Un mar de adversidades para la primera capitán con mando
Idoia Ibáñez, matriculada en 1980 en la Escuela de Náutica de Portugalete, confiesa que su «mérito fue vencer dificultades cuando no se veían mujeres en los barcos»
Siempre hay una primera vez para todo. A la bilbaína Idoia Ibáñez Ozores nadie le arrebatará su condición de pionera: fue la primera capitán con ... mando de la Marina Mercante. Ocurrió en 1994, cuando las mujeres estaban obligadas a derribar muchas puertas para acceder a un terreno «prohibido». Lo constató nada más matricularse, en 1980, en la Escuela de Náutica de Portugalete. Era la segunda promoción con mujeres e Ibáñez, actual inspectora de 'vetting' en Repsol, fue una de las tres alumnas que compartía aula con otros 122 hombres.
Navegó 17 años y su trabajo consistió en ir «venciendo dificultades. Ese es mi mérito», concede. La suya fue «una carrera de fondo». Después de matricularse, creyó que sería «más fácil»llegar a oficial. «Pues no», ataja. Si la mayor parte de las navieras la impidieron embarcar como alumna, para hacerse piloto primero y después «fija», tuvo que esperar «mucho más» que sus compañeros.
«Hubo que cambiar convenios», detalla, aunque jamás se arredró. Siempre le fascinó el mar, que le gusta otear desde barcos grandes. «Quería viajar, conocer mundo, y, por supuesto, ganar dinero», en un oficio diferente. Y con «otros valores y otras medidas del tiempo». Lo supo pronto. Las primeras campañas navegaba nueve meses. «Bajábamos a tierra, a los puertos, cuando podíamos.Los petroleros atracan a veces en sitios en los que alrededor hay algo de vidilla, pero otras muchas no», detalla.
Tampoco es que le importara demasiado, aunque a veces pasaba 30 días encerrada en los buques, casi siempre cargados de gasóleo y gasolina. «¿Bajar a qué? ¿A mirar calados?». Además, era «joven», su familia «estaba bien» y solo le «preocupaba» disfrutar de su profesión. «Y ser feliz». Algo que conseguía «fotografiando cielos y olas» y pintando al óleo en los tiempos libres. Ni recuerda las puestas y salidas de sol dibujadas en sus travesías. Como todo tiene un principio, la primera que realizó fue de Tenerife a Barcelona. «Me pareció muy lejos», reflexiona.
«Cuestión de escalafón»
Idoia, que participó el pasado viernes en un acto organizado por la asociación Mujer Siglo XXI en el Museo Marítimo de Bilbao para potenciar el liderazgo, empoderamiento e igualdad femenina, se desenvolvió con destreza en un tiempo en que «no se veían mujeres en los barcos españoles». Ella logró algo insólito: capitán con mando. ¿Si a los marinos se les hacía difícil tener de jefa a una mujer? «Yo creo que difícil no, extraño. Era cuestión de escalafón», contesta.
Mucho antes tuvo que vencer la resistencia de sus padres, que preferían que su hija hubiese estudiado «algo más tradicional» y que supusiese «una menor renuncia familiar».Cosas de la vida, cuando empezó a navegar «tenían sus preocupaciones» y cuando lo dejó «les disgusté».
Se bajó de los buques cuando la «rutina» empezó a invadir su actividad. «Ya tenía una edad en la que vi que aquello no tenía atractivo y, sobre todo, que iban a desguazar los barcos de la flota», confiesa. Le apetecía «cambiar» aunque sin desvincularse de su profesión, que ahora sigue a pie de tierra. Ejecutiva de Repsol, se encarga de inspeccionar barcos. «La mayor parte de las petroleras los contratan y hay que inspeccionarlos antes. ¡Y quién mejor que una que lo ha vivido y conoce todo! Ahora, el punto clave que tenemos mejorar es el medioambiental y lograr reducir a 0 las emisiones al aire de los buques», argumenta.
Del mismo modo que nunca concedió importancia a los muchos comentarios que escuchó presagiando que «no duraría nada» en una profesión en la que ha cumplido 38 años, tampoco se arrugaba cuando se enfrentaba a fuertes tempestades en alta mar. «Me he sentido muy, muy segura porque era competente y, además, nuestros barcos eran grandes y tenía mucha confianza en ellos. En los cursos de supervivencia había que tirarse al mar desde la cubierta y a mí me costaba porque siempre pensaba que estaba en un sitio seguro», afirma.
Si las sendas duras suelen conducir a los mejores destinos, Idoia Ibáñez Ozores, rodeada de colegas, reconoció que las mujeres siguen teniendo más difícil el acceso a puestos directivos. «No diré que haya un techo de cristal, pero en esto no estamos al mismo nivel de los hombres». Palabra de una capitán con mando.
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