Qué hacer si... se declara fuego en la cocina

Apagar la corriente eléctrica, la entrada de gas y la fuente de calor para minimizar daños.

Detergentes, productos de limpieza... si te da tiempo y no te supone un riesgo añadido, debes retirarlos de la zona donde está el fuego, ya que si las llamas llegan a ellos la situación empeorará. Muchas de esas sustancias son aceleradoras del fuego.

Es algo casi instintivo, pero un gran error. Si el agua alcanza componentes eléctricos, líquidos inflamables o aceite caliente, los problemas se pueden multiplicar.

Si el fuego es pequeño y quieres intentar apagarlo, ponte siempre entre las llamas y la vía de escape para poder salir corriendo si la cosa se pone fea. No te quedes en un lugar donde, si tus esfuerzos no resultan, te puedas quedar atrapado.

No intentes sofocar el incendio si lo ves difícil. Llama a emergencias -desde un lugar seguro- y huye del lugar, cerrando antes la puerta para hacer más difícil que se propague. «Hay que salir de la cocina cerrando la puerta, abandonar la casa, cerrando también la puerta, y llamar al 112, que es lo que aconsejamos sobre todo a la gente mayor. Jugársela, nunca -señala Oleagordia-. Llegamos pronto, el tiempo de llegada de los Bomberos es de unos nueve minutos». No te olvides las llaves dentro, que así los efectivos de emergencia entran rápido y ganan tiempo.

Si hay mucho humo, como éste suele concentrarse en las zonas alta, es mejor que salgas a gatas del lugar.

Si ves que el fuego se propaga con rapidez y puede alcanzar el ascensor, no lo uses.

Si el fuego que se ha generado en tu cocina ha prendido en tu ropa, debes tumbarte en el suelo y rodar sobre ti mismo. Si es otra persona, cúbrela con una manta y aprieta con fuerza hasta acabar con las llamas. Además, los expertos no aconsejan cocinar con prendas de mangas muy anchas, que pueden prender fácilmente. «Hay telas acrílicas muy inflamables», advierte Oleagordia.

Estamos cocinando, nos despistamos un poco, el aceite se ha calentado demasiado y empieza a arder la sartén... ¿Qué hacemos? La reacción mecánica es mover rápidamente la sartén para apartarla... «Pues no se debe hacer», dice Oleagordia. Con esta maniobra precipitada tenemos todas las papeletas para acabar derramando el aceite ardiendo por todos lados -incluido nuestro cuerpo- y extendiendo el desastre. Entonces, ¿cómo debemos actuar? Lo primero, para que no ocurra deberíamos haber enfriado el aceite agregando más aceite frío –¡no agua, por Dios!– y, por supuesto, no llenar la sartén más de la tercera parte. Pero si el problema ya ha surgido, lo mejor es apagar el fuego y tapar la sartén... ¿Y cómo se tapa una sartén ardiendo sin jugarse el tipo? Se coge una tapadera grande y se desliza desde un lateral, siempre usándola como escudo. También sirve tirar sobre la sartén un trapo grande y humedecido (ojo, bien escurrido, que no chorree).

Cuando abandones la casa, intenta no olvidarte las llaves dentro, que así los efectivos de emergencia entrarán más rápido y se ganará tiempo. Arañar unos pocos minutos es fundamental.