Iceta solicita al juez el desahucio de las exmonjas enclaustradas en Belorado

El aMario Iceta se le ha agotado la paciencia. El arzobispo de Burgos, comisariado por el Vaticano para resolver la crisis de las monjas cismáticas de Belorado, acudió ayer a los tribunales para que se ordene a las exreligiosas salir del monasterio burgalés. Según la perspectiva de la Iglesia, desde el momento en que dejaron de ser clarisas perdieron el derecho a residir en instalaciones de esta orden, pero las aludidas hicieron oídos sordos a todos los llamamientos de la jerarquía eclesiástica a abandonar el que ellas consideran su hogar. Decían que solo los jueces las sacarían de allí, y esa es la vía que ahora ha activado Iceta.

Cuatro meses han transcurrido desde que comenzó uno de los culebrones del verano, con monjas desertoras, falsos curas y obispos sedevacantistas, idas y venidas de referentes espirituales, presuntos intereses inmobiliarios, facturas impagadas en el negocio de los dulces y las trufas y, ya en fechas recientes, incluso la fractura en el núcleo duro de la protesta con la marcha de una de las más estrechas colaboradoras de la líder de la rebelión, la exabadesa del santuario Laura García de Viedma; la responsable de la difusión, el 13 de mayo pasado, de un documento en el que en nombre de la comunidad religiosa manifestaba «su libre voluntad de abandonar la Iglesia católica», según recuerda el Arzobispado de Burgos en el comunicado en el que, ayer por la tarde, informaba sobre la tramitación de la solicitud de desahucio.

La Comisión Pontificia que encabeza Mario Iceta interpuso ayer mismo en el Juzgado de Briviesca la demanda para que las nueve exclarisas enclaustradas en la Bretonera sean desalojadas del monasterio. El arzobispado no da más detalles sobre su iniciativa judicial en una nota de prensa en la que se limita, básicamente, a hacer un repaso de los acontecimientos que se han producido a lo largo de estos cuatro meses, desde que las monjas de Belorado hicieran público su Manifiesto católico y su intención de no obedecer al obispo ni al Papa.

En el comunicado se recuerda que el pasado 22 de junio «se declaró la excomunión y expulsión de la vida consagrada de las diez hermanas que se habían adherido al cisma», «tras agotar los recursos que les invitaban a reconsiderar su salida de la Iglesia católica». «A partir de ese momento -concluye-, carecen de título legal para habitar los inmuebles pertenecientes a los monasterios que ocupaban».

«Después de un período prudencial de espera, comprobado que no ha habido ningún intento de reconsideración por parte de las exreligiosas, los servicios jurídicos han procedido a interponer la demanda correspondiente ante el Juzgado de Briviesca», explica Mario Iceta, que no obstante -y como no deja de insistir desde el inicio de la crisis- reitera la disposición de la Iglesia a «ayudar» a las exmonjas «en el camino de retorno a la comunión eclesial, donde serían acogidas con delicadeza y misericordia».

El arzobispo insiste asimismo en su «preocupación» por «el estado de salud y el cuidado» de las cinco exclarisas ancianas que permanecen en el monasterio, y asegura que están preparados para «atender cuanto antes» todas sus necesidades «con la colaboración de la Federación de Clarisas Nuestra Señora de Aránzazu y de sus familiares».

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