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El Papa Francisco reza durante un oficio religioso en la Santa Sede. Afp
La cruz de Francisco

La cruz de Francisco

El Papa sabe que se la juega con la crisis de la pederastia y quiere convencer a la Iglesia de que el problema es global y no vale mirar hacia otro lado

DARÍO MENOR

Domingo, 17 de febrero 2019, 10:43

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Guau!». Antonio Carrón reacciona con esta interjección y con una enorme sonrisa ante el documento que le entrega una de sus profesoras. Es el diploma que certifica que ha completado los seis meses del curso de experto en protección de menores ofrecido por la Pontificia Universidad Gregoriana, el más prestigioso de los centros académicos con los que cuenta la Iglesia católica en Roma. Religioso madrileño de 38 años, Carrón se encarga de la supervisión de los colegios que tienen repartidos por el mundo los agustinos recoletos. «Estas clases me han abierto la perspectiva. Hemos aprendido los elementos relativos a la prevención y reacción ante un abuso y cómo amoldarnos a las circunstancias concretas de cada lugar», contaba Carrón el pasado miércoles, cuando tuvo lugar la ceremonia de entrega de diplomas en esta universidad de la Compañía de Jesús. Los 18 sacerdotes, religiosas y laicos provenientes de países de medio mundo eran la cuarta promoción del curso creado por el Centro para la Protección de Menores (CPM) de la Gregoriana para responder al más grave desafío que afronta hoy la Iglesia: los abusos sexuales a menores cometidos por sacerdotes y religiosos.

Como los diplomados y licenciados de los años anteriores, este pequeño grupo está llamado a convertirse en la punta de lanza contra la pederastia. Tienen trabajo por delante. Pese a que desde el pontificado de Benedicto XVI el Vaticano aseguraba que había implantado una doctrina de 'tolerancia cero' frente esta lacra, queda mucho camino para que no haya duda de que en la Iglesia no hay espacio para los abusadores ni para los encubridores. Lo demuestra la multiplicación de escándalos en diversos países durante los últimos años. «El Vaticano tiene tanta credibilidad hablando de protección a la infancia como la que tenía el entonces presidente estadounidense George W. Bush cuando hablaba de las armas de destrucción masiva en Irak», se queja Miguel Hurtado, víctima de abusos en el monasterio de Montserrat y uno de los impulsores de Infancia Robada, la primera asociación española de supervivientes de eclesiásticos pederastas.

«El Vaticano carece de credibilidad cuando habla de protección a niños»

Miguel Hurtado. Víctima de abusos

En el tortuoso recorrido para que la Iglesia recupere la credibilidad hay una etapa crucial la semana que viene: la conferencia sobre protección de menores en instituciones eclesiásticas convocada en el Vaticano desde el próximo jueves y hasta el domingo. Estarán presentes los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, las máximas autoridades de las Iglesias orientales, un grupo de superiores de las congregaciones religiosas y los 'ministros' de la Santa Sede implicados en esta cuestión. Serán entre 170 y 180 participantes en una cita inédita con la que el Papa pretende que todos los episcopados se convenzan de una vez de que el problema es global, está presente en todas las culturas y ya no vale mirar hacia otro lado. «Es una etapa importante en largo camino que la Iglesia empezó hace 35 años en países como Australia o Estados Unidos, 9 años en Alemania y en Europa Central y al que poco a poco continúan sumándose otros países», explica el jesuita alemán Hans Zollner, presidente del CPM y uno de los organizadores del simposio. «Todas las realidades eclesiales deben darse cuenta de la necesidad de proteger a los menores y esforzarse para hacer justicia a las víctimas y empezar a hablar de los crímenes sucedidos».

En el Vaticano hay conciencia de que Jorge Mario Bergoglio se la juega con este asunto. Pasada ya la 'luna de miel' de los primeros años tras su elección como obispo de Roma, el Papa argentino corre el riesgo de que la crisis de los abusos acabe eclipsando las grandes aportaciones del pontificado, como su apuesta por una Iglesia sencilla, abierta a todos y cercana a los más desfavorecidos o su enconada defensa de los inmigrantes y de la protección del medio ambiente, entre otros temas. «Si no logramos ir hasta el fondo en la cuestión de los abusos, no recuperaremos la credibilidad y la pureza de la misión de la Iglesia», reconoce el jesuita Federico Lombardi, antiguo portavoz de Benedicto XVI y de Bergoglio y al que ha echado mano el Vaticano para moderar el encuentro de la semana que viene. «Debemos encontrar las causas, las manifestaciones y los remedios. Francisco relaciona el abuso sexual con el de poder y de conciencia, con el ejercicio de la autoridad y de las relaciones dentro de la Iglesia. Es verdad que es una cruz y algo doloroso sobre lo que nadie quiere hablar. No es divertido, por eso se trata de esconder».

