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Anje Ribera
Sábado, 10 de noviembre 2018, 00:47
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Dicen que hay un gallego en la Luna y está comprobado que bastantes residen en Euskadi. Uno de ellos es Dani Álvarez. Cuando se conversa con él se sacan tres conclusiones: que es de A Coruña, más por su carácter que por su ya domado acento; que es periodista radiofónico, por su mensaje claro; y que es amante de la música heavy, por la contundencia de sus postulados. Entre ellos destaca la defensa a ultranza del euskera, que ya domina tras sufridas noches de euskaltegi. Su optimismo sobre el futuro del idioma es alentador.
-De As Pontes a Bilbao.
-Mi familia siempre ha tenido vínculos con Euskadi. Luego, mi hermana se casó con un bilbaíno que fue a Galicia a jugar en el Endesa As Pontes. Dos años más tarde, cuando se retiró, vinieron acá.
-Y usted tras ellos.
-Quería hacer periodismo y aunque primero cursé la solicitud en Santiago, acabé en la UPV porque esto me atraía. Nunca vine con la intención de quedarme, pero una cosa te lleva a la otra...
-Por supuesto de euskera nada.
- Algunas palabras controlaba porque tanto a mi hermano mayor como a mí siempre nos ha gustado la música y recuerdo haber tenido cintas de cassette de Kortatu y de otras bandas vascas. Fue mi primer contacto y me dio una cierta familiaridad con el euskera, con su musicalidad.
-O sea, que el rock radical vasco le comprometió con el idioma.
-Ayudó. Siempre tuve claro que si me quedaba aquí emprendería el aprendizaje del euskera. Quizá porque en Galicia conviví con dos idiomas. Mi padre era asturiano y mi madre de un pequeño pueblo de A Coruña. Él me hablaba en castellano y ella en gallego.
-El euskera es más complicado y el esfuerzo debió ser grande.
-Entre la gente con la que hablaba del aprendizaje algunos habían ya desistido y otros lo intentaron hasta tres veces y nunca lo consiguieron. Llegué a plantearme si este idioma era demasiado complicado para mí, pero cuando llevaba dos años en la radio di el paso.
-¿Carne de euskaltegi?
-Entré en el de Txurdinaga y conocí un mundo nuevo. Teníamos una 'gela' que era una especie de ONU en miniatura: un portugués, un valenciano, una chica de Cartagena... Las clases eran divertidísimas con Txopis y Gari, profesores con un sentido del humor extraordinario y muy motivadores. Aunque íbamos de ocho a diez de la noche y llegábamos todos baldados de currar, teníamos una ganas del carajo porque nos reíamos mucho con situaciones cómicas.
-¿Por ejemplo?
-Txopis era un cachondo y cada vez que llegaban Carnavales o Navidades montábamos movidas especiales. Una vez nos propuso adaptar una canción conocida con letra en euskera. Optamos por el 'La, la, la' de Massiel y ganamos el concurso. Aún me acuerdo: «Abenduaren 20an / gabonetan gaude / zelako afari ona / eta zu non zaude? / La, la, la, lalala». Decíamos cuatro cosas porque no nos daba para más, pero lo pasamos bien.
-Veo que le costó poco introducirse en el mundo vasco.
-Uff! Al lado del euskaltegi casualmente había un bar que era propiedad de un gallego y cuando terminábamos las clases acudíamos allí a comer pinchos y a beber un par de cervezas. Terminaba siempre hablando con el dueño en gallego. A veces salía de allí pensando que estaba en casa.
-Por su experiencia, ¿el euskera es realmente tan complicado?
-Si eres un poco constante en cuatro años no te voy a decir que lo hables como Bernardo Atxaga, pero lo hablas. Estuve dos, el segundo no llegué a contemplarlo y cogí una base que me permite por lo menos de oreja no perderme. Suelo decir a la gente que no se corte, que yo igual no le puedo contestar en euskera pero entiendo.
-Le queda afrontar la recta final.
-Suelo decir que no he llegado a la meta, pero estoy cerca. No pienso aflojar, ahora empezaré a retomar las clases. Nunca me he puesto como objetivo el aprendizaje total y absoluto, nivel top, aunque sería estupendo que algún día pudiera hacer una entrevista en euskera o escribir un artículo.
-¿Su afición a la lengua vasca la ha trasladado a su familia?
-Mi hijo mayor, de 5 años, estudia en modelo D. Aunque en casa su madre no habla euskera y el idioma que manda es el castellano, sí empieza a venir con ciertos giros. Cuando le echo alguna bronca me dice: «Miña egin didazu bihotzean (Me has hecho daño en el corazón)». Hacer lo deberes con mi hijo en euskera va a pasar pasado mañana.
-Es usted más optimista con respecto al idioma que los vascos.
-A los vascos os falta perspectiva. Quizá porque lleváis toda la vida esperando el bilingüismo en armonía. Las conquistas han sido tremendas en los años que llevo aquí. En Galicia el proceso es inverso. Son las nuevas generaciones las que dejan de usar el gallego. Aquí los abuelos que cuidan a los niños al salir del colegio saben cuatro palabras, pero se dirigen a los nietos con ellas. El proceso de recuperación y de extensión del idioma es ejemplar. El bilingüismo está a la vista. Hay un convencimiento de que el euskera tiene que estar presente en todas las iniciativas. Los vascoparlantes tenéis que abandonar el discurso agonístico. Si el mensaje es siempre que el euskera se usa poco al final se va a construir una imagen de que siempre estamos resistiendo como Astérix y Obelix para que no nos aniquilen. Hay que ser positivo.
Euskara eske. Radio Euskadiko kazetaria Euskal Herrira etorri zen hemeretzi urterekin eta «oso pozik» dago urte hauetan lortutakoarekin. Jende gehiena gaztelaniaz zuzentzen da berarengana, baina ez du amore ematen eta euskara eske dabil askotan. Irratian zer edo zer euskaraz egitea gustatuko litzaioke.
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