Uno de cada cuatro jóvenes se siente solo y el 32% ha sufrido problemas de salud mental
«La pandemia ha cambiado la forma de ser de esta generación y sus proyecciones de futuro», explica el sociólogo Braulio Gómez
Los vascos de entre 15 y 28 años, los conocidos como la generación Z, son la franja de la población que más sola se siente. ... Uno de cada cuatro de estos jóvenes dice sufrir soledad no deseada, mientras que un 15% va más allá y asegura padecer con frecuencia este tipo de situaciones. Son algunas de las conclusiones que se recogen en una nueva edición de la iniciativa llamada 'The future game'. Promovido por BBK Kuna y DOT, este proyecto se centra en abordar el bienestar de este colectivo.
El de los jóvenes es, precisamente, uno de los grupos poblacionales que explica la relevancia que ha adquirido la salud mental en los últimos años. Ellos hablan con naturalidad y sin filtros de problemas como la ansiedad, la depresión o los trastornos alimentarios y no tienen reparos en solicitar ayuda cuando la precisan. El 31,7% -uno de cada tres- reconoce haber solicitado el apoyo de un especialista para abordar un problema de este tipo.
«Estos chavales sufren baches más hondos que los de otras generaciones, pero también tienen más facilidad para recuperarse. Manejan con más sentido las crisis que los jóvenes de épocas anteriores», valoraba ayer el sociólogo Braulio Gómez, durante la presentación de los resultados del trabajo.
Gómez destacaba que «la pandemia ha cambiado la forma de ser de esta generación y sus proyecciones de futuro». El estudio impulsado por BBK Kuna sostiene que mientras los millenial -la quinta anterior- «soñaban con viajar eternamente y no trabajar, los jóvenes que se están incorporando ahora al mercado laboral (los Z) ven el empleo como una fuente de seguridad». Les aporta bienestar y tiene incidencia directa en su salud mental y profesional. Para estos jóvenes «la conciliación entre la vida personal y profesional, así como el bienestar en el trabajo son prioridades fundamentales».
Entre las desventajas a las que se enfrentan están los bajos salarios, que les dificulta emanciparse, y el «juicio» al que les someten colectivos más maduros. De forma despectiva se refieren a ellos como la generación de cristal.
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