«Debemos asumir la necesidad de esforzarnos para hacer justicia»

Hans Zollner. Organizador de la cumbre

Lombardi confiesa que él mismo siente una «resistencia interior» a tratar los abusos y reconoce que hay un sector eclesial que «no lo soporta más», pero tiene claro que no existe otra alternativa que «ir hasta el fondo» de la cuestión.

«Todavía hay muchos en la Iglesia, sobre todo en los países donde la crisis está emergiendo ahora, que están más preocupados por proteger la reputación de la institución que a las víctimas», lamenta por su parte la irlandesa Mary Collins, que sufrió abusos de un sacerdote durante su niñez y fue miembro de la Pontificia Comisión para la Protección de Menores (PCPM). La abandonó en marzo de 2017, hastiada de la falta de medidas concretas. Creada por Bergoglio hace cinco años, la PCPM supuso en cualquier caso un significativo paso adelante para intentar que el rechazo de la pederastia y la persecución a quienes la practican fueran calando dentro de la jerarquía. Es el mismo objetivo de la inminente conferencia que, según detalla Zollner, tiene un carácter «educativo». «Hay muchos que quieren que se hable lo menos posible porque sienten que sólo ya reconocer el problema les hace perder el respeto», denuncia Collins. «Ven a las víctimas que denuncian como a enemigos de la Iglesia, sin darse cuenta de que tratando de forma adecuada este asunto lo que consiguen precisamente es recuperar la credibilidad».

Los supervivientes de abusos van a tener un papel protagonista en el simposio, tanto dentro del aula vaticana donde se desarrollarán las reuniones como fuera, pues habrá continuas manifestaciones de la red de asociaciones ECA ('Ending Clergy Abuse', Fin de los Abusos del Clero), a la que pertenece Infancia Robada. Los participantes en la cumbre, a los que el Papa invitó a reunirse con víctimas en sus países antes de viajar a Roma para ir entendiendo el problema, comenzarán sus sesiones viendo un vídeo en el que contarán su experiencia personas de diversas partes del mundo vejadas por eclesiásticos cuando eran menores. También habrá en las sesiones de trabajo supervivientes de África y Asia, dos continentes donde suele negarse la existencia de esta lacra, pues se considera que sólo afecta a países occidentales. Todos los implicados en combatir y prevenir la pederastia coinciden en que el encuentro con las víctimas es un paso imprescindible para entender la magnitud del problema y concienciarse sobre cómo actuar. «Sin la experiencia de escuchar y ponerte en el lugar de alguien que ha sufrido un abuso es muy difícil comprender la cuestión e intentar cambiar de actitud», explica Carrón, que se ha reunido con supervivientes de eclesiásticos pederastas tanto en el curso del CPM como en otros contextos.

Expectativas defraudadas

El mayor desafío al que se enfrenta la cumbre 'antipederastia' del Vaticano es cómo responder a la gigantesca expectación. Preocupado por la desilusión que podía generarse luego, el propio Papa pidió el pasado 28 de enero en el vuelo de vuelta a Roma tras su viaje a Panamá que había que «desinflar» las expectativas porque el problema de los abusos «va a continuar». «Es terrible. Es un drama humano del que tenemos que tomar conciencia. Resolviendo el problema en la Iglesia, ayudaremos a resolverlo en la sociedad y en las familias», dijo.

La cumbre

  • Cuatro días de ponencias Cuatro días durará la cumbre en Roma sobre la pederastia en la Iglesia católica. Las sesiones comenzarán y concluirán con una oración y se repartirán entre ponencias de expertos y grupos de debate según las distintas lenguas

  • 170 participantes tendrá la conferencia sobre protección de menores que se celebrará en el Vaticano la próxima semana. Será una cumbre inédita en la que habrá 115 presidentes de conferencias episcopales de todo el mundo, veinte representantes de las Iglesias orientales, superiores de congregaciones religiosas masculinas y femeninas y varios jefes de dicasterios de la Santa Sede.

  • El discurso final Hay una gran expectación por conocer lo que pueda decirle el Papa Francisco a los participantes en su discurso conclusivo del próximo domingo.

  • 12 mujeres solamente habrá entre los participantes en la cumbre, uno de sus grandes lunares. Dos integrarán el grupo de trabajo encargado de la organización y otras diez representarán a más de medio millón de monjas repartidas por el mundo.

