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daniel martínez
Sábado, 5 de enero 2019, 01:03
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Los responsables de la investigación del crimen de la joven dominicana Rebeca Cadete Santana durante la madrugada del jueves en Laredo tienen pocas dudas sobre cómo se produjeron los hechos y su cronología. Tomás Maestre Ramírez coincidió esa noche con su expareja, con la que estaba acabando una relación sentimental interrumpida ya varias veces, en un bar de la villa que frecuentaban a menudo. Junto a otros miembros de su grupo de amigos, estuvieron allí hasta aproximadamente las tres de la mañana. Es decir, una hora antes de que le propinara unas 20 puñaladas, varias mortales, en casa de la chica.
Según el informe preliminar de los forenses remitido al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 1 de Laredo, que estaba de guardia en el momento de los hechos y se ha hecho cargo del caso, las heridas de la mujer habrían sido provocadas por dos armas distintas: un cuchillo que el autor del crimen llevaba consigo y otro que encontró en la cocina de la casa. Detalles todos ellos que encajan con la versión que trasladaron a los agentes las dos principales testigos -las compañeras de piso de Rebeca, que presenciaron la escena- y distintas personas del entorno de la pareja.
El asunto se encuentra bajo secreto de sumario, por lo que aún no ha trascendido el contenido de la declaración de Tomás ante el juez. Ni siquiera se sabe si ha ratificado sus palabras cuando se entregó voluntariamente en la comisaría de la Policía Local de Laredo. «He hecho algo horrible. La he matado», cuentan que dijo al llegar. Este viernes, el titular del juzgado redactó un auto de ingreso en la cárcel. El joven de 29 años llegó a media tarde en furgón policial a la prisión de El Dueso, en Santoña.
Los amigos de Rebeca, que lo eran también de Tomás, todavía no entienden qué pudo pasar a una persona que califican como «buena» y «nada violenta», señalan que el ambiente en el bar no era muy distinto del habitual y que incluso se hicieron fotos y vídeos mientras tomaban algo. Ella estuvo allí hasta cerca de las tres de la madrugada, a sólo cien metros de su casa, en la plaza Rosario Ochandiano, donde fue asesinada una hora después. Salió del local y unos minutos después siguió sus pasos el presunto asesino. De forma insistente, comenzó a llamar al timbre y a la puerta del 4º izquierda del portal número 2. El entorno está convencido de que si finalmente se decidió por abrir fue para que el ruido no despertara a los vecinos. Ese pudo ser su gran error.
Pero, ¿por qué utilizó dos cuchillos distintos? Al entorno de la pareja le han enseñado una fotografía de un cuchillo de sierra y pequeño tamaño roto por la mitad. Entienden que ese era el que el joven ya tenía en su poder cuando llegó a la vivienda y que se partió fruto de la brutalidad de la agresión. Por eso fue a la cocina y cogió otro que tenía a mano.
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