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Neptuno, fotografiado por la 'Voyager 2' el 20 de agosto de 1989.
Neptuno, fotografiado por la 'Voyager 2' el 20 de agosto de 1989. NASA

En la última frontera

Las dos sondas 'Voyager' de la NASA cumplen 40 años de misión, en los que han descubierto más de veinte lunas, volcanes activos y océanos subsuperficiales en sus visitas a los cuatro grandes planetas del Sistema Solar exterior

Domingo, 20 de agosto 2017, 01:56

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Ningún otro ingenio humano ha llegado tan lejos como la 'Voyager 1'. La nave de la NASA, lanzada el 5 de septiembre de 1977 desde Cabo Cañaveral (Florida, EE UU), está ahora a 21.000 millones de kilómetros de casa, unas 139 veces la distancia que separa la Tierra del Sol. Y cada hora ese abismo se agranda en 61.000 kilómetros. Está tan lejos que, a una velocidad de 300.000 kilómetros por segundo, sus mensajes tardan en llegarnos 19 horas y 17 minutos. Su gemela, la 'Voyager 2', despegó hace hoy 40 años y se encuentra a más de 17.000 millones de kilómetros. Las dos veteranas viajeras siguen en activo, empujando la última frontera de la Humanidad.

«Creo que pocas misiones pueden igualar los logros de las naves 'Voyager' durante sus cuatro décadas de exploración», afirma Thomas Zurbuchen, administrador asociado del Directorio de Misiones Científicas de la NASA. Hace años que las sondas, de 825,5 kilos y alimentadas por energía nuclear, dejaron muy atrás los planetas exteriores del Sistema Solar. Tras visitar Júpiter y Saturno, la 'Voyager 1' giró hacia el norte del plano en el que orbitan los planetas y navega desde 2014 por el espacio interestelar; su hermana viaja hacia el Sur desde 1989 después de haber sobrevolado, además, Urano y Neptuno, y entrará en el espacio interestelar en los próximos años.

Mensajes al Cosmos

Las 'Voyager' son las segundas botellas que el ser humano ha lanzado con un mensaje al océano cósmico. Las primeras, las sondas 'Pioneer 10' y 'Pioneer 11', iniciaron sus viajes en 1972 y 1973, respectivamente, y cada una lleva una placa con símbolos sobre quiénes somos y nuestro lugar en la galaxia. Fue una iniciativa de los astrofísicos Carl Sagan y Frank Drake. Años después, el primero presidió el comité que seleccionó el contenido del disco de oro de cada 'Voyager': incluye sonidos de la Tierra, música, una hora de ondas cerebrales de Ann Druyan-la que sería la tercera esposa de Sagan- 116 fotos y saludos en 55 idiomas («Hola y saludos a todos», se dice en español).

Los datos

  • 21.000 millones de kilómetros es la distancia a la que se encuentra la 'Voyager 1'. Su gemela está a más de 17.000 millones de kilómetros.

  • Largo viaje Ninguna de las 'Voyager' se aproximará a otra estrella hasta dentro de unos 40.000 años.

  • Nos sobrevivirán Sus últimos instrumentos se apagarán hacia 2030, pero podrían continuar su viaje durante miles de millones de años

Es poco probable que alguien encuentre esas grabaciones -y ya no hablemos de que tenga un tocadiscos a mano-, pero es muy posible que sobrevivan al ser humano. Aunque ninguna de las 'Voyager' se aproximará a otra estrella hasta dentro de unos 40.000 años y se calcula que sus últimos instrumentos se apagarán hacia 2030, podrían continuar su viaje durante miles de millones de años, completando una órbita alrededor de la galaxia cada 225 millones de años. Pero para la ciencia el viaje más importante lo hicieron hace décadas: ninguna otra misión espacial ha visitado más mundos.

En el pico máximo de inversión en el proyecto Apolo, la NASA decidió en 1965 aprovechar una configuración planetaria que se da cada 175 años para mandar una misión de exploración al Sistema Solar exterior, más allá del Cinturón de Asteroides. Siempre que el lanzamiento tuviera lugar entre 1976 y 1980, el peculiar alineamiento permitiría viajar de una tacada a Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón -entonces todavía considerado un planeta- con un gasto mínimo de combustible, ya que, en una especie de carambola cósmica, una nave se beneficiaría de la gravedad de cada mundo para cambiar de trayectoria hacia el siguiente y acelerar. Así que la 'Voyager 2' despegó el 20 de agosto de 1977 y su hermana quince días después, pero en una trayectoria mucho más rápida que la llevó a sobrevolar Júpiter en marzo de 1979. Y empezaron las sorpresas...

