En casa o fuera, «pero con responsabilidad»

Jokin Bildarratz ha vivido las navidades como alcalde de Tolosa, presidente de Eudel, senador y este año lo hará como titular de Educación del Gobierno vasco. Por eso cree que debe trasladar al ámbito doméstico «el ejemplo» que está dando la comunidad escolar y universitaria, al convertir, «con gran trabajo», los centros en «espacios seguros. Ese esfuerzo se tiene que ver compensado a la vuelta de enero. Todos somos conscientes de que no nos van a poner encima un ertzaina para ver si cumplimos o no las medidas, pero si en vacaciones no sabemos comportarnos, puede venir una tercera ola», advierte. Bildarratz repetirá las costumbres de toda la vida. «Pasamos las fiestas siempre en casa. Somos una familia pequeña», explica. Compartirá la cena de Nochebuena junto a su mujer, su hijo, su suegra, de 90 años, y «varios cuñados». No llegará, ni de lejos, a la cifra máxima permitida de 10 comensales. «La Navidad significa algo para todos, pero esta vez no nos podemos dejar llevar por la emoción. Hay que disfrutarla con mucha precaución», reitera. El consejero echará el resto en los fogones. Sin sentirse un cocinillas, preparará «una pava». Los pescados le parecen «más complicados».

Carmen Miral, procuradora y presidenta de la Asociación Mujer Siglo XXI, volverá por Navidad a su Pamplona natal. Aunque ya no podrá disfrutar de la compañía de su madre, tiene allí «a casi toda la familia». Amante «de las tradiciones», compartirá mesa con Carlos, su marido, y dos tíos, «ya mayores. Por eso, las prevenciones tienen que ser también grandes. Las personas de edad necesitan mucho cariño, pero debemos de ser responsables. En nuestras manos está evitar los problemas, por eso no meto a nadie más en casa», subraya. Lejos quedan los años en que llegaban a juntarse más de una veintena de familiares en el domicilio de su madre. Eso sí, la comida de Navidad la celebrará junto a sus primos en el Hotel Toro, «si abre las puertas. Espero que sea así porque me hace mucha ilusión volver a verlos. La última vez fue en verano. Si es preciso, que nos coloquen en dos mesas; todo con disciplina, porque este asunto de la pandemia es muy delicado», remarca.

Las navidades le traen a Pedro Campo recuerdos de cuando se reunían muchísimas personas. «Llegábamos a ser más de 20», detalla. Solían juntarse en la casa de alguno de sus hermanos. Con el tiempo pasaron a celebrar las cenas y comidas de Navidad y Nochevieja en el txoko de uno de sus sobrinos, hoy absolutamente impensable. «Esta vez será todo muy restringido. Nada de nada. Este año, los de casa y poco más. Cada uno en su casa y Dios en la de todos», relata. Lo aconseja, sugiere, la prudencia, mientras se centra en lo suyo, la actividad comercial, algo que le trae de cabeza. «Queremos salvar comercios y empleos, pero eso será totalmente imposible si no llegan ayudas directas», protesta.

La escritora alavesa afincada en Larrabetzu ve la vida con optimismo y no deja de sonreír. Ni sabe la gente que tendrá en casa por Navidad. Estará, por supuesto, «'el Alberto'», su marido, su hijo, su nieta Nur, el perro, una gata... «¡Y cualquier despistado que aparezca, porque esto es como la casa de la misericordia!», bromea. No se asusten. Cumplirá la normativa. Lo que no harán es celebrar el tradicional concurso gastronómico que acostumbraban a organizar otros años y en el que cada asistente elaboraba un plato y luego se ponían a calificarlos. Esta vez tocará fondue de carne por la noche y al día siguiente, pato a la naranja. No teme a la pandemia. «En la historia de la humanidad ha habido crisis de todo tipo y de todas se ha salido adelante. No nos podemos dejar vencer por el miedo», recomienda.

Aitor Elizegi, presidente del Athletic, pasará la Nochebuena con su familia del Txorierri. Tendrá cerca a su mujer, sus dos hijos, los aitites, algunos cuñados y sobrinos... Calcula que serán en torno a 10. «Estamos preocupados porque todos tenemos en casa a gente mayor. Están nuestras amamas y, claro, también estamos nosotros». Pero el chef y empresario cree que, en momentos tan complicados, es cuando hay que sacar lo mejor de cada uno. «En 2021 tenemos que recuperar la certidumbre y empezarlo muy sanos», sentencia, mientras se resiste a concretar el menú que preparará el 'rey del bacalao'. «Mi pecado es la gula. Me gusta todo, el besugo y la coliflor. También los caracoles y la tortilla de patata. Cualquier cosa es buena excusa en este año tan largo», expresa Elizegi, que confía en llevar al Athletic «a tres finales».

La cómica vasca por excelencia afronta unas navidades «muy tristes». No porque las pasará sola junto a su hermana, Idoia, sino porque no podrá disfrutarlas en Durango junto a una prima «carnal» de su ama, que era como su segunda madre. «Tiene ya una edad y es gupo de riesgo. Y, además, la Nochebuena siempre podemos celebrarla en abril o mayo». Las hermanas no perderán el tiempo en los fogones. Comerán cosas «prohibidas» y se las prometen muy felices con «sándwiches del Eme, palmeras de chocolate y tortillas de patata. Nos apena no poder estar con los que son como nuestros padres, pero tenemos mucho miedo a lo que pueda pasar en enero y febrero».

A Boni García, propietario del popular Café Lago de la calle Correo, le gustaría pasar las navidades «trabajando. Con el panorama que tenemos por delante...», se lamenta. No se le ve muy ilusionado por el impacto de la pandemia en el negocio. Pasará la Nochebuena junto a su mujer, Coral, su hija pequeña, Juncal, su otra hija Laura y el marido de ésta. «Seremos, seguramente, cinco. No más», detalla. Con quien no podrá contar es con Juncal, la hija mayor, residente en Suiza, y su yerno. «No podrán venir por problemas de desplazamiento». Tampoco sentará en la mesa a su madre ni a sus suegros, los tres enfermos de alzhéimer. «Antes nos juntábamos algunos hermanos, pero no todos, porque somos muchos, pero ahora no podemos someter a los mayores a un encuentro de este nivel. No nos atrevemos a mover a mi madre», asegura.

Vizarraga, presidente de la asociación sociocultural que trabaja a favor de la socialización de los jóvenes gitanos, cree que este año no quedará otra que repartirse. «La idea es vernos toda la gente, pero antes es la salud. Igual tenemos que juntarnos en el txoko unos por la mañana y otros por la tarde. Hay que ser prudente», zanja. Tiene claro que la Nochebuena discurrirá en Bermeo, en la casa de sus suegros. Y que no pasarán de 10. «Sin problema», subraya. Cuando terminen de cenar, regresarán a Bilbao. Ya sabe el menú que le espera. «La suegra siempre pone sopa de pescado bien fresco, langostinos en salsa y cocidos, ensaladilla rusa y con txaka, cordero asado, aunque a mí siempre me prepara solomillo, porque no me gusta, y jibiones en su tinta». ¿Y la Nochevieja? «Está por ver», dice, sin dar más pistas.

Desde la muerte de su madre, el año pasado, las navidades no tienen «ningún sentido» para Adriana, la bailaora nieta del mítico Telmo Zarra. Este año se reunirá «en Bilbao o Mungia con aita, amama, mis hermanos y tíos, pero solo pienso en descansar y estar tranquila en casa. Este año no seremos tantos, no más de 6», comenta algo resignada.