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El jefe de Estado portugués, el conservador Rebelo de Sousa, charla con unos veraneantes a su salida de la playa. Riu Ochoa

Baños de sal, 'selfies' y nietos

Albufeira, en el Algarve, espera al popular presidente de Portugal. Fanático de los baños en el mar, toda su Seguridad ha tenido que instruirse en socorrismo

icíar ochoa de olano

Domingo, 15 de julio 2018

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Cuando Marcelo Rebelo de Sousa ganó las elecciones presidenciales de Portugal, hace tres veranos, dejó bien claro a su equipo que no tenía ninguna intención ... de mudarse al Palacio Nacional de Belém, el complejo rosa que durante siglos ocupó la familia real lusitana y que hoy es la sede oficial del jefe del Estado. Es tan grande, dice, que se desorienta y nunca encuentra los interruptores. Y, lo que es peor, no tiene playa. Tan solo una espléndida piscina a la que ni siquiera se ha acercado. Si hay algo que adora el político conservador es bañarse. Pero, eso sí, nada de agua dulce. Menos aún estancada. Lo suyo es el mar y su anodina casa de alquiler en el casco antiguo de Cascais, a treinta kilómetros de Lisboa, le permite muchos días darse una zambullida salina antes de ponerse a pilotar el país. Da lo mismo que sea el 3 de agosto que la víspera de los Santos Inocentes. Al mandatario luso le gusta mineralizarse todo el año.

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