Volcanes, tormentas y rayos

La 'Voyager 1' fotografió en el sistema joviano un penacho de gas y polvo de 160 kilómetros de altura en el limbo de Io, la primera erupción volcánica extraterrestre. Hoy sabemos que la cuarta luna de Júpiter es el mundo geológicamente más activo del Sistema Solar, con más de 400 volcanes despiertos. La nave también captó los primeros rayos en los cielos de otro mundo en Júpiter, donde retrató la Gran Mancha Roja-una tormenta en la que caben varias Tierras-, y detectó las primeras pistas de que bajo la superficie helada de Europa podría haber un océano global. En noviembre de 1980 en Titán, ya alrededor de Saturno, descubrió una atmósfera rica en nitrógeno parecida a la que pudo tener nuestro planeta antes de la aparición de la vida. Poco después, giró hacia el Norte, abandonó el plano de la eclíptica -en el que orbitan los planetas- y se dirigió hacia el espacio interestelar.

Complejo de Comunicaciones con el Espacio Profundo de Madrid. NASA

Oídos en Goldstone, Camberra y Madrid

Las misiones interplanetarias de la NASA se controlan desde la denominada Red del Espacio Profundo (DSN, por sus siglas en inglés). Está formada por tres complejos de antenas ubicados en California (Goldstone), Australia (Camberra) y España (Madrid). Con más de 50 años de historia -las instalaciones de Robledo de Chavela empezaron a construirse en 1964-, la red está gestionada por el Laboratorio de Propulsión a Chorro, y los centros separados por unos 120 grados de longitud. Esta distribución geográfica hace que nunca se pierda la comunicación con una misión a pesar de la rotación de nuestro planeta: antes de que una nave se hunda en el horizonte en Madrid, su señal ya ha sido captada en Goldstone, luego lo será en Camberra y vuelta a empezar.

Cuanto más lejos está una sonda, más grande ha de ser el oído para escucharla. Tras servir en la conquista de la Luna y a las 'Viking' en Marte, la red de la NASA tuvo que adaptarse, expandiendo el tamaño de sus antenas, para hacer frente a la exploración del Sistema Solar exterior. «En cierto sentido, las 'Voyager' y la DSN han crecido juntas», dice Suzanne Dodd, directora del proyecto Voyager en el Laboratorio de Propulsión a Chorro.

El complejo australiano tiene tres antenas activas, mientras que los otros dos tienen seis cada uno. En todos los casos, la más pequeña mide 26 metros y la más grande es una parabólica de 70 que se emplea para las comunicación con las misiones más distantes. La gigantesca antena de Madrid -en la imagen- y sus gemelas tenían originalmente 64 metros, pero se ampliaron en 1987 para poder seguir el encuentro de la 'Voyager 2' con Neptuno.

La 'Voyager 2' confirmó en Júpiter y Saturno algunos de los hallazgos de su gemela, antes de poner rumbo hacia Urano. Allí encontró cinturones de radiación similares a los de Júpiter y, en Neptuno, vientos de hasta 2.000 kilómetros por hora y géiseres de hielo en su satélite Tritón. Fue la primera nave en completar El Gran Viaje, visitar los cuatro planetas exteriores, y mandar fotos de los anillos de Júpiter, Urano y Neptuno. Ella y su gemela descubrieron tres lunas en Júpiter, cuatro en Saturno, once en Urano y seis en Neptuno. Y enviaron a la Tierra decenas de miles de imágenes, incluida una de lo que parece una mota de polvo flotando en un rayo de Sol: nuestro planeta visto por la 'Voyager 1' desde 6.000 millones de kilómetros, fotografiado a petición del fallecido Carl Sagan.

Hasta que enmudezcan, las dos naves seguirán llamando a casa y descubriendo cosas. «Lo más emocionante que encuentren en los próximos cinco años probablemente sea algo que no sabemos que está ahí fuera para ser descubierto», aventura Ed Stone, científico del proyecto Voyager desde 1972. Para él, estamos ante «el viaje más largo de la Humanidad».

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