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El estudio es una colaboración entre la Universidad de La Rioja (UNIR) y la Universidad de Deusto.
El sos de los adolescentes: «¡me he olvidado el móvil en casa!»

El sos de los adolescentes: «¡me he olvidado el móvil en casa!»

Un estudio confirma que los chavales de entre 14 y 16 años son el colectivo más vulnerable con el uso del teléfono, especialmente las chicas

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Lunes, 25 de septiembre 2017

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No es una prueba científica, pero como aproximación sirve. «¿Es capaz de cenar sin mirar el móvil?», «¿de dejar el teléfono en el vestuario mientras juega un partido de fútbol?», «¿acepta que se le restrinjan las horas de uso del móvil?», «¿se pone nervioso si entra a un local y no tiene wifi?». Si las respuestas son tres 'no' y un 'sí', el diagnóstico es claro: nomofobia. El término despista porque viene del inglés -'no mobile phone phobia'- pero es la palabra que da nombre a un mal moderno, la fobia a estar desconectado. Un mal que afecta especialmente a los adolescentes.

Es la conclusión a la que ha llegado un grupo de investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR) y de la Universidad de Deusto, que han realizado el primer trabajo en español acerca del miedo a salir de casa sin el teléfono móvil, una fobia que ya empieza a tratarse con terapia. «El colectivo que más nomofobia padece es el de los adolescentes de entre 14 y 16 años, especialmente las chicas». El documento, que acaba de hacerse público, confima que un 25% de los chavales de esta edad puede considerase «usuario de riesgo» y que «los comportamientos más frecuentes de los afectados son la obsesión por tener el móvil siempre cargado y la ansiedad ante el pensamiento de no poder usarlo».

Algo tiene que ver con la vulnerabilidad de los adolescentes, pero mucho más con que los menores que hoy tienen entre 14 y 16 años «son la primera generación que nació con el móvil y que ya tiene edad para usarlo». Lo usan, advierte Guillermo Fouce, de Psicología sin Fronteras, «como una extensión de su mano». «El teléfono no es un acompañante, es el elemento central. Los chavales no se miran a los ojos, no se tocan. Se mandan mensajes y emoticonos y, con ello, reducen la potencial emocional de las miradas y del contacto físico». Es lo que en la jerga profesional llaman 'relaciones líquidas', virtuales, efímeras y sin fronteras delimitadas entre lo público y lo privado.

«Los chavales no se miran a los ojos, no se tocan. Se mandan mensajes y emoticonos y, con ello, reducen la potencial emocional de las miradas y del contacto físico»

'relaciones líquidas'

«Un chaval no sabe qué cosas debe contar en el WhatsApp o en las redes sociales y qué cosas pertenecen a la esfera privada. Ellos mandan un mensaje pero no son conscientes de que una vez que lo envían pierden el control sobre el mismo. Les sucedió a los jugadores del Eibar con aquel vídeo erótico que grabaron con una chica. Lo comparten, se hace viral y les pasa por encima», advierte el especialista, que alerta sobre «la banalización de las relaciones» producto de esta vida virtual.

- ¿Nada tiene que ver la nomofobia con el hecho de que el adolescente es vulnerable por la edad que tiene?

- Algo sí. Los 15 años son la edad en la que el chaval busca su identidad. No es un adulto pero empieza a tomar decisiones. Es la edad a la que se inician en las drogas, en el sexo, en la que aparecen las conductas radicales... El adolescente se cree fuerte, siente que se atreve con todo, no cree en lo que le dicen los adultos, prefiere experimentarlo por sí mismo...

«Negociar como con la televisión»

Y ahora lo experimentan a través de un teclado, de una pantalla... «Casi ningún adolescente está al margen del móvil o de las redes sociales, no son capaces de vivir sin estar conectados. No son capaces de estarlo siquiera durante unas horas. Esa es la dependencia».

- El estudio demuestra que la nomofobia afecta más a las chicas que a los chicos. ¿Por qué?

- Habría que ver exactamente cuál es la diferencia porcentual entre chicas y chicos porque no creo que sea mucha. En todo caso, este incremento entre las chicas tiene que ver con la cuestión emocional. Los adolescentes canalizan las emociones a través del móvil y las chicas tienen un nivel mayor de afectividad.

«Los adolescentes canalizan las emociones a través del móvil y las chicas tienen un nivel mayor de afectividad»

¿por qué más chicas?

Aunque las conclusiones del estudio no sorprenden, sí preocupan. «No podemos mirar para otro lado en la gestión que hacen los chavales del teléfono. Hay que intervenir para enseñarles que el móvil es una herramienta útil, pero solo si se hace un buen uso». Guillermo Fouce dice que no se trata tanto de cuantificar cuántos mensajes de WhatsApp pueden mandar al día, sino de que se den cuenta de que en la vida «debe haber espacios sin móvil». Y esos espacios deben ser «la escuela, el recreo, el ratito de conversación con los padres al llegar a la casa, la hora de la cena, las actividades alternativas del fin de semana...».

Como es raro que esa gestión salga del chaval el adulto debe «negociar». «Sucede como con la televisión. Los padres acuerdan con el niño cuándo se ve la tele y cuándo no. Pues con el móvil tiene que suceder igual. Un niño no puede cenar con el móvil delante, eso hay que hacérselo ver».

- Estos chavales que hoy tienen 14 y 15 años, ¿serán adultos dependientes del móvil?

- No lo sabemos todavía. Estamos ante la primera generación que usa móvil y que nació con el teléfono. Pero, en principio, estos chavales con dependencia son recuperables. Hay terapias encaminadas a hacerles comprender que el móvil y las redes sociales no pueden invadir todos los espacios de su vida.

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