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El investigador y divulgador Erik Harley (Terrassa, 1993), experto en Estudios Urbanos y graduado en Bellas Artes, comparte con sus más de 470.000 seguidores en Instagram sus críticas arquitectónicas sobre diferentes edificios, monumentos y enclaves de diferentes puntos de España. Así, se muestra habitualmente crítico con la labor de determinados profesionales, en concreto con Santiago Calatrava.
Por este motivo, ha decidido someter al aeropuerto de Bilbao a un exhaustivo análisis. El autor de libros como 'Pormihuevismo, rutas por la España del ladrillo', se refiere al aeródromo vizcaíno como «un templo al ego, una catedral a la complicación, una infraestructura de transporte aéreo con forma de pájaro ¿Difícil? Sí ¿Caro? También ¿Completamente inadaptado al clima de Bilbao? Por supuesto, pero muy bonito en las maquetas», cuenta en una entrevista en RNE.
Harley, que colabora en varios medios de comunicación posicionándose contra la corrupción económica, la especulación constructiva y el despilfarro de dinero público, explica que este proyecto supuso una estrategia para dejar atrás el pasado gris e industrial de Bilbao «y dar la bienvenida a los colorinchis del siglo XX». En cuanto al coste del proyecto, Erik señala que se trató de una inversión inicial de «90 millones de lerelos», a los que hay que añadir «65 millones en reparaciones».
Uno de los detalles que el creador de contenido no ha dejado pasar por alto es el momento de la inauguración de la terminal de Loiu, cuando hubo que acordonar el pasillo subterráneo que lleva al parking porque comenzó a filtrarse agua desde el techo. «Llovió dentro del aeropuerto», afirma. Esto, lejos de ser un hecho puntual que podría haberse quedado en una anécdota, se convirtió en el inicio de una problemática que se alargó con los años. «Fue el sistema de climatización por filtración involuntaria y todas esas goteras duraron 17 años», puntualiza. El arquitecto se defendió y atribuyó las humedades a una incorrecta ejecución de sus bocetos por parte de las constructoras.
Harley menciona también la 'Galería de la pulmonía'. «Era como la gente rebautizó a la zona de llegadas del aeropuerto, porque estaba al aire libre, sin cubrir, lluvia, viento frío, Bilbao...», enumera. Los inconvenientes no se quedaron aquí. Las deficiencias estructurales y de diseño del aeropuerto pasaron por «nueva canalización para un arroyo que se ejecutó mal, un sistema contra incendios que se había hecho incorrectamente, oficinas sin ventanas, pasillos demasiado estrechos, y errores en la ventilación», apunta. Eso sí, «que nadie sufra, las fotos del aeropuerto y los selfies salen monísimos», concluye.
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