han empezado a pensar en el destino de los restos. Y ha adelantado que tal vez puedan dar a conocer algún plan más concreto en una comparecencia que tendrá lugar el 5 de septiembre.

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