Lombardi reconoce que está «fuera de la realidad» quien piense que en tres días y medio de reuniones se puede atajar definitivamente la cuestión. «Las expectativas excesivas y no realistas provocan luego una decepción y una idea de fracaso. Si en cambio se tienen expectativas proporcionadas a lo que efectivamente se puede alcanzar, se puede valorar de modo objetivo el resultado». Las víctimas como Miguel Hurtado no aceptan esta justificación. «Si en cuatro días no da tiempo, que organicen un sínodo de tres semanas para hablar sobre abusos, como hicieron para debatir sobre los jóvenes el año pasado», se queja este miembro de Infancia Robada.

También en la comunidad internacional el interés por la conferencia es enorme. «Tenemos grandes expectativas de que sea un punto de inflexión y lo seguiremos con atención», asegura Marta Santos Pais, representante especial del Secretario General de las Naciones Unidas sobre la Violencia contra los Niños, que se reunió el año pasado con el Papa para tratar este problema. «El Santo Padre está comprometido. Soy optimista, muchas comunidades religiosas están afrontando el desafío y son conscientes de que hay que dar este primer paso».

Hurtado tiene un punto de vista distinto. Considera que la cumbre de por sí no cambiará gran cosa y será sólo la atención mediática que genere la que contribuya a que salgan nuevos casos. «La reacción de la Iglesia católica llega tarde. Podía haber afrontado el problema hace años, pero se ha metido en una espiral de la que le va a resultar muy difícil salir. Vamos a ver su muerte a cámara lenta delante de la opinión pública global». Una fuente interna vaticana que conoce profundamente el problema concuerda con que todavía queda lejos la luz al final del túnel: «Vamos a comer mierda durante años».

LOS PROTAGONISTAS

Charles J. Scicluna

Considerado el 'cazapederastas' del Vaticano, Francisco le nombró en noviembre secretario adjunto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Es uno de los organizadores de la cumbre.

Federico Lombardi

Fue el 'zar' de la comunicación vaticana durante el pontificado de Benedicto XVI. Ahora, a sus 76 años, Francisco le ha encargado ejercer como moderador en la conferencia vaticana sobre pederastia.

Hans Zollner

Este jesuita alemán, integrante del comité organizador de la cumbre, es el presidente del Centro para la Protección de Menores de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, de la que también es profesor.

Blase C. Cupich

Arzobispo de Chicago, es uno de los hombres de confianza del Papa Francisco en EE UU, cuyo episcopado ha dado importantes pasos adelante en la prevención de la pederastia tras el estallido de la crisis.

Oswald Gracias

Arzobispo de Bombay y miembro del Consejo de Cardenales, encarna la preocupación de Francisco por que las Iglesias asiáticas tomen conciencia de que no son inmunes a la pederastia.

Theodore McCarrick

Es el símbolo de la pederastia en EE UU, donde fue arzobispo de Washington. Ayer fue expulsado del sacerdocio debido a varios casos de abusos, una medida inédita en la historia contemporánea de la Iglesia.

Libro-bomba sobre curas homosexuales

Sodoma. Poder y escándalo en el Vaticano

La enorme expectación generada por la conferencia sobre pederastia en la Iglesia que comienza el próximo jueves en el Vaticano va a ser aprovechada por el escritor francés Frédéric Martel para publicar ese mismo día 'Sodoma: poder y escándalo en el Vaticano' (Roca Editorial), un libro-bomba en el que asegura que el 80% de los eclesiásticos que trabajan en la Curia romana son homosexuales. Tras una investigación de cuatro años en la que dice haber entrevistado a más de 1.500 personas, entre ellas un buen número de cardenales y obispos, Martel, conocido activista gay en el país vecino, sostiene que los prelados más homófobos en público dan rienda suelta en privado a su homosexualidad.

Aunque se pone a la venta de forma simultánea en 8 idiomas y 20 países diferentes, como las grandes novedades editoriales, la credibilidad de 'Sodoma' queda en entredicho por sus numerosos errores y por hacerse eco de rumores sin confirmar. Mezcla chismorreos, fuentes anónimas, informaciones conocidas, testimonios con nombre y apellidos y elucubraciones del autor para dejar al lector con la impresión de que el clero católico en general y el que trabaja en la Santa Sede en particular es un bastión de poder homosexual cuyos miembros llevan una doble vida. Habla de un auténtico 'sistema' gay.

Martel pone en la picota de forma directa, por alusiones o insinuaciones, a buena parte de los más influyentes miembros del Colegio Cardenalicio de las últimas décadas y dedica un capítulo a España. Asegura que la mayor parte de los purpurados de nuestro país son homosexuales e incluso que cinco de ellos no se cortan a la hora de vivir su sexualidad.

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