Así es Charo, la bilbaína que quiere ser alcaldesa a los 95 años
Nacida en Solokoetxe y casada en Begoña, cree «imposible» ganar las elecciones del pueblo madrileño de Patones, pero sentiría como una victoria «que nos escuchasen a los mayores»
Charo Testa parece la reina de Inglaterra. Por su peinado, sus vestidos de colores, su aristocrática elegancia, su carácter decidido... Pero, sobre todo, por demostrar ... que ser una nonagenaria no significa tener que hacerse a un lado y apartarse de la vida, ni tampoco de asuntos tan mundanos como la política, aunque sea a pequeña escala. Sin embargo, Charo -'Charito' para sus conocidos- no es la gemela de Isabel II. Para empezar, tiene 95 años -dos más que la monarca británica- y no ha nacido en el exclusivo barrio londinense de Mayfair, sino en el mismísimo Bilbao, que también tiene su pedigrí, según defienden los amantes del 'botxo'. «¡Sí, nací en el número 8 de Solokoetxe!», proclama con entusiasmo esta mujer que se presenta a alcaldesa de Patones, un pueblo de 500 habitantes en la sierra de Madrid. «Mi padre era carpintero, de Galicia, y mi madre, de Burgos. Los dos llegaron a la Bilbao para trabajar. Por eso me siento bilbaína, pero no vasca», explica la líder de Abuelas por Patones, una plataforma cuya integrante más joven supera los sesenta años.
¿Y cómo ha acabado una bilbaína de aspirante a alcaldesa en un recóndito e idílico rincón de la comunidad de Madrid? «Bueno, en Bilbao estuve hasta que me casé en Begoña... ¡pero con un madrileño!», indica. Su padre, viendo que se le marchaba la hija para la capital, la preguntó -con tono algo recriminatorio- «si no había jóvenes bilbaínos para casarse». ¿Y qué contestó? «Que ojalá, pero que ninguno me había dicho nada ja, ja, ja...».
Así que el tópico de que los vascos son fríos y complicadillos para dar el primer paso en las relaciones amorosas se remonta -por lo menos- siete décadas atrás, un dato antropológico interesante que quizá pueda ser objeto de estudio.
-Charo, a ver si va a ser verdad que los bilbaínos son sosos para las cosas de ligar...
-No, ahora lo tendréis más fácil, porque, si no os dicen algo ellos, lo diréis vosotras. Pero en mi época... ¡qué vergüenza me hubiese dado!
Con el tiempo se ha vuelto mucho más valiente. Hay que serlo para presentarse a unas elecciones con 95 años y, sobre todo, para 'enfrentarse' a un montón de periodistas atraídos por su historia. «Hay que ver qué lío tengo. He llegado a hacer siete entrevistas en un día. Es cansado, pero la parte buena de todo esto es que antes me levantaba tres veces por la noche y ahora duermo de un tirón», revela. En su caso, la saturación periodística ha tenido un efecto somnífero, otro tema digno de estudio. Charo se toma a risas -claro, con lo bien que duerme- el interés mediático que ha suscitado: «Qué éxito, sí», Y admite que es lo que se buscaba. Ella -que vive en Madrid aunque pasa tres o cuatro días a la semana en Patones- es consciente de que resulta «imposible» que llegue a alcaldesa, pero para ella ya sería una victoria «sacar un concejal» o, al menos, «que se nos tenga en cuenta a los mayores». Y a sus reivindicaciones.
El tema 'estrella' de su programa es la construcción de un parking que traería muchos beneficios al pueblo. Patones es una localidad divida en dos: tiene un llano y una parte encaramada a la montaña, Patones de Arriba, donde Charo tiene su casa. Su belleza -es uno de los mejores y más representativos ejemplos de la arquitectura de pizarra negra- atrae a muchos turistas. «Cada fin de semana vienen unos mil. ¡Y se montan unos jaleos para aparcar...! Así que hemos hecho un proyecto para construir un parking que costaría tres euros la hora a los usuarios. No es mucho, pero ¿sabes cuánto se sacaría al año? ¡45 millones de pesetas! Porque yo hablo en pesetas -aclara-. Ese dinero se podría usar para hacer una piscina, un campo de fútbol, otra residencia, porque hay una que siempre está llena...», argumenta, un poco dolida porque en el Ayuntamiento «ni han querido ver» su plan. «A ver si viene alguien superior, el nuevo ministro, por ejemplo, y nos ayuda», desliza.
Toda energía, Charo, que «sólo tiene algo de dolor de piernas por la artrosis», considera que los políticos tienen mucho que aprender de la gente mayor. En alguna entrevista hasta les ha aconsejado que «aprendan más y vuelvan a la universidad».
-¿Y qué podría aprender un político de usted?
-Pues a escuchar. Sobre todo a los mayores. Y también deberían tener en cuenta que dentro de poco serán como nosotros.
Ella considera que saber llevar el declive -tanto el que sobreviene cuando pierdes el poder político como el físico que impone la vejez- debería ser una lección universal. «Algunos políticos son un poco igual que nosotros, los mayores. Cuando ya no están en la cumbre, les dejan de hablar, no les llaman. Cuántos abuelos tristes hay, sin nadie que les pase una mano por la cara porque su familia no tiene tiempo para ellos». Desde luego, no es su caso. Tiene cuatro hijos que la apoyan en esta aventura electoral y seis nietos. «Ayer vino a verme uno. Me comía a besos y me decía '¡hablas muy bien!'», comenta con orgullo de abuela. Charo adora a su familia, también a la que le queda en Bilbao, «a la que aprovecho para saludar, porque antes iba mucho, pero ahora ya con la edad viajo menos, aunque es una ciudad que me enamora». A pesar de llevar más de 60 años en tierras madrileñas, su bilbainismo sigue intacto. ¿No será del Athletic? «¡Claro! Aunque he hecho algo de 'trampas'. Tantos años por aquí... ¡Pues también soy del Madrid !», confiesa la longeva candidata, quien para despejar dudas tras esta revelación quiere terminar la entrevista así: «¡Viva Bilbao!».
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